Por Antonio I. Margariti
Buscadores de renta y la pasión por crear
Dos son los modelos posibles de empresarios: los cortesanos que buscan el beneficio fácil e inmediato, por un lado, y quienes encuentran placer en el trabajo creador, por el otro.
En su reciente visita a Brasil [escrito en 2008], la presidente Cristina de Kirchner recibió un baño de luz que le provocó un cierto deslumbramiento. El proceso comenzó cuando presenciaba el vibrante desfile de las fuerzas armadas brasileñas, como aquellos desfiles que su cónyuge y ella misma han proscrito en Argentina por calculado resentimiento antimilitar. Luego tuvo otro descubrimiento: la reunión con un calificado conjunto de hombres de negocios, donde espontáneamente le surgieron palabras de admiración: ¡Siento envidia por los empresarios brasileños!
Claro, la presidente Cristina nunca había tenido la oportunidad de conocer empresarios de verdad. Siempre estuvo rodeada por ejecutivos genuflexos y dispuestos a aplaudir cualquier discurso, ya sea para repudiar la deuda como para adelantar su pago al contado inmediato.
Los empresarios que surgieron al lado de la pareja presidencial, esos que se designan como la nueva burguesía nacional, se parecen a los vivos ejecutivos inmortalizados por la canción de María Elena Walsh.
Pero estos brasileños eran otra cosa. Parecían hombres de carácter, seres de gran energía, no dispuestos a doblar la cerviz por un plato de lentejas, capaces de organizar formidables empresas, habituados a mandar y dirigir sociedades que van a perdurar por varias generaciones.
En cambio la corte de adulones que rodean a la presidente, son otra clase de personajes. Son aquellos que tratan de salir en las fotos del salón blanco de la Casa Rosada, aquellos que cierran la boca para no incomodar a los que mandan, aquellos que formulan declaraciones para halagar a los de arriba. Estos eran los únicos empresarios que conocía la presidente. Por eso los líderes brasileños le produjeron una inusitada impresión.
La señora Cristina empezó a descubrir que existe una clara diferencia. Por un lado, los buscadores de rentas y por otro lado, los que tienen la pasión por crear.
Buscadores de rentas
Los buscadores de renta o rent-seeking son aquellos empresarios cortesanos, perfectamente descriptos por el profesor Gordon Tullock a quienes no les interesa para nada organizar una empresa, ni su progreso y mucho menos contar con un grupo de colaboradores para emprender la tarea común de crear bienes de calidad, capaces de satisfacer las necesidades humanas.
Sólo les preocupa la renta que puedan obtener, ya sea explotando la empresa o desguazándola hasta exprimir el último centavo. Finalmente se desprenden de ella. Para lo cual tratan de acercarse a los que detentan el poder e influyen sobre las decisiones políticas para que el gobierno elabore o interprete reglas en su propio beneficio. Los buscadores de rentas siempre aparecen alrededor de los funcionarios con el fin de obtener privilegios, prebendas o beneficios particulares que nunca coinciden con el interés general de los consumidores. Buscan cambiar el entorno de una sana competencia por un mercado político, cautivo de sus intereses. Cuando lo consiguen con ayuda del gobierno se aprovechan de la incapacidad de organización de los consumidores para defender sus intereses.
Por eso se apoderan de empresas estatales sin poner un centavo, o consiguen monopolios para explotar los juegos de azar, o presentan ofertas con sobreprecios en licitaciones amañadas donde sus cómplices les adjudican todas las obras públicas de manera sistemática.
Este proceso desemboca normalmente en una pérdida de bienestar para el conjunto de los consumidores y en una superrenta para los rent-seeking por incremento de precios, exenciones impositivas o subsidios obtenidos a través de impuestos cobrados a los propios consumidores.
Así sus intereses particulares se elevan a la categoría de preferencial agenda política. Estos buscadores de rentas son parásitos que compiten entre sí para ver quién obtiene más a cambio de lo que ofrecen a los funcionarios.
Godon Tullock dice que «con frecuencia, los burócratas son manipulados por otros rent-seekers y que ciertamente no desarrollarían con tanta eficacia tal actividad sin la extensa red de condescendencia de los políticos y la ignorancia racional de muchos electores». Uno de los aspectos en los que más se ha centrado el análisis del comportamiento rent-seeking se refiere a la perdurabilidad del derecho de monopolio o a la restricción de la competencia que consiguen, por medio de la compra de políticos, la financiación de campañas electorales, los apoyos a candidaturas implícitas y los sobornos explícitos.
