Un blog ideológico, como el presente, tiene como finalidad transmitir información organizada, sintetizada convenientemente y fundamentada en una teoría establecida en el marco de la Psicología Social. La organización de la información proviene de adoptar como punto de partida un conjunto de principios a partir de los cuales puede ser deducida la mayor parte de la información transmitida. Tales principios coinciden justamente con los fundamentos de la teoría mencionada.
Brevemente puede describirse tal teoría considerando los principios de cooperación y de competencia. Se postula la existencia de una actitud característica con cuatro componentes afectivas y cuatro componentes cognitivas, que corresponden a una teoría de la acción ética y a una teoría del conocimiento, respectivamente. A partir de tal fundamento puede establecerse una ética natural que permite considerar al cristianismo como una religión natural, entre otras posibilidades. Tales fundamentos aparecen en forma detallada en Fundamentos de las Ciencias Sociales http://fundamentos2011.blogspot.com
A la palabra “ideología” se le da el significado original de estudio o ciencia de las ideas, ya que tanto el fundamento mencionado como las conclusiones posteriores han de ser expresados mediante ideas accesibles a la mayoría de las personas. Ello implica que toda ideología, o información organizada y sintetizada convenientemente, no alcanzará sus objetivos si no se la logra comunicar adecuadamente. Mientras que una ideología, en su acepción negativa, constituye un conjunto de ideas que reemplazan las ideas propias de un individuo impidiendo la libertad de pensamiento, la ideología que se debe transmitir ha de constituir una información adicional que cumple un rol similar al de un nuevo programa de computación que se incorpora a una computadora, no para impedir que haga todo lo que antes podía hacer, sino para ampliar sus posibilidades y prestaciones.
Las ideologías pueden ser de origen religioso, filosófico y científico, sin que se pueda asegurar su validez o su falsedad según sea su origen. Arne Naess escribió: “En 1796, Destutt de Tracy introdujo la palabra «ideología» como término antropológico y filosófico. Es difícil, si no imposible, establecer qué quería expresar con ella, pero, como primer acercamiento a una definición, podría sernos útil lo siguiente: «doctrina general acerca de las ideas»; el término «ideas» se toma aquí en un sentido semejante al que solían darle las filosofías empiristas anglosajona y francesa (John Locke, Condillac y otros)”.
“En 1801, Destutt escribía lo siguiente, refiriéndose a este término: «Si sólo prestamos atención al sujeto, esta ciencia podría llamarse Ideología; Gramática general, si sólo nos fijamos en el medio, y Lógica, si no consideramos otra cosa que el objeto. Ella encierra, sea cual fuere el nombre que se le asigne, estas tres partes, porque no podemos razonablemente tratar una de ellas sin tratar las otras dos. Me parece que Ideología es el término genérico, porque la ciencia de las ideas abarca la ciencia de la expresión de las ideas y la de su deducción. Al mismo tiempo, es el nombre específico de la primera parte»” (De “Historia y elementos de la sociología del conocimiento” de Irving L. Horowitz-EUDEBA-Buenos Aires 1974).
Especialmente en nuestra época, todo pensador necesariamente tiende a ser un especialista, mientras que una ideología de adaptación al orden natural exige que su realizador domine un amplio espectro de temas, por lo cual se hace imprescindible citar pensamientos e ideas de otros autores, tal como se hace en los ámbitos de la docencia o de la investigación. Lord Acton escribió: “Es nuestra función comprender el movimiento de las ideas, que no son el efecto sino la causa de los hechos públicos”.
Uno de los objetivos de toda ideología es el de llegar en forma masiva a una gran cantidad de lectores. De ahí que resulte más beneficioso para ellos que el autor cite párrafos de conocidos ensayistas, en lugar de ofrecer artículos estrictamente personales. Es preferible realizar un muy buen artículo repartiendo el mérito entre varios (el autor y los coautores involuntarios) que realizar un artículo bueno o mediocre bajo una autoría personal. El historiador de las ideas Franklin L. Baumer escribió: “Hay abundantes citas, pues yo creo en la enorme importancia de dejar que los hombres del pasado hablen por sí mismos, y en su propio idioma, y de analizar después, lo que han dicho” (De “El pensamiento europeo moderno”-Fondo de Cultura Económica SA-México 1985).
Quienes critican el hábito de “transcribir” párrafos de libros, deberían advertir que el autor podría expresar, luego, las mismas ideas observadas mediante una redacción personal sin que nadie se diese cuenta. Sin embargo, las citas frecuentes sirven para dar seguridad tanto al autor como al lector, de que se trata de un conocimiento establecido o confirmado, y, posiblemente, válido. De la misma manera en que un docente desea compartir con los demás sus conocimientos, quienes nos dedicamos a las ideologías deseamos compartir las ideas importantes que han sido expresadas en distintas épocas. Pretendemos, además, ofrecer algunos meritorios escritos realizados en décadas pasadas y que yacen relegados al olvido que surge inevitablemente con el paso del tiempo.
