Algunos autores establecen analogías entre la Edad Media europea y nuestra propia época, posiblemente para que seamos conscientes de nuestros errores y de la necesidad de solucionarlos. El inicio de la Edad Media estuvo caracterizado por una etapa de desmembramiento de la civilización romana, motivado por el avance de ideas y acciones destructivas y violentas. En los finales del medioevo aparecen los primeros síntomas de la evolución cultural que culmina con el Renacimiento. Nicolás Berdiaeff escribió: "Llamo Edad Media a la época en que el ritmo histórico substituye a la de antes, siendo la transición del racionalismo de los tiempos modernos a un irracionalismo, o más bien, a un «super-racionalismo» de tipo medieval".
"Se aproxima el tiempo en que se planteará para todos la cuestión de si el progreso fue un «progreso» o si, por el contrario, ha sido una «reacción» siniestra, una reacción contra el sentido del universo, contra las auténticas bases de la vida" (De "Una nueva Edad Media"-Biblioteca Ercilla-Santiago de Chile 1933).
Los nuevos "barrios privados", con sus límites a prueba de invasiones externas y con sus sistemas de seguridad, nos retrotraen a las imágenes de los pueblos medievales con sus altas murallas, sus fosas y puentes levadizos, que son los signos de una etapa de avasallamientos e inseguridad, que por el momento no ha desaparecido. Umberto Eco escribió: "Recientemente, y desde muchas y diferentes posiciones, se ha empezado a hablar de nuestra época como de una nueva Edad Media. El problema reside en saber si se trata de una profecía o de una comprobación".
Este autor describe un hecho similar al ocurrido luego del "apagón de Nueva York" con sus secuelas de caos y violencia: "Se producen saqueos de supermercados, en las casas se acaban las reservas de velas, aumenta el número de muertos de frío, de hambre y de inanición en los hospitales. Cuando se restablezca la normalidad...comenzarán a difundirse epidemias y a producir nuevos azotes de proporciones semejantes a las de la peste negra que en el siglo XIV acabó con dos terceras partes de la población europea. Surgirán psicosis parecidas a las que se habían producido en el pasado con respecto a los «untadores» (nombre que recibieron, durante la peste que hizo estragos en Milán en el siglo XVII, las personas que, según se creía, la difundían untando muros y puertas con ungüentos y sustancias infectas)" (De "La nueva Edad Media" de Umberto Eco y otros-Alianza Editorial SA-Madrid 1997).
En todo esto se advierte que, si bien el avance científico y tecnológico actual, respecto del medioevo, es indiscutible, no parece que haya sido acompañado de un similar avance en lo ético y cultural. Si se le pregunta a los ciudadanos actuales acerca de cómo se habrían de solucionar los problemas mencionados, una gran parte dirá que con "una mejor distribución de la riqueza", lo que lleva implícita la certeza de que el sector productivo se queda con algo que no debe, y que, bien distribuido, alcanzaría para todos, siendo una hábil manera de promover el caos y la violencia.
Pocas veces se habla de una "justa distribución de la producción", favoreciendo con tal omisión la inactividad de sectores a quienes se les inculca que sólo el Estado es capaz de llevarles parte de la riqueza que "por derecho natural" le corresponde a todo habitante del planeta, ya sea que trabaje y produzca riqueza, o no lo haga.
Si aceptamos que vivimos en una "nueva Edad Media", podemos preguntarnos si se trata de una etapa similar a la posterior a la caída del Imperio Romano, con el caos, las usurpaciones y el vandalismo respectivo, o bien transitamos por una etapa similar a la que apuntaba hacia el Renacimiento. Podemos afirmar que nos encontramos en la primera etapa. Incluso puede advertirse que el principal promotor de usurpaciones de tierras cultivadas, en la Argentina, es Juan Grabois, que comparte las ideas de Jorge Bergoglio y que por ello desempeña un cargo en el Vaticano.
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1 comentario:
Con las usurpaciones provenientes del alto clero se tiene que tener una especial precaución: en su momento se inventaron “la donación de Constantino” para camuflar su ansia de poder temporal y ahora parece que un hijo de la clase media alta pretende representar al sector informal de la economía para apuntalar el poder peronista, máximo creador de informalidad, además de repetir el primigenio apetito por el dominio territorial.
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