Toda ética propuesta debería divulgarse mediante la prédica del bien, tratando que predomine netamente sobre el mal. De ahí que la mayor parte del contenido de cada ética debería concentrarse en lo que genera el bien, dedicando menor atención a las causas del mal. De esa forma, se establecería la prédica de cierta información que ha de ser dirigida a todo integrante de la sociedad, sin excluir a nadie. Aún así, es posible que se advierta cierta debilidad de esta postura, por cuanto aparenta no combatir el mal en forma directa. Sin embargo, una convincente sugerencia de las ventajas del bien tiende a limitar simultáneamente el mal, en forma más efectiva que combatirlo en forma directa. Este es el caso del cristianismo.
Si el mal se considera como una ausencia del bien, la oposición al mal tendería a promover el bien, aunque en forma distinta a la anteriormente mencionada. Por lo general, el combate del mal viene asociado a una idea de justicia, pero también de castigo y venganza. Esta vez llega a ser excluyente, porque se atribuye el mal a un sector de la sociedad presuponiendo al resto exento de culpas. Este es el caso de los totalitarismos, ya que presuponen el mal como un atributo de ciertas clases sociales o bien de ciertas razas, sugiriendo combatirlas hasta hacerlas desaparecer.
La esencia de la prédica del "no mal", o de la "oposición al mal", implica tomar al mal como referencia para llegar al bien realizando todo lo contrario, es decir, no se toma como referencia las leyes naturales ni el orden natural, sino las supuestas "leyes" descubiertas por Marx y por Hitler en la creencia de que, destruyendo el mal (el capitalismo y los judíos, respectivamente) el bien surgirá en forma necesaria. Este fue el caso de la eliminación del dinero, el "estiercol del diablo" según Bergoglio. Alberto Falcionelli escribió: "La eliminación de los bancos y del dinero fue uno de los grandes caballos de batalla de Lenin antes de su llegada al poder y, por vías de consecuencia, en los primeros días del régimen bolchevique, durante los cuales se intentó, en el marco del Comunismo de Guerra, aplicar esa singular concepción de relaciones económicas".
"Resultados: al desaparecer todo tipo de transacción monetaria y al volver al sistema primigenio del trueque y del saqueo -bases fundamentales de las relaciones económicas entre ciudadanos rusos durante la fase aludida- la industria se paralizó incurablemente, el comercio desapareció, la agricultura redujo sus trabajos al mínimo exigido por la supervivencia del campesino, y los rusos empezaron a morirse de hambre por millones, aun cuando la Cheká se las arreglara para aumentar el número de raciones reduciendo el de los habitantes".
"Al descubrir, pues, esta imprevista, e insuperable, realidad, Lenin tuvo que «retroceder» hasta restaurar el capitalismo «en escala considerable» mediante la adopción del sistema conocido como Nueva Política Económica (NEP)" (De "El licenciado, el seminarista y el plomero"-Editorial La Mandragora-Buenos Aires 1961).
A pesar de los fracasos, la creencia en que la anulación del "mal" traerá como consecuencia inmediata el "bien" se mantiene en nuestros días. Esta vez bajo el "marxismo cultural", que, asociado a sectores del Islam, se propone borrar del mapa todo lo que esté asociado a lo que denominamos "civilización occidental" (cristianismo, capitalismo, derecho natural, etc.).
La destrucción del "mal" debe ser total, de ahí que se exageran las flaquezas del enemigo de manera que la difamación sea efectiva. Este es el caso de la idealización favorable a los pueblos originarios de América y de la demonización de los conquistadores españoles. Sin embargo, estudios históricos recientes señalan que Hernán Cortés recibió el apoyo de los pueblos sometidos por los aztecas a fin de eliminar el estado de opresión al que estaban sometidos. Claudia Peiró escribió: "La otra cara de la leyenda negra sobre la colonización de América por los españoles es la idealización del mundo precolombino, pintado como un Edén en el que los indígenas vivían en armonía entre sí y con la naturaleza. La grandeza de la cultura azteca, plasmada en sus monumentales construcciones, o el «socialismo» inca eran elementos de un relato que encubría un dominio implacable de esos imperios sobre otras etnias a las que sojuzgaban, explotaban, saqueaban y, en ciertos casos, devoraban. Literalmente".
“«Oí decir que le solían guisar (a Moctezuma) carnes de muchachos de poca edad... (...) mas sé que ciertamente desde que nuestro capitán [Hernán Cortés] le reprendió el sacrificio y comer de carne humana, que desde entonces mandó que no le guisasen tal manjar»”. Quien esto escribe es Bernal Díaz del Castillo, conquistador español, que en 1519 a las órdenes de Hernán Cortés participó de la expedición que puso fin al Imperio azteca".
"Un impacto en el presente de estas tergiversaciones del pasado fue la renuncia de España a conmemorar, en 2019, los 500 años de la conquista de México por Hernán Cortes; y en realidad, del nacimiento de México. En cambio, el presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador, eligió evocar este año los 5 siglos de la caída de Tenochtitlán, la capital azteca. Amén de su constante y absurda exigencia de que España y la Iglesia pidan perdón por la conquista y la colonización, cuando en realidad la nación mexicana surgió de ese proceso" (De www.infobae.com).
En gran parte de los países latinoamericanos se sigue envenenando la mente de los estudiantes con la prédica de la necesaria abolición del "mal", unificado en todo lo asociado a Occidente. La actualización de la "conquista española" adquiere la forma de la "teoría de la dependencia", a pesar de que uno de sus autores, Fernando H. Cardozo, haya reconocido el error básico de tal teoría. De ahí que la actitud generalizada de culpar a otros países por nuestras propias debilidades, aseguran a los países latinoamericanos un futuro negativo ante la férrea intención de no reconocer ninguna de sus debilidades.
Los marxistas, que maldicen cotidianamente al Imperialismo de EEUU, cuando llegan al poder para imponer el socialismo, y aún antes, se convierten en aliados reales y concretos del "mal", ya que promueven el éxodo de capitales y de gente capacitada que beneficiará a otros países, especialmente a EEUU.
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2 comentarios:
Los hombres tenemos tanto la predisposición a hacer el mal como a hacer el bien. Pero para que la balanza se decante por uno de los lados debe reforzarse consciente y deliberadamente lo que queramos promover, de lo contrario será el azar quien determine la actitud que se hará preponderante, y eso no puede consentirse si en algo nos importa la realidad y el futuro de lo humano.
Se advierte en la actualidad una diferencia importante respecto del pasado. Antes, se advertía una clara distinción entre el bien y el mal, y lo normal era promover lo primero. Si bien ello no siempre ocurría, ya que la hipocresía servía para fingir el apoyo al bien, reconociendo su valor.
En la actualidad, el bien y el mal se consideran normales igualmente. Es la era del cinismo. Ni siquiera se admite la preeminencia del bien.
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