Entre las figuras representativas del liberalismo se advierten dos tendencias principales en cuanto a la libertad, ya que para algunos se trata de un principio prioritario mientras que para otros resulta ser válida en función de los efectos que produce. Pareciera ser un dilema similar al de la moral, admitida como principio prioritario por algunos y valorada según los efectos que produce, por otros.
En realidad, si nos atenemos a la historia de la moral, parece ser un falso dilema, ya que, por lo general, los principios morales (o las éticas propuestas) surgen luego de observar los efectos que producen las diversas acciones y actitudes humanas, es decir, algo similar a lo que hace el científico, quien enuncia los postulados básicos de una teoría luego de tener en su mente la mayor parte de los fenómenos abarcados por la misma.
Desde el punto de vista de las religiones reveladas, sin embargo, se supone que los principios morales vienen "desde arriba" en lugar de haber sido observados por el profeta. De acuerdo a las creencias del pasado, el propio profeta atribuía a cierta intervención de Dios el conocimiento al respecto. Thomas Hobbes escribió: "Decir que Dios le ha hablado en un sueño, no es otra cosa que decir que él ha soñado que Dios le hablaba".
Así como, en economía, no es posible separar la producción del consumo, o de la distribución, ya que forman parte de un mismo proceso, en el caso de la libertad no es conveniente separar su carácter prioritario de los efectos que produce. En realidad, la división entre moralistas y utilitaristas se debe esencialmente a la forma de pensar de cada uno, en lugar de constituir algo más profundo. Estas diferentes formas tienen, por supuesto, su importancia. Mariano Grondona escribió: "Hay varias maneras de ser liberal. El que pretenda excluir a otros liberales estará cometiendo el pecado que no puede cometer un liberal: el dogmatismo".
"En el marco del pluralismo liberal a partir del hecho de que hay varias maneras de decir la libertad, es posible discernir dos grandes tendencias. Una, la de los moralistas y otra, la de los utilitarios. Ocurre que la práctica de la libertad trae beneficios, y esto ha generado dos tendencias de los pensadores liberales: una, ubicar de manera categórica y absoluta -y desprendida de toda consecuencia práctica- la vigencia de la libertad en el plano de la dignidad humana. La otra, fijarse más bien en cuán conveniente es -cuánto progreso trae- la afirmación de la libertad".
"Incluiría dentro de la primera lista a Locke, Kant, Rawls y Nozick. Integrarían la segunda Mill, Alberdi, von Mises y Hayek. Locke dice que no hay que buscar la felicidad ni el placer sino la virtud, y los principios morales; pero que de ellos resulta la felicidad. Para él no hay conflicto entre la idea de virtud y la de utilidad, pero en tanto aquélla es un principio, ésta es una consecuencia".
"Alberdi casi no permite que se penetre en la disyuntiva: lo bueno es lo correcto y lo correcto es bueno. Pero el espíritu general de los escritos de Alberdi es pragmático y utilitario. En von Mises y Hayek, la visión utilitarista llega al punto máximo. Porque en ellos la utilidad es algo subjetivo. En Mill había una escala hacia los placeres más elevados. En cambio, en von Mises el beneficio o la utilidad es algo absolutamente subjetivo, que nadie puede regular desde fuera ni siquiera bajo la forma de una opinión filosófica" (De "Los pensadores de la libertad"-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1986).
La sugerencia que finalmente Grondona da al liberar es la siguiente: "Debe convertirse en el portador de un mensaje moral, que tiene consecuencias prácticas. Antes, venía a traer un mensaje práctico a personas imbuidas de moral. El giro que debe dar el liberalismo ahora es presentarse como un humanismo. En definitiva, es un humanismo, una manera de querer, promover e impulsar al hombre. ¿Es valioso el hombre? Sí. Entonces, démosle la libertad para desarrollarse, para florecer. He aquí el punto de partida del humanismo liberal".
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1 comentario:
Creo que es más correcto posicionarse desde el ámbito de los principios. Si éstos traen buenas consecuencias, mejor que mejor, estamos ante una feliz coincidencia. De otro modo, la utilidad por sí misma puede implicar muchos riesgos y peligros.
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