La diferencia entre populismo y totalitarismo radica en el grado de control que ejerce el Estado sobre cada integrante de la sociedad. Puede decirse que bajo un gobierno populista el Estado no penetra en los hogares ni en las mentes de los ciudadanos, mientras que, bajo un gobierno totalitario, sí lo hace. Carlos Alberto Montaner escribió: "El populismo no es exactamente una ideología, sino un método para alcanzar el poder y mantenerse en él".
Los líderes populistas y totalitarios tiene en común un exagerado egoísmo que los lleva incluso a sembrar el odio entre partidarios y opositores. Para ellos todo está permitido en su camino por llegar a cumplir con la ambición personal de tener todo el poder posible y mantenerlo durante todo el tiempo posible. Materializan en forma efectiva el gobierno del hombre sobre el hombre, en oposición al cristianismo y al liberalismo. Benito Mussolini expresó: "Este es el epitafio que deseo sobre mi tumba: «Aquí yace uno de los animales más inteligentes que han pasado por la superficie de la tierra»" (De "Mussolini" de Christopher Hibbert-Editorial Pomaire Ltda-Santiago de Chile 1963).
Carlos Alberto Montaner estableció una síntesis que se adapta a prácticamente todos los líderes populistas y totalitarios; y se expone a continuación:
1. El exclusivismo: sólo «nosotros» somos los auténticos representantes del pueblo. Los «otros» son los enemigos del pueblo. Los «otros», por lo tanto, son unos seres marginados que no son sujetos de derecho.
2. El caudillismo: se cultiva el aprecio por un líder que es el gran intérprete de la voluntad popular. Alguien que trasciende a las instituciones y cuya palabra se convierte en el dogma sagrado de la patria (Mussolini, Perón, Fidel Castro, Juan Velasco Alvarado, Hugo Chávez).
3. El adanismo: la historia comienza con ellos. El pasado es una sucesión de fracasos, desencuentros y puras traiciones. La historia de la patria se inicia con el movimiento populista que ha llegado al poder para reivindicar a los pobres y desposeídos tras siglos de gobiernos entreguistas, unas veces vendidos a la burguesía local y otras a los imperialismos extranjeros.
4. El nacionalismo: una creencia que conduce al proteccionismo o a dos reacciones aparentemente contrarias. El aislacionismo para no mezclarnos con los impuros o el intervencionismo para esparcir nuestro sistema superior de organizarnos.
5. El estatismo: es la acción planificada del Estado y nunca el crecimiento espontáneo y libre de los empresarios lo que colmará las necesidades del pueblo amado, pero necesariamente pasivo.
6. El clientelismo: concebido para generar millones de estómagos agradecidos que le deben todo al gobernante que les da de comer y acaban por constituir su base de apoyo.
7. La centralización de todos los poderes: el caudillo controla el sistema judicial y el legislativo. La separación de poderes y el llamado check and balances son ignorados.
8. El control y manipulación de los agentes económicos: comenzando por el banco nacional o de emisión, que se vuelve una máquina de imprimir billetes al dictado de la presidencia.
9. El doble lenguaje: la semántica se transforma en un campo de batalla y las palabras adquieren una significación diferente. «Libertad» se convierte en obediencia, «lealtad» en sumisión. Patria, nación y caudillo se confunden en el mismo vocablo y se denomina «traición» cualquier discrepancia.
10. La desaparición de cualquier vestigio de cordialidad cívica. Se utiliza un lenguaje de odio que preludia la agresión. El enemigo es siempre un gusano, un vende-patria, una persona entregada a los peores intereses.
(De "El estallido del populismo" de Álvaro Vargas Llosa (coordinador)-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2017)
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1 comentario:
Podría añadirse que como consecuencia de todo lo anterior se acaba más pronto que tarde en la pobreza material, la pérdida de la dignidad humana en la gran mayoría de la población y en la ausencia de libertad para prácticamente todo el mundo, en su doble vertiente de falta de autonomía personal y de opresión material y moral.
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