Uno de los derechos exigidos por los sindicalistas, respecto de los empleados, implica la seguridad laboral en el sentido de que el empleado mantenga su trabajo hasta el momento de su jubilación. Para lograr este objetivo, la ley vigente obliga al empleador a pagar una cuantiosa indemnización en caso de que tenga que despedir al empleado.
Con un caso real y concreto puede advertirse un efecto de esta ley. Así, un pequeño comercio tiene un empleado bastante irresponsable, por lo que el dueño preferiría cambiarlo por otro mejor. Pero como el antiguo empleado lleva varios años de trabajo, para echarlo debería vender o cerrar su comercio. Como el empleado protegido por la ley laboral conoce esta situación, hace lo que le viene en ganas porque sabe que no podrán echarlo.
Para colmo, por cada $ 100 pesos que recibe un empleado como sueldo, el empleador debe pagar un adicional, al Estado y a los sindicatos, de unos $ 60. Como cuesta poco suponer, en la Argentina no crece el empleo privado desde hace unos diez años, ya que nadie se arriesga a contratar a alguien que, en caso de no responder como se espera, debe aguantarlo por mucho tiempo o bien pagarle un dineral al dejarlo cesante.
Por lo general, los sindicalistas suponen que los empleadores tienen cierta predisposición por echar empleados, cuando en realidad es el capital humano eficiente lo que favorece el funcionamiento de una empresa. Las leyes laborales vigentes están hechas para proteger a los empleados ineficientes y para impedir que las nuevas generaciones logren un trabajo dependiente registrado. De ahí la gran cantidad de jóvenes que emigran de la Argentina continuamente.
Mientras siga vigente la actual ley protectora del trabajador ineficaz, seguirá la tendencia a no aceptar nuevos empleados por parte de las empresas, siguiendo con las contrataciones por tiempos definidos y los trabajos informales. Si se reducen las indemnizaciones por despido, seguramente habrá una mayor predisposición empresarial para ofrecer nuevos empleos.
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1 comentario:
Una salida habitual al precio exagerado del despido de un asalariado de carácter indefinido, y así poder seguir con una dinámica de mercado de trabajo legal, ha sido el fomento de la contratación temporal con indemnización al finalizar la relación laboral muy inferior a la existente para los fijos. Además del consiguiente agravio comparativo entre ambos tipos de asalariados lo que se produce en una dualización o desdoblamiento del mercado de trabajo, algo que lo vuelve ineficiente con el tiempo.
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