Entre los pensadores que adhieren a la economía de mercado, encontramos algunas diferencias. Así, hay quienes proponen una adaptación ética del individuo que intercambia bienes y servicios, por una parte, y quienes recomiendan realizar ciertas correcciones del sistema, por otra parte. Tales posturas pueden sintetizarse en: Adaptar el individuo al sistema vs. Adaptar el sistema al individuo.
La primera alternativa implica un excesivo economicismo por cuanto significaría adoptar lo económico como la referencia para nuestras vidas. Sin embargo, en el caso de la economía de mercado, resulta ser una adaptación indirecta a la economía. Ello se debe a que el vínculo económico básico del mercado es el intercambio libre que beneficia a ambas partes. Para ello, es necesario adaptarse previamente a la ética natural, esencialmente la ética cristiana, lo que implica adoptar una actitud frente a la vida que contempla la supervivencia de la especie humana. Georges Burdeau escribió: "El liberalismo es una actitud, es decir una predisposición de la mente a considerar en determinada perspectiva los problemas que plantea al hombre la organización de la vida en sociedad".
"Por ello, incluso si el término liberalismo no aparece por primera vez para calificar una doctrina sino en 1823, en el léxico de Claude Boiste, el movimiento de ideas que designa es muy anterior a esa fecha. A decir verdad, en cuanto vinculado indisolublemente con la idea de libertad, el liberalismo es tan antiguo como la lucha emprendida por el hombre para que esa libertad le fuera reconocida" (De "El liberalismo político"-EUDEBA-Buenos Aires 1983).
Habiendo autores que no distinguen entre una competencia para establecer una mayor cooperación (como la del goleador que quiere hacer más goles que sus compañeros, para beneficio del equipo), y una competencia netamente egoísta, señalan que resulta "injusto" el punto de partida, en la competencia en el mercado, en el caso de aquellos que, por herencia genética o por herencia familiar, disponen de medios más eficaces para esa competencia egoísta. En cambio, para quienes contemplan la competencia para la cooperación, no ven en ello ningún inconveniente.
De la misma manera en que resulta imposible, y absurdo, que una sola mente, o un reducido grupo de personas, pueda tener información adecuada para dirigir los millones de intercambios económicos cotidianos que acontecen en un país, resulta imposible que alguien puede calificar de justa o injusta una herencia ya que ni siquiera sus beneficiarios pueden vislumbrar sus efectos. Respecto del capital físico y del capital humano, Milton y Rose Friedman escribieron: "La cantidad de uno y otro recurso que posee cada uno de nosotros es en parte resultado del azar, y en parte de nuestra propia elección o de la ajena. El azar determina nuestros genes y, a través de ellos, afecta nuestras capacidades físicas y mentales".
"El azar señala la clase de familia y el contexto cultural en que nacemos y, consecuentemente, nuestras oportunidades para desarrollar nuestra capacidad física y mental. El azar fija igualmente otros recursos que podemos heredar de nuestros padres u otros benefactores. El azar puede destruir o potenciar los recursos con que contamos. Pero también la decisión personal desempeña un importante papel. Nuestras decisiones relativas a cómo emplear nuestros recursos, si trabajar mucho o tomarlo con calma, si aceptar un empleo u otro, si iniciar un negocio o no, si ahorrar o gastar, todo esto puede significar la pérdida de nuestros recursos o que los mejoremos o aumentemos. Decisiones semejantes de nuestros padres, de otros benefactores, de millones de personas que pueden no estar en relación directa con nosotros, afectarán nuestro patrimonio" (De "Libertad de elegir"-Ediciones Grijalbo SA-Barcelona 1980).
Si bien John Rawls es considerado por varios autores como liberal, no parece serlo ante la opinión de Alberto Benegas Lynch (h), quien escribió: "A partir de la publicación de la obra de John Rawls A Theory of Justice se ha desatado con mayor ímpetu el deseo irrefrenable por manipular al ser humano con el pretexto de que hay personas que tienen ventajas «no merecidas». En primer lugar, debe subrayarse que no merecemos haber nacido donde lo hicimos, ni con nuestras respectivas características físicas e intelectuales, tampoco merecemos nuestros ingresos ya que son en gran medida consecuencia de las tasas de capitalización que producen otros y así sucesivamente, de lo cual no se sigue que terceros se arroguen la facultad de quitarnos esas situaciones (ni quitarnos la vida que en ningún caso merecemos)".
"Pero hay mucho más en este asunto. Las habilidades fruto del esfuerzo personal (que Rawls excluye ya que centra su atención en las «naturales, no merecidas» y no en las «adquiridas») son el resultado de los talentos naturales ya que nos proporcionan condiciones básicas del carácter y las correspondientes potencialidades para adquirir lo que adquirimos de modo que la separación se torna muy viscosa e imposible de precisar".
"En segundo término, nadie puede hacer un inventario de talentos puesto que ex ante [desde antes] no se conocen (ni siquiera el propio sujeto actuante ya que se van revelando a medida que se presentan las oportunidades, las cuales pueden no surgir si hay una amenaza de expropiar talentos). Tercero, en la medida en que no funcione el mercado (cosa que es bloqueada por Rawls debido a su redistribución «para compensar» diferentes talentos y por no considerar el derecho de propiedad como parte de su «lista de libertades básicas»)".
"Ya he apuntado antes que Anthony de Jasay escribe en Market Socialism: The Square Circle que es autodestructiva la tendencia a nivelar antes de que comience «la carrera por la vida» al efecto de pulir ventajas no adquiridas por el corredor puesto que, para ser consistente, habrá que nivelar nuevamente a la llegada, de lo contrario la próxima carrera en la que participarán los herederos mostrará nuevamente desigualdades «no ganadas» que deberán limarse lo cual hace que la carrera misma carezca de sentido".
"Es que, como señala C.S. Lewis en The Abolition of Man, estas manipulaciones del ser humano no sólo revelan una arrogancia y una presunción del conocimiento realmente abrumadora sino que, como agrega Thomas Sowell en In Quest for Cosmic Justice, los planificadores de vidas ajenas se arrogan la facultad de concebir una justicia supraterrenal que nada tiene que ver con la clásica definición de Ulpiano de «dar a cada uno lo suyo» sino que se pretenden ubicar en el rol de Dios en la Creación y en el día del Juicio Final, en cuyo contexto se esgrime una idea de justicia tan atrabiliario como el sostener que «es injusto» que llueva o que el sol aparezca por el este" (De "Vivir y dejar vivir"-Fundación Libertad-Buenos Aires 2014).
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1 comentario:
A Rawls se le puede aprovechar cuando propone dotar de un mínimo a todos los habitantes de una determinada sociedad para que puedan desarrollarse como personas, pero a partir de ahí sus planteamientos son desaconsejables porque rechaza al mérito como principio básico del reparto de la riqueza, lo que tendría, tiene en realidad, efectos desincentivadores del esfuerzo y la superación y porque deja en manos del Estado una continua acción redistribuidora que se traduce en un ahogo del dinamismo y la espontaneidad y en la consiguiente creación de unas castas privilegiadas e improductivas con mucho poder que son bendecidas por esa supuesta función superior.
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