La economía de mercado, asociada a la cooperación social, se reduce a un proceso simple: A intercambia con B para beneficio de ambas partes. Con esta condición, los intercambios habrán de perdurar; de lo contrario, si se beneficia sólo una de las partes, o ninguna de ellas, los intercambios cesarán. De ahí que se requiera de ambas cierta actitud o predisposición previa enteramente compatible con la ética cristiana y el "Amarás al prójimo como a tí mismo". Es por ello que cierto sector del catolicismo observa la compatibilidad mencionada y no se opone al liberalismo económico, mientras que otro sector considera al liberalismo como enemigo del cristianismo. Kenneth E. Boulding escribió: "La economía sin la ética es como una palanca sin punto de apoyo" (De "Principios de Política Económica"-Aguilar SA de Ediciones-Madrid 1963).
Tanto liberales como cristianos son rivales ideológicos del marxismo-leninismo; al estar separados, favorecen la expansión de las ideas socialistas ya que ocasionalmente coinciden con el marxismo-leninismo para combatir al otro. Así, el liberalismo ateo ataca a toda forma de religión, mientras que la izquierda católica comparte la difamación marxista contra la economía capitalista.
Entre las causantes del divorcio entre catolicismo y liberalismo se encuentra la idea economicista por la cual se aduce que la economía de mercado lleva incorporada implícitamente una ética de cooperación social, por lo que no haría falta ninguna religión. En lugar de suponer que primero debe instalarse la ética natural, o cristiana, para que pueda establecerse una economía de mercado, el liberal supone que la cooperación social recién surgirá cuando se adopte la economía de mercado. Al relegar la religión, y la ética en general, a un lugar secundario, surge desde el catolicismo la esperada reacción de negar la economía de mercado como un sustituto de la religión moral. Ludwig von Mises escribió: "En el marco de la cooperación social brotan, a veces, entre los distintos miembros actuantes, sentimientos de simpatía y amistad y una como sensación de común pertenencia. Tal disposición espiritual viene a ser manantial de placenteras y sublimes experiencias humanas. Dichos sentimientos constituyen precioso aderezo de la vida, elevando la especie animal hombre a la auténtica condición humana. Ahora bien, no fueron, como hubo quien supuso, tales experiencias anímicas las que produjeron las relaciones sociales. Antes al contrario, aquéllas no son más que fruto de la propia cooperación social, y sólo a su amparo medran; ni son anteriores a la aparición de las relaciones sociales ni tampoco semilla de las mismas".
“En un mundo hipotético, en el cual la división del trabajo no incrementara la productividad, los lazos sociales serían impensables. No habría en él sentimiento alguno de benevolencia o amistad” (De “La Acción humana”-Editorial Sopec SA-Madrid 1968).
Incluso se llegó al extremo de proponer a la Doctrina Social de la Iglesia como una tercera opción entre liberalismo y socialismo. Fulvio Ramos se preguntaba: "¿La única alternativa socio-económica está dada por el modelo liberal por un lado y el estatizante del socialismo por el otro? ¿Puede hablarse legítimamente de que la Doctrina Social de la Iglesia es una tercera posición?".
Ramos aduce que la separación entre catolicismo y liberalismo surge en la época del Renacimiento, escribiendo: "En el panorama cultural y social de Europa se van operando una serie de cambios fundamentales a partir del Renacimiento, los que modelan un nuevo proyecto cultural y antropológico sobre los cuales ejercerá una dominante influencia la burguesía, clase social muy ligada al ideario liberal. Este nuevo proyecto puede resumirse en tres conceptos fundamentales: inmanencia, antropocentrismo e individualismo".
"Estas son las características del nuevo espíritu que comienza a abrirse paso reemplazando a una cultura teocéntrica y basada en la trascendencia, es decir, a una cultura esencialmente cristiana. Este nuevo espíritu reivindica el derecho del individuo a labrar su propio destino con independencia de Dios (aun cuando todavía no se lo niegue formalmente) y de cualquier autoridad externa que pudiera limitar sus posibilidades, especialmente la Iglesia. El sentido de la propia capacidad individual y de dominio del individuo sobre el universo hará concebir el mundo desde la exclusiva óptica del individuo, principio y fin de todos los afanes de la nueva época" (De "Liberalismo económico y Doctrina Social de la Iglesia"-Editorial Forum-Buenos Aires 1986).
Los inconvenientes mencionados se deben al hecho de que, si bien el cristianismo se reduce esencialmente a la ética natural, el catolicismo va más allá y le incorpora una filosofía cristiana que a la larga oscurece a la ética del amor al prójimo y la cooperación social. Se olvida que el mandamiento cristiano mencionado no resulta contradictorio con el inmanentismo (o religión natural).
En cuanto al antropocentrismo liberal, puede decirse que constituye un error desligar la economía o la política de las leyes naturales, que son las leyes de Dios, si bien ello no ocurre con frecuencia entre las figuras representativas del ideario liberal.
Respecto del individualismo, se advierte que las prédicas cristianas van dirigidas a todo individuo perteneciente a la especie humana. En general, resulta incorrecto identificar individualismo con egoísmo, ya que el primero es una virtud y el segundo un defecto. La pérdida de individualidad es promovida por los totalitarios y los colectivistas, favoreciendo la masificación y el gobierno mental y material del Estado sobre cada ser humano.
