Toda ética propuesta debe describir con similar exactitud las actitudes que conducen al bien como a las que conducen al mal, para alentar las primeras y desalentar las últimas. La ética bíblica presenta ambos aspectos, ya que los mandamientos de Moisés, que aparecen en el Antiguo Testamento, se caracterizan por desalentar el mal, con prohibiciones como el "no matarás", "no robarás", etc. En el Nuevo Testamento, por otra parte, se enfatiza la promoción del bien, con el "Amarás al prójimo como a ti mismo". En ambos casos se aduce que tal ética proviene de Dios, o bien del orden natural, como también puede suponerse.
Resulta evidente que, si la gran mayoría de las personas adoptase esta ética, las diversas sociedades humanas funcionarían bastante mejor que lo que actualmente se observa. La débil influencia de la ética bíblica se debe, entre otros aspectos, al lugar secundario que le otorgan los predicadores cristianos, ya que están más interesados en que se crea que Cristo volvió a la vida luego de su crucifixión, a que se cumpla con la ética propuesta.
Ante tantas complejidades y misterios, un gran sector de la sociedad rechaza totalmente a la religión, con la ética incluida. De ahí que son varios los autores que niegan el origen divino de la ética proponiendo otros orígenes distintos. Sin embargo, es posible afirmar que toda ética parte de la observación directa del comportamiento de las personas para sugerir, luego, una optimización del mismo y una fundamentación posterior de la ética, como es el caso del supuesto origen divino de tales mandamientos.
El individuo alejado de la religión tiende a sospechar que, si Dios hubiese creado en forma directa a los seres humanos, y no en forma indirecta través de la evolución biológica, estaríamos exentos de tantos defectos como advertimos. Estas debilidades se deben, posiblemente, a que nuestro cerebro adquiere su componente racional (neocórtex) en una etapa tardía, por lo que no existe un fácil control racional sobre lo emocional ni tampoco un fácil control emocional sobre lo raciomal. Antonio Royo Marín escribió: “Existen en el cristiano dos partes componentes y opuestas: la carne y el espíritu; existen en él como dos hombres enemigos que se combaten entre sí: el hombre viejo y el hombre nuevo. El cristiano, ayudado de la gracia, debe hacer triunfar al espíritu sobre la carne, al hombre nuevo sobre el viejo. La salvación depende de esta victoria. La vida cristiana y el grado de perfección de cada uno se miden por el progreso del espíritu sobre la carne, del hombre nuevo sobre el viejo”.
A continuación se menciona un listado de éticas alternativas, no religiosas, que tienden a competir con la ética bíblica:
- La moral proviene del influjo de la educación (Montaigne)
- La fuente de la moralidad son las leyes del Estado (Hobbes)
- Lo bueno y lo malo arranca de un libre pacto entre los hombres (Rousseau)
- Es una invención de los hombres superiores: filósofos, etc. (Mandeville)
- El desarrollo del sentido moral se debe al progreso de la ciencia (Comte, Stuart-Mill, Litré, Taine)
- Todo depende del influjo social (Durkheim, Lévy-Brühl, etc.) o de las leyes de la historia (Dilthey e historicistas)
- No hay más principio de moral que el yo («egoísmo absoluto» de Max Stirner)
- La moral y el derecho son de origen positivo, a base de las costumbres de los pueblos que van cambiando en el transcurso de los siglos (Savigny, Paulsen y otros partidarios de la «Escuela Histórica del Derecho»)
(Extractos de "Teología moral para seglares"-La Editorial Católica SA-Madrid 1964).
Es oportuno decir que la validez de toda ética, con sus sugerencias o mandamientos asociados, surge de sus efectos una vez que han sido puestos a prueba, en lugar de considerar su origen. En este caso estaríamos admitiendo el principio de validez cristiano: "Por sus frutos los conoceréis".
Este criterio difiere poco del empleado por los físicos y que Richard P. Feynman sintetizara afirmando que poco interesa el origen y la formación de un científico siendo lo importante el aporte que realiza. Al respecto escribió: “En la Edad Media se pensaba que la gente hace sencillamente muchas observaciones y que las propias observaciones sugieren las leyes. Pero las cosas no funcionan así. Se necesita mucha más imaginación. Por eso tenemos que hablar de dónde proceden las nuevas ideas. En realidad, da igual de dónde procedan con tal de que lleguen. Tenemos una forma de comprobar si una idea es correcta o no, que no tiene nada que ver con su procedencia. Simplemente la ponemos a prueba frente a la observación. Por eso en la ciencia no estamos interesados en la procedencia de una idea”.
“No hay ninguna autoridad que decida qué idea es buena. Nos hemos librado de la necesidad de acudir a una autoridad para descubrir si una idea es verdadera o no. Podemos leer a una autoridad y dejar que nos sugiera algo; podemos probarlo y descubrir si es cierto o no. Si no es cierto, tanto peor, y así es cómo las «autoridades» pierden algo de su «autoridad»”.
“La mayoría de la gente encuentra sorprendente que en ciencia no haya interés por la formación previa del autor de una idea o por sus motivos al exponerla. Usted le escucha, y si la cosa suena digna de ser probada, que podría ensayarse, que es diferente y no es claramente contraria a lo ya observado, entonces resulta excitante y vale la pena intentarlo. Usted no tiene que preocuparse por cuánto haya estudiado él o por qué quiere que usted le escuche. En ese sentido no importa de dónde precedan las ideas. El origen real es desconocido; lo llamamos imaginación del cerebro humano, la imaginación creativa; es simplemente uno de aquellos «impulsos»” (De “Qué significa todo eso”-Crítica-Barcelona 1999).
La base o fundamento científico de la ética cristiana es la empatía emocional; el principal medio de adaptación y supervivencia de la humanidad. Sin embargo, los detractores de la religión tienden a considerar como "científico" al marxismo-leninismo suponiendo que la aplicación del método científico asegura su validez, ignorando que existen teorías erróneas, o no verificadas al ser confrontadas con la realidad. Además, la dialéctica marxista ni siquiera es utilizada en la ciencia auténtica.
Algunos autores advierten que, en realidad, el marxismo-leninismo es una pseudoreligión que utiliza aspectos propios de la tradición bíblica. Arnold J. Toynbee escribió: "El comunismo tomó del judaísmo el mito del pueblo elegido, el mito de la victoria milagrosa del pueblo elegido sobre los gentiles que, juntos, se precipitan furiosamente contra él, y el mito del paraíso terrenal, después de haber alcanzado la victoria de Sión".
"Estas son todas imágenes judías y cristianas de la realidad de la vida espiritual. Todas fueron adoptadas por el comunismo y todas influyeron en su espíritu. Además, si consideramos la conducta de los fieles neopaganos totalitarios, me temo que podríamos comprobar que su proceder se inspiró en un aspecto de la tradición cristiana y judía, me refiero al aspecto del fanatismo e intolerancia que podemos distinguir si examinamos la historia de todas las religiones judaicas: el islamismo, el cristianismo y el propio judaísmo" (De "El cristianismo entre las religiones del mundo"-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1960).
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