Así como el arte decadente tiende a reemplazar al arte genuino, o las mentiras tienden a reemplazar a la verdad, la pseudociencia tiende a reemplazar a la ciencia, especialmente en los sectores sociales poco adeptos al pensamiento y a la búsqueda de la verdad. En cuanto a la ciencia, Albert Einstein escribió: “Algunos hombres se dedican a la ciencia, pero no todos los hacen por amor a la ciencia misma. Hay algunos que entran en su templo porque se les ofrece la oportunidad de desplegar sus talentos particulares. Para esta clase de hombres la ciencia es una especie de deporte en cuya práctica hallan un regocijo, lo mismo que el atleta se regocija con la ejecución de sus proezas musculares".
"Y hay otro tipo de hombres que penetra en el templo para ofrendar su masa cerebral con la esperanza de asegurarse un buen pago. Estos hombres son científicos tan sólo por una circunstancia fortuita que se presentó cuando elegían su carrera. Si las circunstancias hubieran sido diferentes podrían haber sido políticos o magníficos hombres de negocios. Si descendiera un ángel del Señor y expulsara del Templo de la Ciencia a todos aquellos que pertenecen a las categorías mencionadas, temo que el templo aparecería casi vacío. Pocos fieles quedarían, algunos de los viejos tiempos, algunos de nuestros días. Entre estos últimos se hallaría nuestro Planck. He aquí por qué siento tanta estima por él” (Del prólogo de “¿Adónde va la ciencia?” de Max Planck–Editorial Losada SA-Buenos Aires 1960).
También existen quienes utilizan la ciencia en la búsqueda de cierto prestigio personal, ya sea porque saben muy poco o bien porque tienen conocimientos aceptables sobre el tema. Los primeros son, generalmente, los pseudo científicos. Los segundos son los que se oponen a cualquier intento de innovación científica, ya que poco les interesa la verdad y no aceptan que otros puedan descubrirla. Son los que se “negaron a mirar por el telescopio” cuando Galileo se los ofreció, porque la innovación derriba sus creencias particulares. Imitan a los científicos confundiendo la crítica científica con la oposición irracional y destructiva.
Respecto de la pseudo ciencia, Mario Bunge escribió: “¿Qué es lo malo de la pseudo ciencia? No sólo ni precisamente el que sea básicamente falsa, puesto que todas nuestras teorías factuales son, a lo sumo, parcialmente verdaderas. Lo malo de la pseudo ciencia es, en primer lugar, que se niega a fundamentar sus doctrinas y que no puede, además, hacerlo porque rompe totalmente con nuestra herencia científica –cosa que, por cierto, no ocurre en las revoluciones científicas, todas las cuales son parciales, puesto que toda nueva idea tiene que estimarse por medio de otras que no se ponen en discusión en el contexto dado".
"En segundo lugar, que la pseudo ciencia se niega a someter a contraste sus doctrinas mediante la experimentación propiamente dicha; además, la pseudo ciencia es en gran parte incontrastable, porque tiende a interpretar todos los datos de modo que sus tesis queden confirmadas ocurra lo que ocurra; el pseudo científico, igual que el pescador, exagera sus presas y oculta o disculpa todos sus fracasos.”
“En tercer lugar, que la pseudo ciencia carece de mecanismo autocorrector: no puede aprender nada ni de una nueva información empírica (pues se la traga sin digerirla), ni de nuevos descubrimientos científicos (pues los desprecia), ni de la crítica científica (pues la rechaza con indignación). La pseudo ciencia no puede progresar porque se las arregla para interpretar cada fracaso como una confirmación, y cada crítica como si fuera un ataque. Las diferencias de opinión entre sus sectarios, cuando tales diferencias se producen, dan lugar a la fragmentación de la secta, y no a su progreso".
"En cuarto lugar, el objetivo primario de la pseudo ciencia no es establecer, contrastar y corregir sistemas de hipótesis (teorías) que reproduzcan la realidad, sino influir en las cosas y en los seres humanos: como la magia y como la tecnología, la pseudo ciencia tiene un objetivo primariamente práctico, no cognitivo, pero, a diferencia de la magia, se presenta ella misma como ciencia y, a diferencia de la tecnología, no goza del fundamento que da a ésta la ciencia” (De “La Investigación Científica”–Siglo XXI Editores-México 2000).
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1 comentario:
Los últimos párrafos parecen una descripción fidedigna del marxismo, esa arenga con ínfulas de cientificidad usada como coartada para conquistar y mantener el poder absoluto.
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