Una ideología puede describirse como si fuese un edificio; los cimientos, lo menos vistoso y lo más importante, son la base de tipo axiomático, mientras que el resto son las deducciones establecidas a partir de esos principios.
1 - Perspectivas
Cada ser humano ocupa un lugar desde el cual puede observar la realidad bajo su particular perspectiva. Estamos ubicados en un edificio imaginario desde donde contemplamos, cada cual detrás de su propia ventana, una parte del paisaje. Aunque tales puntos de vista son algo diferentes, deberán ser compatibles y complementarios ya que describen una realidad única.
Para que haya un principio de acuerdo entre las diversas opiniones, es necesario encontrar alguna referencia objetiva, común a todos, que permita valorar los distintos puntos de vista. En nuestra época, caracterizada por el avance científico, resulta conveniente adoptar a las propias leyes naturales, que rigen todo lo existente, como la referencia que permitirá lograr acuerdos. Además, es la forma de tener presente al Creador, o a la naturaleza, cuyos criterios, implícitos en dichas leyes, son de primordial importancia.
Teniendo presentes los aspectos básicos del comportamiento humano como así también los interrogantes que se presentan a nuestro intelecto cotidianamente, existe una diferencia esencial en cuanto a la procedencia de las descripciones establecidas, ya que pueden provenir tanto desde la ciencia, como de la filosofía o de la religión. Incluso encontraremos opiniones divergentes dentro de cada rama de la ciencia como así también en cada una de las religiones y en cada tendencia filosófica.
De todos los puntos de vista posibles, habrá alguno mejor que los demás en cuanto a la posibilidad de dar respuestas concretas a los grandes interrogantes humanos. De ahí que, si buscamos las ideas básicas que habremos de llevar depositadas en nuestra memoria, para que nos permitan adaptarnos al orden natural, deberemos encontrar el punto de vista adecuado a ese propósito.
2 - Ideas básicas
Si las acciones humanas dependen principalmente de la información que llevamos depositada en nuestra memoria, ello implica que todo mejoramiento individual y social provendrán finalmente de la adquisición de conocimiento organizado en una ideología breve y concisa que actuará como punto de partida en todo razonamiento de tipo deductivo. En este caso, a “ideología” se le ha dado el significado de “conjunto de ideas” coherente y compatible con la realidad.
Debido a que la Psicología Social es la rama de la ciencia experimental que describe los efectos (acciones) que son consecuencias de ciertas creencias, o de cierto conocimiento adquirido, podrá constituirse en el punto de vista óptimo que nos permitirá establecer la ideología antes mencionada. Para ello partiremos de dos premisas básicas:
a) Las acciones humanas dependen principalmente de la información que llevamos depositada en nuestra memoria.
Esta información puede provenir tanto de nuestra herencia genética como de la influencia social recibida. Aun cuando la influencia recibida no sea la causa exclusiva de nuestras acciones, sino la causa principal, será el aspecto que resulta accesible a nuestras decisiones en cuanto a un posible mejoramiento. Siddharta Gautama (Buda) expresó: “Somos lo que pensamos. Todo lo que somos se debe a nuestro pensamiento. Con ellos elaboramos el mundo”.
b) Para una óptima adaptación al orden natural, es imprescindible disponer de información verdadera respecto de aquél.
Ello implica que, aunque a veces pueda parecer beneficioso basarse en creencias y en tradiciones aceptadas por la mayoría de las personas, tales creencias pueden ser incompatibles con la ley natural, por lo que, a la larga, será beneficioso disponer de información que se ajuste estrictamente a la realidad.
Uno de los aspectos importantes en el comportamiento social del hombre es la existencia de una mentalidad generalizada de la sociedad. En realidad, no existe algo concreto que pueda denominarse de esa manera, si bien la influencia mutua entre seres humanos produce efectos que pueden describirse aceptablemente como si existiese dicha mentalidad. Ya que poseemos memoria, gran parte de la información que recibimos desde el medio social quedará grabada tanto en un nivel consciente o como en uno subconsciente.
Es indudable que existen personas más influyentes que otras, y personas más influenciables que otras, por lo que se produce inevitablemente el fenómeno de la inducción de la personalidad, que producirá buenos o malos resultados según quienes sean las personas que participan en el proceso.
