La antropología, como rama de las ciencias sociales, se distingue de otras ramas por tratar conjuntamente al hombre y a la cultura. Sin embargo, varios son los antropólogos que asignan igual validez a toda forma de cultura sin tener presente la compatibilidad que debe existir entre la evolución biológica (o naturaleza humana, en el caso del hombre) y el proceso de la evolución cultural, a cargo del hombre.
No toda forma cultural es compatible con la supervivencia de la humanidad ni con un adecuado nivel de seguridad y felicidad a nivel individual. De ahí que la antropología debe al menos intentar establecer un criterio de selección y optimización de las distintas formas culturales de manera de evitar el relativismo cultural propuesto por varias de sus figuras representativas. Este relativismo es similar al adoptado por un estudioso de la ética individual que asume la inexistencia de una ética mejor que otra, que es una forma de decir que la ética objetiva no existe y, por lo tanto, tampoco existiría la ética como parte de las ciencias sociales o como parte de la filosofía o la religión.
El argumento que utiliza el relativista, tanto en el aspecto moral como en el cultural, es la variedad de posturas morales y culturales surgidas a lo largo y a lo ancho del mundo y a través de la historia de la humanidad. Sin embargo, los resultados que siguen a cada una de esas morales y culturas, no son iguales, sino distintos, y, por lo tanto, algunos de ellos se acercarán más que otros a nuestra naturaleza humana. Como el trabajo de selección no es nada fácil, el antropólogo tiende a renunciar a ese trabajo adoptando la cómoda postura de describir lo mejor posible las diversas observaciones que realiza sin intentar establecer valoración alguna. John Monaghan y Peter Just escribieron: “Entre las consecuencias morales, filosóficas y políticas del surgimiento del concepto de cultura se encuentra el desarrollo de una doctrina de «relativismo cultural». Partimos de la premisa de que nuestras creencias, moral y comportamientos –incluso las verdaderas concepciones del mundo que nos rodea- son productos de la cultura que asimilamos como miembros de una comunidad. Si, como creemos, el contenido de la cultura es el producto de la experiencia histórica, arbitraria de una persona, entonces lo que somos como seres sociales también es un producto histórico arbitrario”.
“Como la cultura determina nuestra visión del mundo de una manera tan profunda, entonces hay razones para pensar que no tenemos una base objetiva para afirmar que una visión del mundo es superior a otra, o que puede utilizarse una visión del mundo para medir a las demás. En este sentido, las culturas sólo pueden juzgarse como «relativas» en relación con cualquier otra, y el significado de una creencia o comportamiento determinado debe entenderse, antes que nada, como relativo a su propio contexto cultural. En pocas palabras, constituye la base de lo que ha dado en llamarse «relativismo cultural»” (De “Antropología social y cultural”-Editorial Océano de México SA-México 2006).
También los físicos teóricos, que proponen teorías de gran unificación, al no disponer por el momento de la posibilidad de establecer verificaciones experimentales (por excesivas dificultades tecnológicas), se encuentran en una situación parecida. Sin embargo, a ningún físico se le ocurrirá decir que “todas las teorías de gran unificación tienen similar validez”, ya que suponen que el mundo real responderá aceptando una de esas teorías y rechazará las restantes. Mientras que el científico social tiende a confundir dificultad con imposibilidad, el físico tiene en claro que son cosas distintas, por lo que nunca ha de sostener el “relativismo de la física” en sus descripciones del mundo real.
El antropólogo que adhiere al relativismo no tiene en cuenta una instancia superior (ley natural, evolución biológica, atributos de la naturaleza humana, etc.), de ahí que adopte la visión marxista de la realidad la cual supone que el hombre actúa sólo bajo influencia cultural y poco o nada en base a los atributos a los que nos ha conducido el proceso evolutivo descrito por la biología.
Desde un punto de vista amplio, que contemple tanto la evolución biológica como la evolución cultural, puede decirse que la antropología es (o debe ser) la rama de las ciencias sociales que describe las diferentes culturas teniendo presente la naturaleza humana y la compatibilidad de tales culturas respecto a dicha naturaleza. De ahí la síntesis simbólica establecida en un principio.
