En la Argentina se advierte una importante adhesión al que podría llamarse "el buen terrorismo", para diferenciarlo del "terrorismo malo". En este sentido se sigue fielmente el ideal y la moral impuesta por Vladimir Lenin: "Moral es lo que favorece el advenimiento del socialismo, inmoral lo contrario". De ahí que los 1.094 asesinatos, 2.368 heridos, 756 secuestros extorsivos y 4.380 bombas, atribuidos a Montoneros y al ERP, son considerados bajo el criterio leninista como un terrorismo necesario para instaurar el socialismo. Por el contrario, existió un "terrorismo malo", el ejercido por las Fuerzas Armadas, principalmente por haber impedido la mencionada instauración, y no tanto por las vidas que eliminó, por cuanto es de cierta ingenuidad suponer que a los marxistas-leninistas les interese la integridad de las vidas individuales, aun cuando sean de su propio bando. Quienes aplauden y admiran a asesinos en gran escala, como Mao y Stalin, o a otros de menor escala, como los hermanos Castro y el Che Guevara, no parece cierto que les afecte de alguna manera las muertes ajenas.
En cierta ocasión, Stalin le comenta a Churchill que la matanza de millones de campesinos ucranianos fue algo "necesario". La cifra estimada por Stalin era de unos 10 millones de individuos, aunque posteriormente se habló de "solamente" 6 o 7 millones. Actualmente es frecuente justificar, entre los socialistas, las atrocidades de Mao y de Stalin, aduciendo la necesidad de tales genocidios como etapa previa a la instauración del socialismo. De ahí que tales líderes aun reciben un agradecimiento póstumo por haber cumplido el sueño de muchos, tal el de observar el avance socialista por el mundo.
Las palabras de Aldous Huxley reflejan la perversa prioridad de beneficios materiales o personales por sobre la vida de millones de vidas inocentes: “Varios millones de paisanos fueron muertos de hambre deliberadamente en 1933 por los encargados de proyectar los planes de los Soviets. La inhumanidad acarrea el resentimiento; el resentimiento se mantiene bloqueado por la fuerza. Como siempre, el principal resultado de la violencia es la necesidad de emplear mayor violencia. Tal es pues el planteamiento de los Soviets; está bien intencionado, pero emplea medios inicuos que están produciendo resultados totalmente distintos de los que se propusieron los primeros autores de la revolución” (De “El fin y los medios” de Aldous Huxley–Editorial Hermes–Buenos Aires 1955).
Puede decirse que los buenos medios conducen a buenos fines, y que los malos medios conducen a fines malos, en oposición a lo mencionado por Huxley, como pudo comprobarse en todo país en donde se implantó alguna forma de socialismo.
A lo largo de la historia ocurren situaciones en las que interviene ocasionalmente el altruismo de los mártires, que dan voluntariamente sus propias vidas en beneficio de vidas ajenas. Mientras que Cristo acepta su muerte en la cruz, para beneficiar a toda la humanidad, los marxistas suponen que asesinando a miles o millones, en contra de la voluntad de sus "mártires" designados, incluso liquidando clases sociales enteras, se habrá logrado beneficiar a muchas más personas en el futuro. Albert Camus escribió: "Marx podía justificar, como lo hizo, la guerra de 1870, pues era la guerra del fusil Chassepot y además estaba localizada. En las perspectivas del marxismo, cien mil muertos no son nada, en efecto, si constituyen el precio de la felicidad de centenas de millones de hombres".
"Pero la muerte cierta de centenas de millones para lograr la presunta felicidad de los que queden, es un precio demasiado caro. El progreso veriginoso de los armamentos, hecho histórico ignorado por Marx, obliga a plantear de un modo distinto el problema de los medios y el fin" (De "Moral y política"-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1978).
Durante el desembarco de los aliados en Normandía, en la Segunda Guerra Mundial, se advirtió que las defensas alemanas podían estar atrincheradas en un pueblo costero en Francia. De ahí que un militar inglés consideró conveniente bombardear el pueblo aun con la consigueinte pérdida de vidas inocentes, o no militares. Posteriormente se supo que los alemanes estaban en posiciones alejadas del pueblo, muriendo unos 2.000 civiles. Lo sorprendente del caso es que algunas organizaciones de la resistencia francesa aceptaron la posibilidad del bombardeo masivo, aduciendo que en la guerra era inevitable la muerte de inocentes.
También quienes decidieron arrojar bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki razonaron que, de no rendirse Japón y de continuar la guerra tradicional, morirían millones de soldados norteamericanos y japoneses. Por ello, encontraron un justificativo razonable para tan mostruoso suceso.
Como los socialistas creen en la posibilidad del paraíso en la Tierra, a pesar de los reiterados fracasos, justifican todo tipo de matanzas masivas considerando la felicidad de los que quedarán vivos. Algo absurdo, pero, posiblemente, sea la única manera de entender el permanente apoyo y reivindicaciones de terroristas como Montoneros y ERP, sin reconocer jamás la muerte de gente inocente a quienes consideran casi como insectos no merecedores de recibir alguna forma de recordación o una simple placa de bronce que les rinda un pequeño homenaje. Lamentablemente, el último 24 de marzo (Día de La Memoria) mostró que todavía la adhesión al terrorismo marxista sigue siendo bastante importante.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
La adhesión a planteamientos claramente irracionales e inhumanos es más compleja en el fondo que el simple cálculo de beneficios y pérdidas. Ahí entra la negación de la realidad, el resentimiento, la esperanza casi siempre infundada, la sobrevaloración de los postulados y sensibilidades propias, la negativa a considerar siquiera otros planteamientos... el ser humano es bastante defectuoso.
Publicar un comentario