Cuando se habla del nivel cultural de un pueblo, en cierta forma se hace referencia a la mentalidad generalizada predominante en esa sociedad, mientras que el mejoramiento de un pueblo significa el mejoramiento de dicha mentalidad predominante.
El cambio favorable que se deberá producir en cualquier individuo, de cualquier época, ha de ser la adquisición de mayor y de mejor cantidad de información sobre el mundo real, incluida aquella referida a nosotros mismos. Sin embargo, existirá una gran oposición a toda mejora debido a que no es la búsqueda de la verdad lo que promueve el accionar de muchas personas, sino el triunfo circunstancial de ideas personales o sectoriales.
3 – Ciencia experimental
Mientras que en épocas pasadas existió la necesidad de compatibilizar la religión con la filosofía, en la búsqueda de una verdad única, en vez de suponer la existencia de “dos verdades distintas”, en la actualidad es necesario compatibilizar la ciencia experimental con la religión y con la filosofía, buscando esa verdad.
Así como se sugieren, desde la religión y desde la filosofía, normas de conducta derivadas de tales visiones de la realidad, desde la Psicología Social deberán establecerse ciertas ideas, basadas en evidencias observables, capaces de orientar al individuo en la búsqueda de un adecuado sentido de la vida.
De ahí que la compatibilidad entre ciencia, religión y filosofía habrá de establecerse principalmente entre la Psicología Social con algún sector de la religión y con algún sector de la filosofía.
Esta compatibilidad parcial no es más que una consecuencia necesaria de suponer la existencia de una verdad única, ya que todo lo existente está regido por leyes naturales invariantes y objetivas que determinan el grado de aproximación de todas y de cada una de las descripciones parciales establecidas por el hombre.
La ciencia tiene como objetivo describir leyes naturales, como relaciones permanentes entre causas y efectos. Se supone que cada parte del universo está regida por tales leyes invariantes, mientras que las descripciones que de las leyes realizamos, cambian con el tiempo debido a un paulatino acercamiento a la ley natural propiamente dicha.
Si bien la sociedad y nuestro mundo cambian con el paso del tiempo, las leyes subyacentes a ese cambio son invariantes. Así como la creatividad de los ajedrecistas les permite encontrar una enorme variedad de partidas, mientras que las reglas de dicho juego no cambian, la evolución de la ciencia y del pensamiento humano es permitida por la existencia de leyes que no cambian en el tiempo.
Lo esencial del método científico radica en la actitud con que se busca la verdad y en la necesidad de poseerla. Se trata de llegar a la misma mediante un conocimiento verificado que resulte accesible a la observación y que pueda ser compartido con cualquier individuo. Si no se logra dicha verificación experimental, tal conocimiento quedará marginado de la ciencia (sin que por ello vaya a ser falso necesariamente).
Esta actitud difiere esencialmente de la predominante en filosofía y en religión, en donde coexisten opuestas y contradictorias versiones sobre un mismo aspecto de la realidad. En nuestros días ya no resultan suficientes la coherencia lógica o la fe personal, ya que debemos llegar a fundamentar el conocimiento en aspectos observables, como se dijo antes.
4 – Empatía
Unos de los atributos esenciales del comportamiento humano lo constituye la empatía, que es un proceso biológico observado tanto en hombres como en animales. Se entiende por empatía la capacidad de ubicarnos imaginariamente en el lugar de otra persona para sentir aproximadamente lo que esa persona siente.
Este proceso involucra la capacidad para compartir sufrimiento ajeno como también para compartir su alegría. Ello implica que no tendremos la predisposición a hacerle mal a quien, luego, sufrirá y nos “contagiará” su pesar, mientras que tendremos la predisposición a beneficiar a alguien de quien luego compartiremos su alegría. El vínculo afectivo entre madre e hijo ilustra perfectamente la situación. La madre busca, en realidad, la felicidad del hijo sin pensar tanto en la propia.
Este proceso, de tipo cooperativo, es algo inherente a nuestra naturaleza y resulta ser una ventaja evolutiva para nuestra supervivencia.
Existe, además, lo que podríamos denominar “empatía negativa” y es la que transforma el sufrimiento ajeno en alegría propia y la alegría ajena en sufrimiento propio. Esta tendencia, de tipo competitivo, nos induce a perjudicar a los demás y, en lo posible, a no beneficiarlos.
La tendencia a la competencia favorecerá nuestra supervivencia sólo en el caso en que se compita con un mismo, con afán de superación o bien tratando de ser superior a los demás mostrando una mayor empatía positiva.
