Por Pedro Cornelio von Eyken
Entre septiembre de 2006 y septiembre de 2009 cumplí funciones diplomáticas en la Embajada Argentina en Cuba. En mi carrera diplomática de treinta y siete años y ocho meses, desde 1983 hasta que me retiré del servicio activo en abril último, tuve, además de Cuba, dos puestos sucesivos en Alemania, donde asistí a la caída del Muro de Berlín y a la reunificación de ese país. También estuve dos años en Finlandia y finalicé mi carrera en el exterior como Embajador en Haití entre 2017 y 2019.
Cuando decidí hacer el doctorado en ciencias políticas en la Universidad Católica Argentina, en 2013, elegí mi experiencia profesional en Cuba. El tema de mi tesis fue `La Revolución Cubana cincuenta años después. Impacto de los factores externos e internos en la grave crisis económica y social de Cuba en 2009'. La defendí en abril último y con ese título puede hallarse en el repositorio de la UCA.
Volcar mi experiencia en la isla y agregarle el debido contenido académico me llevó seis años de trabajo. Con 448 páginas, la tesis era demasiado extensa. No podía obviar la parte metodológica de rigor que hoy requiere una investigación del máximo nivel académico y si quería dar a conocer mi hipótesis de trabajo a un público más amplio, debía resumirla bastante. El libro ya está listo para ser publicado y su extensión apenas superará las 100 páginas. Como la tesis, lo redacté ex profeso en primera persona para subrayar su carácter testimonial.
LAS RAZONES VERDADERAS
Parto de una hipótesis que podrá resultar atrevida para muchos, hasta políticamente incorrecta: sostengo que las verdaderas razones del fracaso económico y social de la Revolución Cubana, cuando cumplía cinco décadas en 2009 y actualizada hasta 2019, no son externas sino internas. No fueron el "bloqueo" estadounidense ni la caída de la Unión Soviética. Fueron las políticas económicas dirigistas, igualitaristas y contradictorias de Fidel Castro y su sucesor. Aquellos factores externos condicionaron y facilitaron la grave crisis, pero no fueron determinantes. La caída del campo socialista detonó esa grave situación en 1991 pero se fue gestando por la suma de decisiones económicas cubanas.
En filosofía política hay una famosa frase atribuida a Aristóteles, que fue discípulo de Platón durante veinte años y maestro de Alejandro Magno: `Soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad'. La búsqueda de la verdad es superior a la amistad de una persona. El realista Aristóteles abandonó parcialmente las enseñanzas del idealista Platón y mostró su preferencia por la verdad, aunque esa búsqueda implicara una ruptura con las ideas de su maestro. En el tema que nos ocupa, esa amistad por una persona puede trocarse por el apego a una ideología, en este caso, el marxismo-leninismo interpretado por Fidel Castro desde 1959. Fui formado en la escuela realista de la filosofía aristotélico-tomista y me he sentido siempre más inclinado al poder de lo fáctico que a las ataduras ideológicas. Prefiero la verdad de lo que fue, sus resultados tangibles, a lo que debió haber sido.
EL CASO DE CUBA
En el caso de Cuba, que recorrí entera mientras conversaba con cubanos de a pie, observé una situación que me llevó a reflexionar si la Revolución Cubana se había hecho para llegar a esos magros resultados que no han hecho más que empeorar desde 2009 y que explican las manifestaciones espontáneas iniciadas el 11 de julio pasado. La economía se halla estancada y la escasez de comida y medicamentos, aunque haya dinero para pagarlos, se torna desesperante día a día. Los gritos clamando libertad, que no escuchaba en mis tres años allí, han ido aumentando. Esas manifestaciones, severamente reprimidas por fuerzas policiales y parapoliciales, han proliferado y se han difundido dentro y fuera de la isla gracias a internet y las redes sociales, los nuevos enemigos internos del régimen. Ninguna persona sensata, dentro o fuera de Cuba, puede decir honestamente que ignora esa situación.
Fui testigo de una Revolución doblemente traicionada al pueblo cubano. La primera traición se extendió desde antes del 1° de enero de 1959 hasta diciembre de 1961, cuando Fidel Castro adscribió públicamente al marxismo-leninismo. Durante la lucha en la Sierra Maestra y en la etapa inicial del gobierno revolucionario, Castro prometió elecciones, libertades individuales y el regreso a la Constitución de 1940, negando enfáticamente el comunismo. La segunda traición tuvo lugar desde 1961 hasta 2009, ya que el marxismo-leninismo no mejoró las condiciones de vida de los cubanos respecto de 1958. La última vez que el pueblo cubano eligió libremente un gobierno entre varias opciones políticas fue el 3 de noviembre de 1958, con el triunfo del candidato oficialista Andrés Rivero Agüero, que debía gobernar entre 1959 y 1963. Nunca llegó a asumir. Tampoco se realizó nunca en Cuba un referéndum para votar por sí o por no la continuación del gobierno revolucionario. La opción de Fidel Castro era clara desde el principio: enemistarse con EE.UU. durante el contexto favorable de la Guerra Fría y aliarse con la URSS para eternizarse en el poder.