Desde el punto de vista de la ciencia experimental, se sugiere valorar las diversas ideologías en función de los resultados logrados. De ahí que pueda hacerse una comparación entre el católico-liberal Konrad Adenauer y el católico-antiliberal Jorge Bergoglio. Mientras el primero fue uno de los artífices del "milagro alemán" de la posguerra y de la conformación de la Unión Europea, el segundo es un entusiasta adherente de los regímenes socialistas. Teniendo en cuenta al primero, puede simbolizarse la compatibilidad cristiana-liberal:
Liberalismo económico = Ética natural + Mercado
Así como el éxito de empresas como Hewlett-Packard o Apple, se debió a la compatibilidad entre socios que realizaban actividades diferentes, el éxito asociado al "milagro alemán" se debió a la compatibilidad entre el político católico Konrad Adenauer y el economista liberal Ludwig Erhard. Respecto del primero, Richard M. Nixon escribió: "Adenauer fue el principal arquitecto del orden de posguerra en Europa occidental. Buscó siempre, como renano, un acercamiento entre Francia y Alemania, y toda su vida acarició la visión ideal de una Europa unida, en la cual no se volvieran a presentar los conflictos que abrumaron a las generaciones pasadas. Reconoció desde el principio que la Unión Soviética representaba lo que había de malo en la vieja Europa, y no lo que era bueno en la nueva. En consecuencia, mantuvo los baluartes occidentales de la Europa libre con decisión inquebrantable".
"En cierto modo, Adenauer era la quintaesencia del estadista cristianodemócrata. Creía que cualquier clase de tiranía -de una nación sobre otras naciones, de un gobierno sobre su pueblo- era el mal definitivo, porque aplastaba la libertad individual. Su sueño de una Europa unida, surgido de las cenizas de la primera guerra mundial, y reforzado por los horrores de la época nazi, derivaba directamente de su odio a la tiranía" (De "Líderes"-Editorial Planeta SA-Barcelona 1983).
También en la Italia de posguerra surge un dupla católica-liberal y es la constituida por Alcide De Gasperi y Luigi Einaudi. Al igual de lo acontecido en los EEUU, la economía de mercado fue facilitada por la previa vigencia de una ética compatible con la ley natural y el cristianismo, siendo imposible su aceptación en poblaciones que han caído en una corrupción generalizada.
En total oposición al pensamiento de Adenauer, aparece Jorge M. Bergoglio, quien cree en la bondad de los pobres y en la maldad de la clase media y alta; es decir, en la ausencia de defectos de los primeros y en la ausencia de virtudes de los segundos. Para Bergoglio no existe el consumo sino el consumismo, no existe el individualismo sino el egoísmo, por lo que sus ideas coinciden con las del marxismo-leninismo. Es posible que su pensamiento haya sido original, sin necesidad de haber leído a Marx o a Lenin. Simplemente creyó que sus ideas coinciden con lo que predica Cristo en los Evangelios. En lugar de ser la ética y la religión las que han de orientar las acciones humanas, pareciera que promoviera la idea de que la ética ha de provenir inicialmente de la situación económica de cada individuo, surgiendo la virtud en los pobres y el pecado en quienes no lo son.
Resulta llamativo que un Papa ignore los efectos producidos por la ideología marxista-leninista y, aun así, la siga promoviendo en todas partes. De ahí que Bergoglio, antes que católico anti-liberal pueda definirse como marxista-leninista auténtico. Para mayores detalles se recomienda la siguiente conferencia de Loris Zanatta: https://www.youtube.com/watch?v=EKvVgh0TPjg
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4 comentarios:
Excelente nota. Da placer coincidir en tantos aspectos.
Me alegro que así sea
Todo un descubrimiento para mí el de Zanatta: En términos históricos, para el Papa, el pobre como pobre tiene la virtud de ser pobre, o sea, que es la imagen del sacrificio de Cristo. Además de ser pobre, lleva la cruz del sacrificio. Esto contradice la idea de que el pobre es víctima de una injusticia y estaría bien que se emancipara de la pobreza. Si se emancipara se podría transformar en clase media. Pero en ese caso, perdería sus virtudes, desde la perspectiva de pueblo que tiene el Papa y en general los populistas. El pobre tiene valores evangélicos, en cambio, la clase media tiene una visión como la llamó en un tiempo, colonial, cosmopolitana, secularizada, que se está descristianizando y que hecha a perder la identidad mítica del pueblo. Por eso no tiene un discurso para la clase media. Tiene un discurso para el pueblo y los enemigos del pueblo, que en el pasado, decía, era la tradición de la ilustración, del racionalismo humanista. Y creo que sigue siendo así en su visión.
El peronismo, como todos los populismos, es la traducción en términos históricos de ese antiguo imaginario. La visión del Papa es la de un orden sagrado que remonta a la colonia, la época de la cristiandad, y yo pienso que, finalmente, si le dejáramos la llave del orden político social al Papa o al que tiene la misma visión del Papa, el orden social ideal sería una reducción jesuítica.
El peronismo es eso, es una traducción secularizada de esa visión del mundo, y por eso el peronismo percibe la secularización como un daño, como un mal, se percibe a sí mismo no como una ideología o un partido entre ideologías, sino como "la" ideología de la Nación, y por lo tanto, tiene una legitimidad superior. Por eso le cuesta muchísimo aceptar que los argentinos votando en elecciones eligieron otro Gobierno. El populismo es mucho más capaz de no dejar gobernar a los otros, que de gobernar él mismo.
El peronismo es una "religión" que compite con el cristianismo....Hace poco leí en el encabezado de un documento emitido por la Provincia de Buenos Aires: "2019: Centenario del nacimiento de Eva Perón..." (o algo así).....Y eso que tal provincia está bajo un gobierno no peronista (al menos en teoría)...
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