El descubrimiento de las neuronas espejo ha permitido vislumbrar el fundamento neurológico del proceso mencionado, es decir, de la empatía. Se ha verificado, desde hace unas décadas atrás, que ciertos animales activan una parte de sus neuronas cerebrales cuando realizan cierta acción y también cuando una acción similar es realizada por otro animal, o por algún hombre. Las neuronas espejo permiten, por lo tanto, reproducir ciertos estados anímicos de otros individuos brindando una base neurológica observable para el proceso de la empatía. Peggy Mason escribió: “¿Cómo puede el cerebro conseguir la empatía? La respuesta más verosímil está en las neuronas espejo, células del cerebro que se activan cuando se observa a otro individuo, animal o persona, que realiza una tarea o sufre un dolor” (De “Mente y cerebro” Set/Oct 2009)
La conciencia moral está muy ligada a la empatía, ya que podemos conocer suficientemente los efectos de nuestras acciones a partir de la posibilidad de sentir cercanamente lo que otra persona siente.
5 – Actitud
Existe en cada individuo una respuesta característica por la cual responde de igual manera en iguales circunstancias, al menos en alguna etapa de su vida. Debido a esta actitud característica es posible conocer a las personas. De lo contrario sería imposible prever posibles comportamientos y la imprevisión total sería lo cotidiano. Este aspecto del comportamiento humano es empleado por la Psicología Social de manera preponderante. Podemos definirla con cierta precisión:
Actitud característica = Respuesta / Estímulo
De ahí que podremos prever una posible respuesta ante cierto estímulo conociendo la actitud predominante en un individuo:
Respuesta = Actitud característica x Estímulo
Podemos describir la mayor parte de las actitudes teniendo presente el mencionado proceso de la empatía, además de agruparlas según que tales actitudes favorezcan la cooperación o bien la competencia.
Cooperación: Amor (compartir las penas y las alegrías ajenas)
Competencia: Odio (sentir alegría ante el sufrimiento ajeno) (burla como expresión) y (sufrir ante la alegría ajena) (envidia). Egoísmo (interesarnos sólo por cada uno de nosotros mismos)
Otra actitud: Negligencia (desinterés por lo que le ocurre a los demás e incluso a uno mismo)
Estas actitudes básicas no existen, en cada persona, con total exclusión de las demás, sino que coexisten en distintas proporciones. Además, las actitudes no son fijas o invariables en el tiempo, ya que es posible mejorarlas (o incluso empeorarlas) bajo la influencia del medio social.
Como nuestra actitud característica involucra conocimientos y sentimientos, es posible encontrarle tanto componentes cognitivas como afectivas. Para ello es necesario partir de procesos psicológicos simples y evidentes como es el caso de la “asociación de ideas” para el aspecto cognitivo, y la ya mencionada “empatía” para el aspecto afectivo.
Para la “asociación de ideas”, con el subyacente proceso de “prueba y error”, encontramos cuatro referencias principales que darán lugar a las cuatro componentes cognitivas básicas de nuestra actitud característica y ellas serán:
La propia realidad
Lo que uno mismo piensa
Lo que otra persona piensa
Lo que la mayoría piensa.
En síntesis: Realidad – Uno mismo – Otra persona – La mayoría
6 – Escala natural de valores
Teniendo presente las actitudes que favorecen la cooperación, tendremos en el primer lugar de la escala al hombre (y los mamíferos en general) que están provistos de la capacidad de la empatía. Este atributo les permitirá compartir el sufrimiento de sus semejantes, incluso de otros seres vivos que estén en su medio social.
En segundo lugar, en un orden descendente, tendremos a los reptiles, que no poseen la capacidad mencionada. Así, una víbora no siente sufrimiento alguno cuando algo malo le sucede a su propia cría. También el hombre egoísta carece de la predisposición a compartir el sufrimiento ajeno, aun cuando posea empatía.
En tercer lugar aparece la “empatía negativa” existente sólo en el ser humano (al menos en cuanto conoce el autor). Esta empatía negativa es la que permite cambiar sufrimiento ajeno por alegría propia y alegría ajena por sufrimiento propio, siendo la burla y la envidia los síntomas asociados a esta actitud.
