La esclavitud, en cualquiera de sus formas, resulta opuesta a la libertad. Así, mientras que la esclavitud implica la existencia de un esclavizador y un esclavizado, la libertad implica la ausencia de dominio material, mental y emocional del hombre sobre el hombre.
Mientras que, antiguamente, predominaba la esclavitud material de personas, en los últimos tiempos han aparecido dos formas quizás más perniciosas, que son la esclavitud mental y la emocional. Se es esclavo mental cuando, a través de una ideología incompatible con la realidad, se reemplaza la realidad mediante la ideología, generalmente a través del engaño y de la mentira.
Finalmente, aparece la esclavitud emocional, generalmente asociada a la esclavitud mental, y consiste en que las víctimas tienden a padecer una existencia fundamentada en el odio, inducido previamente por la ideología en cuestión. Son vidas envenenadas ya que se los induce a transformarse en seres envidiosos y burlescos, que son las manifestaciones asociadas al odio.
Como ejemplo de esclavitud material puede considerarse a Cuba, con la optimista creencia en que son pocos los cubanos que todavía creen en las promesas del marxismo-leninismo. Puede decirse que la revolución comunista condujo primeramente a la esclavitud material para luego establecer la mental y la emocional, mientras que la propuesta gramsciana implica establecer primeramente la esclavitud mental y emocional para finalmente lograr la esclavitud material.
A través de declaraciones de politicos socialistas, se advierte que la pobreza generalizada es promovida por los gobiernos socialistas a fin de ejercer con mayor eficacia la esclavitud amplia y generalizada, ya que se busca la total dependencia del individuo respecto del Estado. La perversidad de las intenciones socialistas son indiscutibles.
Si bien es posible que en Cuba haya quedado solamente la esclavitud material, al menos en el grueso de la población, en la Argentina todavía la esclavitud mental y emocional, favorecidas por el peronismo, siguen teniendo plena vigencia. Así, los peronistas, en lugar de protestar por ser denigrados por Perón y Eva al envenenarles la vida, induciéndolos a fabricar cotidianamente una dosis de odio destinada al rico, al empresario, al oligarca, al antiperonista, al católico, al yanky, etc, etc, siguen todavía idolatrando a sus esclavizadores.
La gravedad del caso es que, para revertir la grave situación económica y social, se necesitan muchas inversiones. Sin embargo, ante la posibilidad de que el 25 o el 30% de peronistas vuelvan a elegir un candidato totalitario en futuras elecciones, y ante la división de los otros sectores políticos, vuelva el peronismo al poder, poco interés habrá por invertir, tanto desde sectores locales como extranjeros.
Por el momento, y como era de esperar, los sectores peronistas están llamados a entorpecer y sabotear todo lo que haga o intente hacer el actual gobierno no peronista. El odio inculcado por Perón y Eva ha traspasado a varias generaciones de peronistas, por lo que puede hablarse de una esclavitud emocional hereditaria.
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1 comentario:
En el peor de los casos la actual etapa servirá para poner sobre el tapete, y con ello que se discuta públicamente, acerca de temas hasta ahora fuera del marco general de referencia. Y eso es muy importante para un gradual acercamiento a una sociedad más justa y eficiente porque se van ganando casillas en el tablero.
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