Uno de los principales motivos del deterioro, o destrucción, de la educación pública, es el reemplazo de contenidos culturales y científicos por contenidos ideológicos. De ahí que hayan surgido voces que reclaman la abolición definitiva de la educación pública. Teniendo presente los beneficios promovidos por tal tipo de educación en décadas pasadas, tal propuesta resulta excesiva ya que resulta similar a la actitud del médico que propone eliminar al paciente para, así, eliminar la enfermedad.
En lugar de promover el resurgimiento de la educación pública hasta alcanzar el nivel de épocas pasadas, sectores anti-estatistas, o bien anarquistas, proponen una masiva privatización de la educación en todos sus niveles. Sin embargo, figuras representativas del pensamiento liberal proponían el retiro del Estado de las actividades económicas justamente para poder cumplir mejor con su misión de ofrecer seguridad, salud, educación, etc. Álvaro C. Alsogaray respondía a una requisitoria periodística: “El Estado no tiene por qué ser industrial, comerciante o prestador de servicios, porque no es esa su función. Hay capitales en el mundo entero interesados por tomar estas actividades, con lo cual tendríamos una baja en los gastos del Estado y además, buenos servicios, que es lo que le interesa fundamentalmente a la población. El Estado tiene otras funciones que cumplir: debe ocuparse de las relaciones exteriores, de la defensa nacional, de la seguridad personal –que hoy está tan atrasada en el país-, de la salud pública, de los maestros y de todo aquello que le concierne directamente” (De “La alternativa liberal en la Argentina” de Néstor Montenegro-Editorial Planeta Argentina SAIC-Buenos Aires 1988).
Es oportuno mencionar que, en países como Estados Unidos, coexisten universidades privadas junto a estatales, con la clara intención de intensificar la creación de capital humano, principal función de la educación universitaria. El reciente ascenso de empresas informáticas como las más valiosas del mundo, muestra la preponderancia del capital humano sobre el capital material.
La educación pública en la Argentina surge ante la evidente necesidad de reinsertar sectores marginados (u automarginados) dominados por la negligencia y la irresponsabilidad. Manuel Belgrano escribía al respecto en 1796: “He visto con dolor, sin salir de esta capital, una infinidad de hombres ociosos en quienes no se ve otra cosa que la miseria y desnudez: una infinidad de familias que sólo deben su subsistencia a la feracidad del país, que está por todas partes denotando las riquezas que encierra, esto es la abundancia; y apenas se encuentra alguna familia que esté destinada a un oficio útil que ejerza un arte o que se emplee de modo que tenga alguna comodidad más en su vida. Esos miserables ranchos donde ve uno la multitud de criaturas que llegan a la edad de la pubertad sin haber ejercido otra cosa que la ociosidad deben ser atendidos hasta el último punto”.
“La lana es bien abundante en este país, el algodón del Paraguay, Chaco, etc., otras infinitas materias primas que tenemos y podemos tener con nuestra industria, pueden proporcionar mil medios de subsistencia a estas infelices gentes que acostumbradas a vivir en la ociosidad, como llevo expuesto, desde niños, les es muy penoso el trabajo en la edad adulta o resultan unos salteadores o unos mendigos: estados seguramente deplorables que podrían cortarse si se les diese auxilio desde la infancia proporcionándoles una regular educación, que es el principio de donde resultan ya los bienes ya los males de las sociedades”.
“Uno de los principales medios que se deben aceptar a este fin son las escuelas gratuitas donde pudiesen los infelices mandar a sus hijos sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción, allí se les podría dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues en un pueblo donde no reina éste, decae el comercio y toma su lugar la miseria, las artes que producen la abundancia que la multiplica después en recompensa, perecen y todo en una palabra desaparece cuando se abandona la industria porque se cree que no es de utilidad alguna”.
“Para hacer felices a los hombres es forzoso ponerlos en la precisión del trabajo con el cual se precave la holgazanería y ociosidad que es el origen de la disolución de las costumbres. A muy poco costo podría esta junta tomar medidas para llevar a efecto estas ideas. Después que ya los niños salieran de aprender los rudimentos de las primeras letras, podrían ser admitidos por aquellos maestros menesterales que mejor sobresaliesen en su arte, quienes tendrían la obligación de mandarlos a la escuela de dibujo, velando su conducta, consignándoles una cierta cantidad, por su cuidado, en la enseñanza y además señalando cierto premio al que en determinado tiempo diese a sus discípulos en esto, aquello, etcétera”.