Nótese que, mediante la envidia, el hombre se inflinge un castigo a sí mismo, cercano e inmediato. Pareciera que es el castigo que corresponde como consecuencia de haberse alegrado del mal ajeno en otras circunstancias. Este es un indicio de la existencia de cierta justicia natural que hace innecesaria, muchas veces, la justicia del hombre. El sufrimiento, en general, puede considerarse como una medida de nuestro grado de desadaptación al orden natural.
El conocimiento de estos aspectos básicos de la naturaleza humana actuará como base para un simple proceso de introspección que posiblemente facilitará la mejora ética del individuo.
La dignidad del hombre está asociada al predominio de la actitud que le permite compartir el sufrimiento ajeno, por lo que la felicidad la establecerá por medio de la búsqueda de satisfacciones morales.
El egoísta, por otra parte, al carecer de dignidad suficiente, preferirá ser considerado un corrupto, antes que pagar sus deudas, optando por la ventaja material o económica correspondiente a ese incumplimiento.
El hipócrita reconoce los méritos de quien posee dignidad, aunque opta por renunciar a ella, mientras que el cínico desconoce todo tipo de valores éticos y poco le importan las opiniones que de su persona podrán tener los demás.
7 – Ética natural
A partir del punto de vista adoptado, es posible establecer una ética que viene implícita en las leyes naturales que rigen nuestro comportamiento.
La ética describe el comportamiento humano en base a los dos efectos extremos del Bien y del Mal. Por ello es posible asociar el Bien al amor, mientras que al Mal se lo asocia al odio, al egoísmo y a la negligencia. El Bien responde a la cooperación mientras que el Mal responde a la competencia o bien al desinterés por los demás.
Teniendo presente las cuatro actitudes básicas del hombre, puede observarse la existencia de una ética natural y objetiva, ya que los efectos causados por las distintas actitudes serán similares en los distintos pueblos y en las distintas épocas.
El comportamiento ético del hombre no dependerá solamente de la existencia predominante de la actitud cooperativa, sino también del conocimiento de los efectos que cada una de nuestras acciones producirá en los demás. Tanto los sentimientos ajenos como el conocimiento que de ellos tenemos están ligados directamente con el proceso de la empatía.
El hombre busca la felicidad tratando de buscar placer y comodidades para su bienestar corporal, o bien buscando conocimientos para su bienestar intelectual, o bien buscando satisfacciones morales que derivan de su actitud cooperativa hacia los demás, o bien buscando todos ellos en forma conjunta. Logrará, de esa forma, distintos grados de felicidad.
La ética cooperativa sirve para construir una personalidad acorde a los lineamientos implícitos en la ley natural, mientras que el relativismo moral, que niega la validez objetiva de toda ética, impedirá ese logro. Si no admitimos la existencia del Bien y de la Verdad, tampoco los buscaremos.
8 – Libertad e igualdad
Ciertos objetivos prioritarios como la libertad y la igualdad dividen a gran parte de la intelectualidad. Es oportuno vincular estos objetivos a las actitudes básicas en el hombre para lograr una aceptable descripción de este aspecto del pensamiento social.
Quienes tengan suficiente confianza en ellos mismos, incluso en la propia naturaleza humana, sostendrán que la libertad es la condición propicia para el éxito del individuo y de la sociedad. Éste vendría a ser el requisito básico del liberalismo, tanto en lo político como en lo económico.
Quienes, por otra parte, dudan de sus propias capacidades, incluso de la propia naturaleza humana, sostendrán que la igualdad social es la condición propicia para el éxito del individuo y de la sociedad. Este vendría a ser el criterio básico de las posturas socialistas.
Es interesante tener presente que, muchas veces, no se busca la igualdad por la incomodidad material que la pobreza significa, sino por el hecho de que otros tengan mejores medios. Mientras que el liberalismo acepta la “desigualdad en la riqueza”, el socialismo acepta la “igualdad en la pobreza”.
La oposición entre libertad e igualdad implica otra oposición no menos importante, que es la existente entre individuo y colectividad. Mientras que el liberalismo parte de objetivos sociales que permitan a todo individuo lograr un aceptable grado de felicidad, las tendencias colectivistas buscan prioritariamente el éxito del grupo social incluso proponiendo que el individuo renuncié a todo interés personal e incluso llegue a sacrificarse por la sociedad (o el Estado, o por quienes lo dirigen).
Es oportuno mencionar que las más grandes catástrofes sociales ocurridas en la historia han sido promovidas por las tendencias colectivistas (nazismo y comunismo), por lo que resulta llamativo que todavía se las promueva.
