Tanto en la vida de todo individuo como en la religión cristiana, se ha dejado de lado una caracterización del amor que sea compatible con nuestra naturaleza humana, por lo que cada uno ensaya una nueva definición, o incluso no ensaya ninguna, y se dedica a hablar del amor suponiendo que se trata de algo sobreentendido. De ahí que el mandamiento cristiano del amor al próximo haya perdido casi totalmente su significado e importancia, junto con la ética asociada.
Si nos detenemos a mirar los libros que recopilan frases de distintos autores, se advertirá que prácticamente ninguno asocia el amor con la empatía emocional, y por la cual amar significa compartir las penas y las alegrías ajenas como propias. "No hay del amor definición correcta, y la da cada cual según su secta" (Batres y Montúfar).
La definición que describe un hecho concreto, como es el "contagio" de tristeza y de alegría, de una persona a otra, y que forma parte del proceso de supervivencia, es la establecida por Baruch de Spinoza: “El que imagina aquello que ama afectado de alegría o tristeza, también será afectado de alegría o tristeza; y uno y otro de estos afectos será mayor o menor en el amante, según uno y otro sea mayor o menor en la cosa amada” (De "Ética").
Como ejemplo de lo dicho puede mencionarse el "Diccionario de citas" de Cesáreo Goicoechea Romano (Editorial Labor SA-Barcelona 1953). Bajo el subtítulo "Amor" aparecen 233 citas, pocas de las cuales dan un indicio de tener alguna vinculación con la definición de Spinoza. Si se la vinculara a tal definición, podría darle sentido a varias de esas citas y podría también invalidar a muchas otras.
En el "Diccionario Antológico del Pensamiento Universal" de Antonio Manero (UTEHA-México 1958), aparecen 430 citas acerca del "Amor", varias de ellas mencionadas también en el libro anterior. Finalmente, en el "Diccionario del Lenguaje Filosófico" de Paul Foulquié (Editorial Labor SA-Barcelona 1967), predominando escritos de filósofos en lugar de literatos, algunos se aproximan en mayor medida a la definición concreta de Spinoza; pero ninguna de las 99 citas aclara las cosas.
Mientras se siga sumergiendo el mandamiento cristiano bajo un manto de misterios sagrados y sobrenaturales, y la gente lo interprete como le viene en ganas, el cristianismo como religión ha limitado y detenido su misión.
La definición de Spinoza resulta bastante evidente y accesible a cualquiera. Si la ley de supervivencia más importante que existe, no fuera tan accesible, sospecharíamos que las posibilidades de solucionar nuestros graves problemas sociales podrían quedar fuera de nuestro alcance. Incluso el autor del presente escrito la escuchó por primera vez en la letra de la canción ganadora del Festival de Sanremo de 1965: "Se piangi, se ridi" (Si lloras, si ríes), cantada por Bobby Solo. En tal canción se describe un vínculo afectivo en el que el varón comparte la risa y el llanto de su amada.
Es posible que surja la sospecha de que, si debemos adoptar una predisposición a compartir penas y alegrías ajenas, nuestro natural egoísmo hará casi imposible esa realización. Sin embargo, para adoptar tal predisposición, o actitud, debemos pensar principalmente en nosotros mismos. Ello se debe a que sólo adquiriremos nuestra dignidad humana, y cierto legítimo orgullo, cuando podemos comportarnos en respuesta a las leyes naturales de supervivencia. Así nos integraremos al resto de la humanidad y reconoceremos que el camino hacia nuestra felicidad no puede estar alejado de la predisposición a compartirla con los demás.
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