“Semejante premio les estimulará a tener muchos aprendices, y por el contrario atenidos a aquel salario desmayarían en la enseñanza o lo recatarían” (Citado en “Historia de la Educación argentina” de Manuel H. Solari-Editorial Paidós-Buenos Aires 1984).
Existen coincidencias entre los diversos sectores de la sociedad en cuanto a que la educación ha de ser el medio efectivo para la solución de nuestros graves problemas. Sin embargo, debe distinguirse entre educación y adoctrinamiento, ya que es distinto apuntar hacia la potenciación de atributos personales que a una simple ideologización de las masas para obedecer consignas sectoriales que siempre condujeron a nefastos resultados. Si bien todo contenido impartido en establecimientos educativos consiste en un conjunto de información sustentado en ciertas ideas básicas (ideología), cuando tal ideología resulta compatible con la ciencia y con la realidad, pierde todo su carácter subjetivo o sectorial para constituir la verdadera educación. Gustavo F. J. Cirigliano escribió: “La educación no es un problema exclusivo de los pedagogos, ni siquiera de los docentes, es algo de interés y responsabilidad de todos. Así como la salud no es una cuestión que atañe solamente a los médicos sino a todos, a la comunidad, a cada uno”.
“¿Por qué nos preocupa que no haya conciencia pública sobre educación? Por algo muy simple: un país es realmente los recursos humanos que tiene”.
“Un país, una nación, es los profesionales, los técnicos, los especialistas, los operarios, los artesanos, los consumidores, los productores, etcétera, que ha formado. Un país existe sobre la base de recursos naturales, pero es la calidad del personal humano la que da cuenta del destino de tales recursos. Y esa calidad humana es resultado principal de la educación” (De “Educación y política”-Librería del Colegio SA-Buenos Aires 1975).
Desde el punto de vista de la libertad y de la igualdad, valores buscados por las diversas corrientes ideológicas, resulta ser la educación la actividad intermediaria que ha de permitir, o no, el cumplimiento de esos objetivos. Para que los padres tengan la posibilidad de elegir libremente la educación que desean para sus hijos, debe existir la educación privada. Para dar igualdad de oportunidades a quienes carecen de suficientes medios económicos, debe existir la educación pública. Es decir, no resulta admisible la existencia de un solo tipo de educación ya que se estaría incumpliendo con alguno de los objetivos sociales mencionados. Federico Clerici expresaba al respecto: “Nuestra Constitución es una especie de himno a la libertad. Nos dice que la libertad de cada uno de nosotros termina donde empieza la libertad de los demás”.
“En lo que hace a la parte relacionada con el derecho de enseñar y aprender, esto significa partir de la libertad que tenemos cada uno de nosotros de elegir la enseñanza que queremos para nosotros mismos y también para nuestros hijos. Este concepto, unido al de igualdad de oportunidades, deja atrás una discusión que se planteó a fines de la década del ’50 y que se volvió a replantear con motivo de la realización del Congreso Pedagógico: la vieja discusión entre la educación estatal y la educación privada. Porque ambas, dentro de esta concepción, tienen una misión fundamental que cumplir. El Estado tiene en primer lugar una obligación de tipo constitucional de asegurar nuestro derecho como ciudadanos a aprender. Y por otro lado, en el artículo 5to de la Constitución las provincias se obligan a brindar la educación primaria a todos los habitantes de cada provincia”.
“Esto tiene mucho que ver con otro principio que está relacionado con el de la libertad: es el principio de la igualdad de oportunidades, porque ninguno de nosotros puede aspirar a la libertad si no tiene las mismas oportunidades del vecino. Esto es, mientras cada uno de nosotros no pueda acceder a los beneficios básicos de la vida sobre la tierra, no va a estar en condiciones de competir con los demás porque no habremos tenido las mismas oportunidades que han tenido los demás para llegar a ese nivel de competencia que es uno de los aspectos inevitables de la vida humana” (De “La alternativa liberal en la Argentina”).
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