La pasión por crear
En cambio el otro tipo de empresario, aquél que no es buscador de rentas, está inspirado por una verdadera pasión por crear. Siente el gozo pleno de compartir el trabajo creador con sus colaboradores y se satisface cuando consigue producir objetos bellos, duraderos y útiles a las necesidades de los consumidores.
No existe una caracterización mejor de este tipo de empresarios que la que hiciera hace muchos años quien fuera uno de los grandes economistas liberales italianos: Luigi Einaudi.
Einaudi era un típico piamontés: trabajador incansable, ahorrativo hasta la médula, afable con todo el mundo, inteligente y respetuoso pero al mismo tiempo irónico, pero por sobre todo poseedor de un inagotable sentido común. Fue uno de los mejores tratadistas de Finanzas públicas del mundo. La ciencia financiera le debe aportaciones definitivas en la clasificación de los ingresos del Estado, el concepto de renta imponible, el análisis del impuesto óptimo, la critica al impuesto-tala y la teoría de la amortización de la deuda. Fue presidente de la República Italiana desde 1948 a 1956. Antes había sido ministro de Finanzas del gobierno de Alcides De Gasperi y gobernador del Banco de Italia donde dirigió la audaz reforma monetaria que salvó a Italia de la hiperinflación de la lira. Einaudi apreciaba sobremanera el valor del esfuerzo personal y en ocasión de una visita a la planta de Maranello -que había sido completamente destruida por bombardeos aliados en 1944 y reconstruida en 1946- rindió homenaje a su amigo Enzo Ferrari il commendatore, destacando que era ejemplo del empresario creador y distinguiéndolo del buscador de rentas.
Dijo entonces Luigi Einaudi:
Miles, millones de individuos trabajan, producen y ahorran a pesar de todo aquello que el gobierno inventa para molestarlos, trabarlos y desanimarlos. Esa fuerza interior que los empuja, no es tanto la sed de dinero. Es el gusto, el orgullo de ver prosperar su empresa, aumentar el crédito, inspirar confianza cada vez mayor en los clientes, ampliar su fábrica, mejorar la condición de sus colaboradores y embellecer la sede de los negocios. Todo esto constituye un aliciente de progreso mucho más potente que el espíritu de ganancia.
Si así no fuese, no se explicaría porqué estos emprendedores, en su propia empresa prodigan toda su energía e invierten todo su capital para retirar una renta personal más que modesta y muy inferior a la que podrían obtener segura y cómodamente con emprendimientos especulativos. A ellos los anima la pasión por crear.
La presidente Cristina descubrió que existe esta clase de hombres en los empresarios brasileños. Pero todavía no se ha dado cuenta que ellos también abundan en nuestro país. Sin embargo no los conoce. No tienen acceso al despacho presidencial, y para colmo en su autismo sólo dispone medidas agresivas, acusaciones injustas, regulaciones insensatas, impuestos crecientes, trabas administrativas y obstáculos legales.
El baño de luz recibido en Brasil todavía no se ha repetido en Argentina. A la presidente Cristina le falta descubrir una realidad que olímpicamente ignora.
Antonio I. Margariti es economista y autor del libro Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo para que todos podamos vivir dignamente, editado por la Fundación Libertad de Rosario.
(De www.economiaparatodos.com.ar)
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1 comentario:
El tipo de empresario que describió Einaudi está presente en mayor o menor medida en todos los países europeos, pero por desgracia por sobre ellos y el resto de los ciudadanos se está imponiendo un tipo de administración pública de ámbito continental, la llamada Unión Europea, que está siendo capturada por los empresaurios de esos mismos países, desvirtuando y pervirtiendo un modelo económico y político que ya en sus inicios tuvo fallas graves que ponían en entredicho sus más que loables principios debidas a la supervisión realizada desde los EE.UU. sobre sus padres inspiradores (al parecer hay pruebas indudables de los cheques extendidos a estos personajes por el gobierno norteamericano para que hiciesen un diseño acorde a los intereses del “amigo americano”). Y es que lo que mal se inicia no puede acabar bien.
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