Tales tendencias de libertad e igualdad no serán contradictorias cuando consideramos como objetivo adaptarnos a la ley natural (logrando libertad) y compartiendo las alegrías y el sufrimiento del prójimo (logrando igualdad).
9 - Educación
Debido a la creciente influencia de quienes persiguen la igualdad, en todos los aspectos de la vida social, en los medios educativos se tiende a no reconocer los méritos de los mejores. Con ello tiende a reducirse el nivel general de la educación. Se trata de evitar actitudes competitivas en los “ganadores” en lugar de persuadir, además, a los “perdedores” para que dejen de ser tan competitivos y permitan a los mejores desempeñarse según la capacidad natural que poseen.
La educación debe estar orientada a promover nuestros deberes, tratando de que seamos capaces de compartir el sufrimiento ajeno. Por el contrario, cuando está orientada a que seamos exigentes en cuanto al respeto de nuestros derechos, esperamos que sean los demás quienes compartirán nuestro propio sufrimiento. De esta forma, se está promoviendo el caso extremo del “noble déspota”, exigente por el respeto de sus derechos y poco proclive por el cumplimento de sus deberes (los derechos ajenos).
10 – Religión
De tener validez lo expresado antes, el mandamiento cristiano del amor al prójimo podrá expresarse como: “Comparte las penas y las alegrías ajenas como si fuesen propias”. Con ello se está sugiriendo una actitud concreta a adoptar.
La actitud cooperativa es esencialmente una actitud igualitaria, por cuanto la palabra “prójimo” implica todo ser humano, sin excepción. Puede decirse que lo novedoso del cristianismo radica en la ampliación de los destinatarios de nuestra empatía, ya que propone trascender el ámbito familiar para llegar al ámbito social. De esa forma puede materializarse la diferencia esencial que debe existir entre el hombre y los demás seres vivientes, algo que todavía no ha podido concretarse, al menos en una forma generalizada.
Podemos decir que la ética cristiana tiene un fundamento simple, observable e incluso fundamentado en aspectos básicos de nuestra conducta. El cumplimento de dicho mandamiento vendrá a ser una especie de “requisito de calidad personal” que debemos tratar de respetar.
Sin embargo, es común observar que tal mandamiento ha sido reemplazado por el mérito aparente de adoptar una postura filosófica respecto de cómo funciona el mundo real. Se considera meritorio creer en un Dios que actúa sobre el mundo, mientras que se descalifica a quien piense que el mundo puede funcionar de otra manera.
Hemos visto que desde la Psicología Social se pudo establecer una ética natural cercana a la ética cristiana, por lo que también podría interpretarse al cristianismo como una religión natural; algo más simple de aceptar que la religión tradicional o revelada.
La identidad entre ambos tipos de religión puede vislumbrarse asociando al propio Creador una posible actitud característica. Si imaginamos que responde de igual manera en iguales circunstancias, se trataría de una misma postura. Si, en cambio, respondiera de distinta manera, especialmente ante los pedidos realizados por los seres humanos, estamos ante los lineamientos básicos de la religión pagana, desvinculada de las leyes naturales. Este tipo de religión considera que el premio o el castigo a nuestras acciones ya no dependerán de nuestra actitud ética, sino de las arbitrarias decisiones del Creador.
11 – Política
Es deseable que exista el gobierno de la ley natural sobre el hombre en lugar del gobierno del hombre sobre el hombre, lo que implica casi siempre cierto tipo de esclavitud. Si cada hombre tiene el propósito de lograr una actitud cooperativa, puede decirse que trata de admitir el gobierno de la ley natural sobre su persona, lo que se conoce como el “gobierno de Dios” (o el Reino de Dios) en la religión cristiana.
La política debería contemplar la generalización de este tipo de gobierno, mientras que, cuando los políticos se proponen dominar al Estado como paso previo al gobierno material y mental de todo individuo, se cae en situaciones desagradables para el ciudadano común.
La búsqueda de la ciencia política ha sido, desde bastante tiempo atrás, la de restringir el poder personal de los gobernantes para evitar que se caiga en el dominio personal antes mencionado. De ahí que los sistemas democráticos son los que mejor cumplen con esta función.
Debe decirse que la democracia no sólo implica la libre elección de autoridades en forma periódica, sino el respeto riguroso de las leyes que limitan los poderes de quienes dirigen al Estado.
