La idea de la igualdad ante la ley puede asociarse a la religión. Ello se debe a que todos los seres humanos estamos regidos, corporal y mentalmente, por leyes naturales idénticas, que provienen de Dios o del orden natural. Luego, las leyes humanas, que provienen del Derecho, tienen sentido sólo si contemplan, o son compatibles, con aquellas leyes naturales, por lo que también deberíamos continuar con el criterio anterior, es decir, los seres humanos debemos ser considerados iguales tanto ante las leyes naturales como también deberemos serlo ante las leyes humanas.
Entre las debilidades que presentan las sociedades actuales se advierte cierto desconocimiento, o falta de consciencia, de que todos los seres humanos provenimos de un orden natural que nos impone ciertas exigencias para tener éxito en el proceso asociado a nuestra supervivencia. Tales exigencias son esencialmente morales. Si las leyes morales fuesen establecidas en forma convincente y explícita, quizás las leyes humanas del Derecho no serían tan esenciales. Pero, en un mundo con seres humanos reales, y no ideales, tales leyes resultan necesarias e imprescindibles.
Así como un niño crece en un ambiente con una madre sobreprotectora y un padre exigente, en las sociedades humanas existen pensadores que tienden a promover leyes favorables a los más débiles (que terminan debilitándolos) y también pensadores que buscan fortalecer a todo individuo. En el primer caso existe la tendencia a no considerar a todos como iguales ante la ley, mientras que en el otro caso sí se apunta a tal igualdad.
Por ejemplo, si el legislador "protector" supone que cierto grupo étnico o social es inferior a otros, para realizar cierta tarea o desempeñar cierto oficio, propondrá leyes diferentes para ambos sectores buscando la igualdad que supone inexistente. Así, se reservan cupos de ingresos, en universidades, que ignoran los méritos individuales para imponer el mencionado igualitarismo. El supuesto "inferior" sospecha que el lugar que ocupa le ha sido otorgado injustamente, y no por méritos propios, mientras desanima al que se esfuerza por ser un digno destinatario del lugar que le fue usurpado bajo las directivas de una ley que no contempla la igualdad esencial.
El liberalismo adopta entre sus principios la igualdad ante la ley, actuando como el padre exigente que pretende acostumbrar a su hijo a la severa lucha diaria que debe afrontar en cuanto ponga sus narices en el mercado competitivo y en la sociedad. Es por ello que los sobreprotectores (y anuladores de capacidades) critican severamente a la dureza o la frialdad del liberal, cuando en realidad tal actitud surge al tener presente el mundo real con mayor alcance de miras. Si bien la igualdad ante la ley no debe oponerse a la meritocracia, favoreciendo al supuesto débil, tampoco debe favorecer al fuerte, como generalmente ocurre.
Debido a que todo derecho debe estar asociado a cierto deber, la desigualdad ante la ley implica también que algunos estarán favorecidos por ciertos derechos y eximidos de ciertas obligaciones, mientras que otros estarán desafectados de ciertos derechos y obligados a ciertos deberes, lo que en realidad implica un trastorno social generalizado. De ahí que las sociedades miradas como integradas por diversos grupos resulta bastante más compleja que la considerada integrada por individuos con similares deberes y similares derechos. Juan Ramón Rallo escribió: "El individualismo político que define al liberalismo no establece distinciones jurídicas entre los individuos: reputa a cada individuo como un sujeto de derecho y de igual derecho al resto".
"Una vez que se reconoce que cada individuo es soberano sobre sí mismo también se está reconociendo implícitamente que todos esos individuos soberanos son sujetos jurídicamente iguales entre sí; si cada individuo es un centro de soberanía indistinguible de los demás, entonces cada individuo será titular de los mismos derechos que el resto. O, expresado con otras palabras, los derechos que un individuo posea frente al resto de los individuos habrán de ser simétricos a los derechos que el resto de los individuos posean frente a él. A esta característica del orden político liberal según la cual todos los individuos, con independencia de sus rasgos particulares, poseen los mismos derechos -y, en consecuencia, se someten a las mismas normas generales de justicia- se la suele conocer como isonomía, igualdad jurídica, igualdad moral o igualdad ante la ley" (De "Liberalismo"-Valletta Ediciones-Florida 2021).
La tendencia actual no parece ser la que busca la igualdad ante la ley, suponiendo la existencia de individuos libres que pueden cometer errores, sino la búsqueda de la "igualdad mediante la ley", por la cual el Estado deja de ser un árbitro de las acciones humanas para constituirse en un actor principal. El tradicional símbolo de la mujer con los ojos vendados, que garantiza la imparcialidad y la igualdad ante la ley, esta vez se la observa sin las vendas y con los ojos bien abiertos. Alberto Benegas Lynch (h) escribió: "Como es sabido, a todo derecho corresponde una obligación...Desafortunadamente vivimos la era de los pseudoderechos por lo que se alega un «derecho» que inexorablemente significa lesionar a terceros, como es, por ejemplo, a percibir un ingreso que el sujeto en cuestión no obtiene de sus congéneres pero que los aparatos estatales se lo otorgan a expensas del patrimonio de otros, con lo que naturalmente se infringen sus derechos".
"Se trata de la igualdad ante la ley que en la práctica es desconocida debido a que se pretende la igualdad mediante la ley al efecto de lograr la redistribución mencionada. Igualdad ante la ley se traduce en igualdad de derechos de todos por parte de la justicia que se ilustra con los ojos vendados precisamente para destacar la referida igualdad sin que se espíen las condiciones de cada cual. Esta es la única igualdad en una sociedad libre y que resulta crucial para la convivencia civilizada".
"La tan alabada igualdad de oportunidades que es siempre incompatible con la igualdad ante la ley puesto que para otorgar esa mentada igualdad necesariamente deben vulnerarse derechos. En la sociedad abierta de lo que se trata es abrir posibilidades para que todos cuenten con mayores oportunidades, pero no pueden ser iguales sin desmoronar el tejido social que se basa en la igualdad ante la ley" (De "Vivir y dejar vivir"-Fundación Libertad-Rosario 2013).
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1 comentario:
Una manera muy usada de eludir este principio es hacer legislación específica para cada situación determinada, que incluso afectando a relativamente pocas personas resulta inatacable desde un punto de vista jurídico, quedando sólo la posibilidad de la crítica política, resguardando así todo su potencial electoral que es en definitiva de lo que se trata.
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