La existencia de leyes naturales invariantes resulta ser el fundamento tanto de la ciencia experimental como de la religión moral. Al tenerse presente la existencia de tales leyes, que involucran al propio ser humano, surge el derecho respectivo. Es decir, en forma semejante en que las leyes establecidas por los seres humanos dan lugar al derecho positivo, las leyes naturales dan lugar al derecho natural.
Se advierte la existencia del derecho natural, históricamente, por la necesidad de protección que los débiles requieren ante los excesos de los tiranos. Jacques Leclercq escribió: "El derecho natural sirve de argumento de oposición contra los gobernantes injustos en aquellos que se consideran con el derecho a sublevarse. Es el recurso de los débiles. Se cita por doquiera, como una de sus primeras afirmaciones, un fragmento de la Antígona de Sófocles. Como se le prohíbe enterrar a su hermano, ella opone al tirano «los decretos divinos, leyes no escritas e inmutables. No son -dice ella- ni de hoy, ni de ayer y nadie sabe a qué lejano pasado se remontan»".
"Los gobernantes no ven, generalmente, con buenos ojos el derecho natural, porque no se lo invoca, como no sea más que para hacerle resistencia. Esto se ve ya en la sociedad familiar, en que los padres no gustan de que sus hijos pretendan tener derechos. La inclinación natural de todo gobernante va hacia el paternalismo: quiere que sus subordinados se abandonen a su sabiduría y bondad; cree por costumbre que hace más de lo que debe, y que sus subordinados le deben reconocimiento. Discutir sobre si hay derecho a hacer tal cosa o a tomar una medida es poner en duda o su sabiduría o su virtud".
"Además que mientras los súbditos estén contentos, no se habla de derecho natural. No se discute sobre la justicia sino cuando hay injusticia, y el derecho natural sirve para afirmar los derechos del hombre. Estos derechos del hombre son tanto el derecho de hacer lo que se quiere, cuanto, como en el caso de Antígona, el derecho de cumplir con el deber-derecho frente al gobernante, derecho dictado por la moral. El derecho del hombre es, pues, en ciertos casos, el derecho de la persona a disponer de sí misma, en otros, el primado de la moral" (De "Introducción a las ciencias sociales"-Ediciones Guadarrama SL-Madrid 1961).
La libertad individual tiende a consolidarse en cuanto reemplazamos el gobierno de seres humanos concretos por el gobierno imparcial de alguna forma de ley. Así, las sociedades democráticas establecen leyes fundamentadas en la ley natural, lo que constituye esencialmente un objetivo del liberalismo político. Por otra parte, el gobierno de Dios sobre el ser humano, a través de leyes naturales, simbolizado por el Reino de Dios, apunta a objetivos similares. Sin embargo, las sociedades en crisis anteponen el gobierno del Estado, materializado por políticos que rechazan la ley natural, con los pobres resultados advertidos por todos. El citado autor agrega: "La idea de ley natural superior a la ley positiva se encuentra a todo lo largo de la historia occidental. A finales de la antigüedad, los estoicos han insistido sobre la idea de que los hombres tienen derechos y deberes independientes de las leyes positivas, y que estos derechos y deberes descansan sobre una justicia que domina las relaciones humanas, que la ley debe ser justa para que pueda atar las conciencias".
"Cicerón, especialmente, que es el principal testigo de la tradición estoica de su tiempo, desarrolla la idea de ley natural con extrema abundancia; y Cicerón es particularmente interesante, puesto que él es al mismo tiempo jurista, es decir, profesional del derecho positivo. Se forma de ese modo la noción de un derecho que no está fundado en la opinión o la voluntad de los hombres, sino en la naturaleza, y que se impone al espíritu. Y ese derecho natural se opone, para controlarlo, al derecho positivo, realizado por los pueblos en sus instituciones".
Teniendo presente la existencia de leyes naturales, podemos definir con mayor precisión el significado de "creyente" y de "ateo". El creyente es quien admite la existencia de leyes naturales, o leyes de Dios, y está dispuesto a acatarlas adaptándose a las mismas. El ateo es el que niega esa existencia y propone establecer un orden social "artificial" bajo leyes positivas que ignoran las leyes naturales.
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1 comentario:
Un acto de justicia se dicta presuponiendo derechos y deberes constituidos con anterioridad, pero la institución de estos derechos y deberes constituye un acto de poder, no de justicia. Y es ahí donde tiene su papel el derecho natural, que propiamente no es un derecho en el sentido positivo, sino que es filosofía, convicción o sentimiento más o menos compartido pero que conviene invocar y hacer prevalecer para que las relaciones sociales no sean meros actos de dominio o de necesidad sino actos morales en los que se tengan en cuenta la experiencia, el conocimiento acumulado y los sentimientos de equidad, dignidad humana y justicia muy mayoritariamente sentidos y compartidos entre los humanos de las diferentes culturas.
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