Por Claudio Chaves
El terrorismo sureño, tal cual lo definiera la gobernadora de Rio Negro, Arabella Carrera, ha dado un paso más, en este caso, con el incendio de un Club social y deportivo del Bolsón.
Vialidad provincial, una sede de turismo y ahora el club, fueron las víctimas de las llamas, similares a las quemazones que los malones del siglo XIX producían en los pueblos recostados sobre la frontera, como Tandil, Azul o Tapalqué. De ninguna manera han sido estos los únicos hechos de violencia que vienen ocurriendo desde hace cinco años.
Estas conductas antisociales son promovidas por un sistema de ideas tan anacrónico como demencial. Consiste en la mixtura de una supuesta cultura araucana, que se pierde en la neblina de los tiempos, con un marxismo ad hoc, cuyo resultado final es un comunismo paleolítico. Quien más claro habló sobre estas vaguedades fue Jones Huala, en su momento de esplendor publicitario, en el 2017. Su batido cultural consistía en una mezcla de guerrilla castrista, maoísta, sandinista, aupada a líderes delictuales de la Pampa del siglo XIX como Calfucurá o el brutal Pincén, por poner algunos ejemplos. Aunque la historia de la pampa argentina está plagada de ladrones de ganado, de mujeres y de niños, cuya lista sería tan extensa como cruel rememorar en este artículo.
¿Qué sistema social progresista puede surgir de la reivindicación de una cultura que se destruyó cuando se direccionó al robo y a vicios como el alcohol y la vagancia? Ahí están los versos de José Hernández en su inmortal Martín Fierro o una Excursión a los Indios Ranqueles del general Lucio Mansilla para comprender el grado de descomposición social y cultural de lo que hoy la RAM reivindica como proyecto político.
Lo que más debiera preocupar de este dislate no es este grupúsculo de terroristas reclutados en la marginalidad de los barrios pobres de Bariloche, por ex dirigentes Montoneros, sino el apoyo que cierta intelectualidad de izquierda, citadina y cosmopolita, les da, como en su momento ocurrió con la guerrilla de los 60’. Naturalmente es muy distinto, detrás de aquella subversión había una ideología clara y dura y un Imperio socialista que desafiaba al capitalismo, con éxito. Detrás de estos violentos está el pasado arcaico, alentado por una intelectualidad progre que ha perdido la dirección del futuro.
Que el kirchnerismo ha mirado con simpatía al indigenismo llamándolos pueblos originarios, para darles jerarquía respecto de los criollos, no hay ninguna duda. Las agresiones a monumentos del general Roca en todo el país y el cambio de su nombre de calles y avenidas, estuvieron a la orden del día en los años de esplendor del kirchnerismo. Indigenismo rabioso que retiró de su lugar la estatua de Cristóbal Colon. Todo eso, que en su momento parecía una tontera discutirlo y enervarse contra el gobierno que lo promovía, es lo que ha abierto las puertas de estos energúmenos que asumiendo una tradición que no tienen, porque no existe más, se sienten respaldados por lo que escribieron historiadores e intelectuales oficialistas del kirchnerismo. En ese club de vesánicos anida la responsabilidad política de lo que hoy ocurre.
Ante el pedido de la Gobernadora de Río Negro de aumentar la presencia de Fuerzas Federales, el Ministro de Seguridad contestó que mejor sería una mesa de diálogo. ¿Con quién? Con los que ya han avisado que no van a dialogar. ¿Qué se esconde detrás de la gestión del Embajador Rafael Bielsa, ex Montonero, a favor del terrorista Jones Huala? ¿Sabe Alberto que la Constituyente chilena presidida por una Doctora, auto-percibida Mapuche, sancionará una Constitución que declare a Chile, Nación plurinacional? Y si esto fuera así, los violentos de la Araucanía, envalentonados por su éxito, en el país hermano, se lanzarán a desestabilizar a la Argentina, como ahora hacen en Chile.
El Gobierno Nacional juega con fuego. Uno de los asesores internacionales de Alberto es el chileno Marco Enríquez Ominami, uno de los creadores del Grupo Puebla, entidad defensora del indigenismo, desarticulador de las nacionalidades hispanoamericanas. No vivimos tiempos para mirar al costado. Lo más doloroso de lo que ocurre es que el gobierno actual, que se asume como peronista, reniegue de la visión que el general Perón tenía del proceso de Conquista y colonización, como así mismo desconocen que, de la Constitución de 1949, desapareció la problemática indígena que contenía la de 1853, pues el viejo militar entendía que había dos clases de hombres: los que trabajan y los que viven de los que trabajan. Los indígenas podían estar de un lado o del otro.
(De www.laprensa.com.ar)
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2 comentarios:
Como se suele decir "eramos pocos y parió la abuela". Realmente es una auténtica desgracia que en Iberoamérica se sume a los existentes el problema artificiosamente alimentado del indigenismo. Lo curioso del caso argentino es que se azuze desde el gobierno peronista cuando lo normal es que sea algo que hace la izquierda para poner en dificultades a gobiernos a los que se opone. Todo parece indicar que estamos ante una estrategia que supera el ámbito nacional, dirigida desde círculos y poderes trasnacionales.
El peronismo, ideológicamente hablando, no es nada, sino un sector que busca el poder como meta única. El kirchnerismo es un movimiento de ultraizquierda que se distingue del peronismo inicial de los años 40, que era un "fascismo de las clases bajas". Así como Bergoglio dio el paso del fascismo al marxismo, así sucedió con gran parte del votante peronista..
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