Quienes se oponen a la democracia son los sistemas colectivistas (fascismo, nazismo, marxismo) que fingen adoptar posturas democráticas tan sólo para acceder al poder, aunque luego adoptan posturas netamente totalitarias, incluso optando por el partido político único.
Es propio de los colectivistas la difamación de los sectores opositores y la discriminación promovida; discriminación racial en el caso de los nazis y discriminación social en el caso del marxismo. Mientras que para el nazi resultan ser los judíos los culpables de los grandes males de la humanidad, para el marxista resulta ser el empresariado (la burguesía), por lo que no es de extrañar que estas ideologías favorecieron el asesinato de decenas de millones de seres humanos.
De dudosos fundamentos, ya sean experimentales o racionales, resultan ser casi como nuevas religiones, pero religiones del odio y la discriminación hacia importantes sectores de la sociedad y de la humanidad.
12 – Economía
Luego de la aceptación de las ventajas inherentes a la división, o especialización, del trabajo, le sigue el posterior intercambio en el mercado. Este proceso autorregulado ha resultado ser el más eficaz, si bien requiere de la sociedad una adaptación al mismo, y que consiste, entre otros aspectos, en la aceptación de la ética natural de la cual antes se habló. Podemos sintetizar esta idea:
Economía de mercado = Trabajo + Ahorro productivo + Ética natural
La ciencia económica describe el comportamiento del mercado y de las formas adecuadas de adaptarse al mismo. Sin embargo, existen otras posturas que proponen una economía planificada desde el Estado, incluso con la exclusión de la propiedad privada de los medios de producción (socialismo).
El sólo hecho de estatizar, o nacionalizar, los medios de producción, puede llevar a la sociedad al Estado totalitario, con la evidente pérdida de la libertad individual.
Es oportuno mencionar el caso del marxismo, el cual niega la validez de la religión, de la ética objetiva y de la democracia (o sus objetivos), mientras que también niega la validez de la ciencia económica y del mercado como sistema autorregulado.
Es evidente que si la religión, la política y la economía actuales, no funcionan como todos esperamos, debemos tratar de mejorarlas en lugar de tratar de destruirlas imponiendo criterios de validez sectorial alejados de las evidentes y cercanas leyes naturales que rigen la conducta de los hombres.
Existen causas culturales que favorecen, o bien retrasan, el desarrollo económico y social de los pueblos. Uno de los aspectos notables en algunos países subdesarrollados radica en la discriminación social hacia el empresario; justamente el principal factor del funcionamiento de la economía. Se piensa, en tales países, que el capitalismo es malo, por lo cual existe una importante evasión de capitales desde esos países hacia los más desarrollados. Luego se protesta airadamente contra la “dependencia económica” que en realidad se favoreció ante tales creencias.
La legitimación del marxismo se basa en el supuesto de que el empresario privado es “malo y egoísta por naturaleza”, mientras que el marxista, dirigiendo la economía y la vida de todo individuo, es “bueno por naturaleza” y por ello resultará el mejor gobernante. El capitalismo estatal (socialismo) acentúa todos los errores atribuidos al capitalismo privado.
13 – Sentido de la vida
La felicidad del hombre está ligada a la existencia de un sentido de la vida. Cuando nuestras acciones se orientan a la realización de metas previamente establecidas, decimos que tienen un sentido. La ausencia de objetivos lleva implícita la falta de acciones a ellas asociadas.
Es importante saber si, además del sentido de la vida adoptado por cada hombre, existe un sentido de la vida general impuesto por el propio orden natural. La existencia de la empatía y de las actitudes básicas del hombre, vislumbran la existencia de ese sentido y nos imponen la necesidad de establecer elecciones, ya sea que optemos por cooperar con los demás o bien por competir con los demás (con diferentes resultados como la felicidad o el sufrimiento, respectivamente).
El comportamiento ético del hombre no sólo será favorecido por el conocimiento de las leyes básicas que rigen nuestra conducta, sino también por la evidencia de que existe un orden natural que nos presiona a vivir de cierta manera y nos prohíbe, mediante el sufrimiento, a vivir de otras formas.
Podemos decir que el mundo funciona de tal manera que tiene una finalidad aparente y que esa finalidad incluye al hombre. Nuestra misión en el mundo consiste en descubrir el espíritu de la ley natural para adaptarnos a ella.
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