La crisis actual, que afecta a gran parte de la humanidad, requiere para su solución del aporte de la mayor parte de los pensadores del presente y del pasado. No podemos darnos el lujo de prescindir de algunos de ellos con la absurda pretensión de llegar a ser “autores originales”. La originalidad del ideólogo consiste esencialmente en poder solucionar conflictos ideológicos a partir de la información personalmente lograda o bien a partir de la establecida por otros autores. Si la medicina fuese aplicada sólo por “médicos originales”, que poco o nada tienen en cuenta los conocimientos aportados por otros médicos del presente y del pasado, seguramente el promedio de vida actual sería bastante inferior del que tenemos. Pitirim A. Sorokin escribió hace varios años algo que tiene validez en el presente: “Contrariamente a las opiniones optimistas, creemos que la crisis presente no es ordinaria, sino extraordinaria; que no es solamente un desajuste económico y político, sino que envuelve simultáneamente a casi la totalidad de la cultura y sociedad occidentales en sus diferentes sectores. Es una crisis en el arte y la ciencia, la filosofía y la religión, las leyes y la moral, los hábitos y las costumbres, que abarca todas las formas de organización social, política y económica, incluyendo la naturaleza de la familia y el matrimonio” (De “La crisis de nuestra era”-Espasa-Calpe Argentina SA-Buenos Aires 1948).
La finalidad de una ideología consiste en orientar la acción humana individual indicando cómo debemos orientar nuestra actitud característica. Toda descripción del comportamiento humano que no contemple este requisito, puede considerarse, en el mejor de los casos, ciencia social, aunque no ideología. Si tenemos presentes los diversos autores que escriben acerca de religión, filosofía o ciencia social, se advierte que ninguno logra una aceptación generalizada debido esencialmente a la especialización, que limita sus objetivos. Por el contrario, una ideología ha de consistir en un todo organizado que ha de ser construido con los aportes de varios especialistas.
Para que el resultado de una amalgama de diversos autores tenga una coherencia lógica interna, el ideólogo ha de ser capaz de integrarlos bajo una visión esencialmente coincidente con aquella que nos brinda la ciencia experimental. Hasta el momento, realizar una ideología en base a la religión y la fe, o en base a la filosofía y la razón, no ha podido realizarse y nunca, posiblemente, podrá realizarse por esos medios. De ahí que la necesaria universalización de la información disponible, acumulada por las diversas generaciones, habrá de provenir necesariamente de su reunión bajo el carácter aglutinador de la ciencia experimental.
Quienes aducen que, con la información acumulada en las grandes bibliotecas, se hace innecesaria la tarea del ideólogo, o la del docente que “sólo imparte información” ya disponible, hacen recordar una nota que le envía Wolfgang Pauli al optimista Erwin Schrödinger cuando éste suponía haber logrado una exitosa teoría del campo unificado: “La obra de arte ya está en el bloque de piedra; sólo hace falta retirar el material que sobra”.
Si bien el autor del presente blog espera haber podido contribuir con una ideología fundamentada adecuadamente y ampliada con el aporte (involuntario) de autores de distintas épocas y orígenes, nada garantiza que vaya alcanzar el éxito esperado, por lo que, al menos, puede resultar un intento orientador y facilitador para que otros ideólogos establezcan intentos semejantes. Como toda ciencia experimental, la ideología procede por pasos mediante prueba y error, y la utilización parcial de intentos que no tuvieron el éxito esperado. La comunicación de ideas resulta ser un arte tanto como la comunicación de la música y nadie puede prever su aceptación o su rechazo definitivos.
Así como existen religiones para monjes y religiones para individuos comunes, existen ideologías destinadas a líderes o conductores, y otras para un alcance general. Mientras las ideologías medievales y las totalitarias fueron establecidas por minorías y ofrecidas o impuestas al resto, es imprescindible establecer una ideología de alcance general de manera de preparar a todo individuo a actuar como un ser humano libre sin que tenga que acatar directivas impuestas por otros.
A pesar de sus limitaciones, el medioevo occidental muestra una organización centrada en una ideología que todo lo abarcaba. De ahí que el objetivo de una ideología de validez general será la de orientar al individuo hacia una actitud cooperativa; actitud que ha de conducir necesariamente hacia una sociedad plena. Sorokin escribe al respecto: “Tomemos, por ejemplo, la cultura medieval de Occidente. Su principio básico era Dios, el valor verdaderamente real. Todos los sectores importantes de la cultura medieval conjugaban este principio y valor fundamental como se formula en el Credo cristiano”.
“Su filosofía era casi idéntica a la religión y teología y se centraba sobre el mismo principio o valor básico: Dios. Su ciencia era un simple colaborador de la religión cristiana y su ética y leyes eran solamente una adaptación práctica de los Mandamientos”.
En la actualidad, la idea básica que ha de promover la realización de ideologías ha de ser la adaptación al orden natural en el marco del proceso de la evolución cultural. Julian Huxley escribió: “Es como si el hombre hubiese sido designado, de repente, director general de la más grande de todas las empresas, la empresa de la evolución, y designado sin preguntarle si necesitaba ese puesto, y sin aviso ni preparación de ninguna clase. Más aún: no puede rechazar ese puesto. Precíselo o no, conozca o no lo que está haciendo, el hecho es que está determinando la futura orientación de la evolución en este mundo. Este es su destino, al que no puede escapar, y cuanto más pronto se dé cuenta de ello y empiece a creer en ello, mejor para todos los interesados” (De “Nuevos odres para el vino nuevo”-Editorial Hermes-Buenos Aires 1959).
Una ideología, al estar fundamentada en la ciencia experimental, deja de ser un sistema cerrado o dogmático, para aceptar modificaciones a lo largo del tiempo.
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