Si en la actualidad quisiéramos "diseñar" una religión natural con elementos del pasado, o que hayan sido empleados en el pasado, podríamos incorporar principios o propuestas tanto del estoicismo como del cristianismo, seleccionando lo mejor de ellos y relegando lo menos conveniente para una posible adaptación del ser humano al orden natural.
Podrá decirse que el estoicismo es una filosofía y el cristianismo una religión, por lo que provienen de distintos ámbitos; sin embargo, como se trata esencialmente de propuestas éticas, y, desde el punto de vista de los efectos que pueden producir en las distintas personas, se trata de posturas que se pueden compatibilizar en una síntesis que abarque a ambas.
La adopción del cristianismo, por parte de la Roma imperial, fue posible principalmente por una previa familiaridad de los romanos con la filosofía de los estoicos. Incluso las tres figuras estoicas principales fueron romanos: Séneca, Epicteto y Marco Aurelio.
Mientras que los estoicos tienen presente la existencia de un orden natural regido por leyes invariantes, el cristianismo supone la existencia de un Dios creador de dicho orden, si bien en este caso se acepta la existencia de interrupciones momentáneas de las leyes naturales por medio de milagros. Desde el punto de vista del hombre común, no existe una diferencia esencial entre la creencia en un universo regido por leyes invariantes y un Dios que responde de igual manera en iguales circunstancias.
Para los estoicos, el respeto y la adaptación al orden natural es de la mayor importancia. Para los cristianos, las leyes de Dios también ocupan un lugar similar, por lo que consideran a la soberbia como el mayor de los pecados, ya que implica desconocer las leyes de Dios para reemplazarlas por leyes humanas, como ha sido el caso de los totalitarismos.
A favor de la postura estoica se observa la imposibilidad de caer en el paganismo, considerando pagana toda religión que se basa, no en la ética, sino en un intercambio de pedidos y homenajes al Dios creador para ser recompensados de alguna forma por tal adhesión incondicional.
Además, mientras que el estoico busca el bien común en sí mismo, recibiendo como recompensa la felicidad asociada a esa actitud, el cristiano tiende a buscar el bien pensando más en el premio que recibirá en el futuro que en los efectos inmediatos de una actitud principalmente emocional.
Por otra parte, mientras que el estoico tiende a considerar prioritaria la razón a la emoción, la ética cristiana se basa en la empatía emocional, que es seguramente el proceso de supervivencia más importante que existe.
Los detractores del estoicismo, y de toda postura filosófica que adopte como fundamento la invariabilidad de la ley natural, tienden a descalificarlas aduciendo que el determinismo asociado a esas leyes excluye la libertad de elección. Jacques Leclercq escribió: "El estoicismo se basa en un panteísmo materialista que evoluciona hacia el espiritualismo...El mundo forma un todo finito y ordenado, puramente material y regido por leyes inflexibles. El determinismo cósmico constituye la base de todas sus concepciones. El hombre está sometido a ese determinismo como los demás seres: a primera vista, no hay sitio para la libertad" (De "Las grandes líneas de la filosofía moral"-Editorial Gredos SA-Madrid 1977).
De la misma manera en que las "leyes inflexibles" del ajedrez permiten la enorme cantidad de variantes y de partidas posibles, la existencia de leyes naturales invariantes permite la existencia del orden natural y de todo lo existente. Sin tales leyes no habría ajedrez ni tampoco orden natural alguno.
La libertad de elección implica la posibilidad de elegir una entre varias posibilidades, mientras que el determinismo implica una imposibilidad en ese sentido. De ahí que la libertad de elección proviene precisamente de la existencia de leyes naturales invariantes. Además, no se concibe propuesta ética que no sostenga la existencia de libertad de elección; de lo contrario, no tendría sentido hablar de actos morales y actos exentos de moral. Roger Scruton escribió: "La idea de que vivimos en un universo gobernado por leyes, donde cada evento resulta según leyes causales inmutables, evocan el espectro del determinismo. El determinismo es la creencia de que todo está determinado para ocurrir tal como sucede, que las cosas «no podrían haber sido de otra manera»".
"Definido así, el determinismo es casi seguramente falso. Las leyes fundamentales del universo no permiten deducir el futuro a partir del pasado. Sólo nos dicen que, dadas ciertas circunstancias, ciertos eventos son probables" (De "Filosofía moderna"-Editorial Cuatro Vientos-Santiago de Chile 1999).
En necesario e imprescindible, en nuestra época de severa crisis moral, recurrir a toda forma educativa que apunte a conformar personalidades orientadas hacia la cooperación social, desalentando toda forma de parasitismo social. Juan Mantovani escribió: "La empresa de transformar no es sólo política, sino también educativa. Recuerda Ortega y Gasset que los latinos llamaban eductio, educatio, a la acción de sacar una cosa de otra, de convertir una cosa menos buena en otra mejor, o sea, a una tarea de perfeccionamiento, al tránsito de lo que es a lo que debe ser".
"Estas son sus palabras: «Por la educación obtendremos de un individuo un hombre cuyo pecho resplandece en irradiaciones virtuosas. Nativamente aquel individuo no era bondadoso, ni sabio, ni enérgico; mas ante los ojos de su maestro flotaba la imagen vigorosa de un tipo superior de humana criatura, y empleando la técnica pedagógica ha conseguido inyectar este hombre ideal en el aparato nervioso de aquel hombre de carne. ¡Tal es la divina operación educativa, merced a la cual el verbo se hace carne!»" (De "Filósofos y educadores"-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 1962).
En una época en que los medios masivos de comunicación tienden a establecer o a difundir una mentalidad generalizada masificadora, se restringe la influencia que pueden brindar los establecimientos educativos, también influenciados por tal mentalidad de masas. De ahí que, de alguna forma, sería adecuado un retorno a las ideas estoicas y cristianas aunque esta vez asociadas a una religión natural.
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1 comentario:
El ser humano aun formando parte de la naturaleza la trasciende porque es capaz de reflexión y opción. Y por eso escapa al determinismo, sea considerado como especie o individualmente.
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