Se considera a la Psicología Social, o psicología de las actitudes, como la rama de la psicología que tiene en cuenta los atributos básicos del comportamiento humano orientados hacia la acción cotidiana. Como las actitudes son el vínculo existente entre individuo y grupo social, toda descripción establecida debiera resumirse en las actitudes predominantes en determinadas culturas. Luego, cada hecho cultural debe ser valorado en comparación con la finalidad aparente que ha orientado la evolución biológica, que no dista de ser aquella que favorece la supervivencia de la humanidad y la felicidad individual.
En las diferentes definiciones de cultura, establecidas por antropólogos conocidos, casi nunca se menciona en forma explícita la necesidad de comparar una cultura determinada con la finalidad aparente(o implícita) de la evolución biológica. Se mencionan algunas de ellas:
“Cultura o civilización es ese todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por los seres humanos como miembros de la sociedad” Edward B. Tylor, 1871
“La cultura abarca todas las manifestaciones del comportamiento social, dentro de una comunidad, las reacciones de los individuos afectados por los hábitos del grupo en el que viven, y el producto de las actividades humanas determinadas por esos hábitos” Franz Boas, 1930
“Cultura significa la totalidad del comportamiento tradicional desarrollado por la raza humana y aprendido por cada generación. Una cultura es menos preciso. Puede implicar las formas del comportamiento tradicional que son características de una sociedad determinada, de un grupo de sociedades, de cierta raza, de cierta región o de cierto tiempo” Margaret Mead, 1937
“La cultura es el todo integral que consiste en implementos y bienes de consumo, en cartas constitucionales para los diversos agrupamientos sociales, en ideas y artefactos, creencias y costumbres. Al margen de si se trata de una cultura muy elemental o primitiva o de una compleja y desarrollada en extremo, nos enfrentamos a un vasto aparato en parte material, en parte humano y en parte espiritual, por medio del cual los seres humanos somos capaces de solucionar problemas específicos, concretos” Bronislaw Malinowski, 1944
“La cultura, entonces, consiste en los parámetros para decidir qué es, qué puede ser, qué hacer con ella y cómo hacerlo” Ward H. Goodenough, 1963
“La cultura no es natural ni artificial. No se basa en la genética ni en el pensamiento racional, debido a que está hecha de normas de conducta que no se inventaron y cuya función, por lo general, no es entendida por la gente que las obedece. Algunas de estas reglas son residuos de tradiciones adquiridas en los diferentes tipos de estructura social por las cuales ha pasado cada grupo humano. Otras normas se han aceptado o modificado de manera consciente para lograr metas específicas. Sin embargo, no hay duda de que, entre los instintos heredados de nuestro genotipo y las reglas inspiradas por la razón, la masa de reglas inconscientes sigue siendo más importante y efectiva, porque la razón en sí misma … es un producto más que una causa de evolución cultural” Claude Lévi-Strauss, 1983
“La cultura le da significado a la experiencia humana al seleccionarla y organizarla. Se refiere ampliamente a las formas a través de las cuales la gente le da sentido a su vida. No habita un dominio reservado como la política o la economía. Desde las piruetas del ballet clásico hasta la más atroz de las acciones brutales, todo comportamiento humano está mediado por la cultura. Ésta abarca lo cotidiano y lo esotérico, lo mundano y lo elevado, lo ridículo y lo sublime. Ni alta ni baja, la cultura lo invade todo” Renato Rosaldo, 1989
(Citadas en “Antropología Social y Cultural” de J. Monaghan y P. Just).
Toda ciencia social debe caracterizarse, como cualquier otra rama de la ciencia experimental, por establecer verificaciones experimentales de las hipótesis propuestas. Además, debe ser compatible con las restantes ramas de las ciencias sociales (en lo que se haya verificado). Por ello, es admisible suponer que todas las ciencias sociales deben tener un objetivo común, tal la adaptación del hombre al orden natural. Ello implica valorar y promover las culturas que mejor se adaptan a la naturaleza humana, es decir, al conjunto de atributos a los que nos ha conducido la evolución biológica. De ahí la justificación de la definición dada anteriormente.
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