`CULPA DEL BLOQUEO'
Para el gobierno y los simpatizantes externos de la Revolución, atados a criterios ideológicos, todo es culpa del "bloqueo" norteamericano. Yo me dedico a rebatir esa falsedad con cifras y argumentos; prefiero denominarlo embargo y explico por qué. El único bloqueo de la isla es interno, determinado por la obsesión igualitarista de Fidel Castro y continuada por sus sucesores que se da de bruces con la realidad: el mozo de un restaurante u hotel destinados al turismo extranjero gana en propinas, en una semana, mucho más de lo que ganan un médico o un maestro de escuela en un mes. La negación del lucro como incentivo natural e innegable del progreso económico se debe al temor de la nomenklatura gobernante de perder el poder.
Igualmente, no apoyo el embargo por tres razones: A) Perjudica más al cubano promedio que a la clase dirigente; B) Cuba es un global trader que comercia con el resto del mundo y es apoyado por potencias extrarregionales enemigas de EE.UU.; y C) no sirvió a los objetivos estadounidenses que procuraban derrocar a Fidel Castro, torcer el curso de la Revolución o mejorar los derechos individuales.
En cinco décadas, a partir de la Reforma Agraria de 1959, Cuba pasó del latifundio privado al latifundio estatal. Hoy pueden verse miles de hectáreas improductivas. La isla debe importar el 80 % de los alimentos que consume. Y el embargo no es absoluto: en 2000 Estados Unidos exceptuó a los alimentos y medicinas, a tal punto que en 2008 el país del Norte vendió a la isla 710 millones de dólares en alimentos. El verdadero problema, que redundó en un descenso paulatino de esa cifra, es que EE.UU. exige a Cuba el pago al contado. La falta de efectivo y de crédito sí es consecuencia del embargo y de la orfandad de la isla respecto de los organismos mundiales de crédito. Lo saben nuestros exportadores.
DOS FACTORES IMPORTANTES
A lo largo de la tesis y del libro desarrollo otros dos factores importantes: primero, la obsesión de Fidel Castro de crearse un enemigo permanente con Estados Unidos, desde Dwight Eisenhower en 1959 hasta Barack Obama en 2016, a pesar de las manos extendidas por James Carter y Obama, quienes más hicieron por relanzar la relación bilateral. La guerra Fría terminó en 1991 pero no para Fidel Castro. Segundo, desarrollo una comparación entre los distintos caminos elegidos por Cuba y Vietnam a partir de la perestroika de Gorbachov. Ambos eran marxistas-leninistas en 1986 y siguen siéndolo, pero Vietnam inició ese año su Doi Moi (renovación). Se abrió el mercado y se conectó con Estados Unidos y el mundo, lo que condujo a una paulatina reducción de la pobreza, al regreso de Vietnam a los organismos mundiales de crédito, a que Clinton derogara el embargo comercial en 1994 -diecinueve años después de la caída de Saigón-, y a que Obama cancelara el embargo de armas en 2016. Fidel Castro, en cambio, desde 1991 rechazó de plano cualquier posibilidad de perestroika en Cuba.
Ensayó desde entonces una serie de medidas económicas sucesivas y contradictorias entre sí, abriéndose apenas al mercado para cerrarse enseguida cuando observaba que el país (y también el cuentapropismo, sinónimo de capitalismo) concedían bienestar al pueblo. Raúl Castro, a cargo del gobierno efectivo desde febrero de 2008 a 2018, no introdujo ninguna reforma estructural. Las diferencias entre ambos países, en septiembre de 2021, están a la vista.
(De www.laprensa.com.ar)
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3 comentarios:
Una causa de que las protestas populares en Cuba estén llegando al punto actual reside precisamente en la introducción de elementos de mercado en su economía. El hecho de que esté apareciendo en niveles mínimos pero perceptibles una nueva clase que comparativamente ya no es pobre gracias a su iniciativa económica y no por el hecho de pertenecer a la minoría dirigente está importunando a una población educada desde los ámbitos oficiales en una mentalidad igualitarista.
Si no fuera por el mercado negro, los cubanos se hubieran muerto casi todos...Una característica de Cuba es el robo generalizado al Estado como fuente de intercambios en el mercado negro...
Parece ser que el hombre nuevo deja mucho que desear.
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