Las tendencias naturales, que orientan las conductas individuales, son la cooperación y la competencia. Se acepta, en general, que la cooperación es siempre buena, mientras que la competencia, por el contrario, es vista por muchos como algo malo. Sin embargo, se olvida que la competencia estimula las iniciativas creadoras favoreciendo a la sociedad en su conjunto. Quienes sostienen que no existe la "competencia sana" en cierta forma consideran que existe una falla en el proceso evolutivo, o que la competencia no favorecería a dicho proceso, proponiendo limitar o extirpar de la sociedad todo proceso competitivo.
El caso más evidente es la negación de la competencia económica en el mercado, lo que equivale a estimular la creación de monopolios, especialmente el gran monopolio estatal, al que apunta el socialismo. Demás está decir que tal sistema de planificación económica fracasó, por cuanto limita o niega toda forma de proyecto o de iniciativa individual, con la intención de proteger al envidioso del sufrimiento permanente que se inflinge a sí mismo.
Así como existe una sana competencia en el deporte, en la cual los rivales no son necesariamente enemigos, también es posible la existencia de una sana competencia en la economía y en otros ámbitos. En estos casos, cada individuo compite consigo mismo y evalúa su desempeño por comparación con los rivales. Por el contrario, cuando se busca el triunfo a toda costa, aún perjudicando al rival, o haciendo trampa, la competencia se desvirtúa y deja de ser "sana" para convertirse en "enferma".
Es oportuno mencionar la opinión de un biólogo que, pareciera, no está conforme con el proceso evolutivo que nos formó como seres humanos. Posiblemente ello se deba a que descarta la posibilidad de la existencia de una competencia sana a la cual podamos reconducir alguna vez a la competencia egoísta de tal manera que compitamos con los demás para cooperar de mejor forma que el resto. Humberto Maturana R. escribió: "La competencia no es ni puede ser sana porque se constituye en la negación del otro".
Si consideramos el caso de Messi y Cristiano Ronaldo, puede decirse que ambos se potenciaron gracias a la presencia del otro. No parece que hayan "negado" la existencia del otro, sino que la tuvieron presente para realizar todos los esfuerzos posibles para no ser vencidos por el rival con el resultado positivo para quienes pudimos verlos realizando sus espectaculares goles.
El biólogo citado agregó: "La sana competencia no existe. La competencia es un fenómeno cultural y humano y no constitutivo de lo biológico. Como fenómeno humano la competencia se constituye en la negación del otro. Observen las emociones involucradas en las competencias deportivas. En ellas no existe la sana convivencia porque la victoria de uno surge de la derrota del otro, y lo grave es que, bajo el discurso que valora la competencia como un bien social, uno no ve la emoción que constituye la praxis del competir, y que es la que constituye las acciones que niegan al otro" (De "Emociones y lenguaje en educación y política"-Hachette-Santiago de Chile 1992).
En cualquier actividad, el progreso individual se produce en base al proceso de prueba y error. La efectividad individual se pone a prueba, precisamente, por comparación o competencia con los demás. En dicho proceso se ha de perder en muchas ocasiones, pero es la única forma en que se han de corregir los errores. En las primeras etapas de la investigación espacial, en plena competencia entre EEUU y la URSS, se interpretaban los fracasos como verdaderos avances por cuanto enseñaban cuáles eran los errores cometidos.
En cuanto a la competencia en economía, Humberto Maturana R. agregó: "Recuerdo haber asistido a un curso de economía dictado en la Universidad Católica por un economista de la escuela de Chicago, pues quería entender a los economistas. Él centró su discurso en las leyes de la oferta y la demanda. Nos habló de los reemplazos de las importaciones por producciones locales y de las exportaciones en el libre mercado, destacando las bondades de la sana competencia, etcétera. Yo le pregunté si en el encuentro mercantil hay alguna diferencia cuando los que participan en él son amigos y se respetan, con respecto a cuando no lo son, no se conocen y no se respetan".
"Él no supo qué contestar. Por lo menos eso me reveló que era una pregunta que jamás se había hecho, porque quien se haga esa preguntan no puede sino trabajar para obtener una respuesta, pues se trata de una pregunta fundamental. No es lo mismo un encuentro con alguien que pertenece al mundo de uno y a quien uno respeta, que un encuentro con alguien que no pertenece al mundo de uno y que es para uno indiferente, aunque esto sea en la simple transacción mercantil que no parece tan obvia y tan clara. No es lo mismo porque las emociones involucradas son distintas.".
El citado autor parece no advertir que los empresarios compiten entre sí en su empeño por beneficiar a la mayor cantidad de consumidores. Si alguien domina el 50% del mercado de un determinado producto y un competidor sólo el 20%, significa que el primero vende productos de mejor calidad, o de igual calidad pero a menor precio. La competencia, en este caso, implica una competencia que favorece la cooperación social respecto de terceros.
Es también necesario advertir que se puede competir en ciertas actividades sin que ello signifique que el competidor sea necesariamente un enemigo, ya que sólo es un rival ocasional. Ello nos retrotrae al caso de los hermanos Milito; el delantero jugando en Racing y el defensor en Independiente, rivales dentro de la cancha pero, seguramente, aliados en su ambiente familiar.
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1 comentario:
Lo cierto es que es mejor que los competidores no se conozcan, o cuando menos que no sean amigos, así hay muchas menos probabilidades de que lleguen a un acuerdo de precios que perjudique a los consumidores.
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