La información transmitida entre seres humanos, ya sea en forma oral o escrita, presenta dos aspectos que deben ser tenidos en cuenta para que la transferencia de esa información sea efectiva. Estos aspectos son; el contenido (su veracidad, su vinculación con la realidad, etc.) y su presentación (principalmente la coherencia lógica, la claridad de un mensaje y una fácil recepción).
Si bien esta consideración parece bastante evidente, muchas veces no es tenida en cuenta. Este es el caso de los embaucadores de masas, quienes, como buenos mentirosos, nunca van a expresar que sus objetivos serán perjudiciales para las masas bajo su ataque, sino que les darán un mensaje que ha de sonar semejante al de las personas bien intencionadas, al menos en partes de tal mensaje embaucador.
La efectividad de la transferencia de un mensaje dependerá de una doble adaptación, ya que el emisor deberá adaptarse al receptor simultánemante en que el receptor deberá hacerlo con el emisor. De ahí la expresión de Cristo: "No se echa el vino nuevo en odres viejos, porque entonces se rompen los cueros, y se pierden el vino y los cueros; sino que el vino nuevo se echa en cueros recientes, y se conservan ambas cosas" (Mt). Con ello indica que su mensaje, para ser aceptado plenamente, requerirá de una previa apertura mental del receptor, además de la claridad y el contenido del mensaje.
El mensaje evangélico, por cierto bastante breve para dar una aceptable orientación a la vida del receptor, tiene presente la existencia de una actitud característica en cada persona, por lo que el objetivo a lograr consiste en "direccionar" esa actitud en un sentido determinado. Con ello se logra la brevedad necesaria para que el mensaje pueda ser retenido en su mayor parte por una gran cantidad de oyentes. Esta brevedad se pierde casi totalmente cuando, posteriormente, se agregan los misterios "sagrados" por parte de sus difusores, o de quienes intentan serlo.
Por lo general se supone que el objetivo del mensaje bíblico tiene por objetivo concentrar nuestra atención y nuestros esfuerzos en el bienestar de los demás. Sin embargo, la actitud promovida mediante el "amor al prójimo" lleva implícita una orientación al bienestar anímico de la persona misma. De ahí que el interés por los demás se dará como una consecuencia necesaria de haber podido fortalecer la propia individualidad. Este proceso es similar a decir que, para que se cumplan con los derechos exigidos o esperados por todas las personas, primeramente se debe apuntar al cumplimiento de los deberes respectivos, algo que se ignora casi totalmente en la actualidad.
Si bien el contenido de la "Ética demostrada según el orden geométrico", de Baruch de Spinoza, presenta bastante compatibilidad con el contenido ético de los Evangelios, la presentación es muy distinta, ya que resulta accesible a un número de personas limitado. Ello se debe a la intención de establecer todo el discurso en una forma lógicamente coherente y fundamentada en forma axiomática. Diana Cohen Agrest escribió: "Baruch de Spinoza aspiró a comprender el orden de la Naturaleza y a descubrir el lugar del hombre en ella. Este afán no brotaba de una estéril especulación filosófica sino de una indagación práctica: alcanzar la felicidad y la salvación" (De "Spinoza. Una cartografía de la Ética"-EUDEBA-Buenos Aires 2015).
De la misma manera en que existe una ciencia y un arte de la educación, puede decirse que existe una ciencia y un arte de la comunicación escrita o verbal. Mientras que los contenidos de la educación pueden estar vinculados con la ciencia experimental y estar orientados por ella, la forma de transmitirlos implica más un arte que una ciencia, ya que no es posible uniformar formas de comunicación por cuanto cada una de ellas depende de la personalidad del docente. De ahí que, a veces, con el tiempo nos queda en la memoria lo que nos enseñó un poco ortodoxo docente mientras olvidamos todo lo enseñado por los docentes atentos a las últimas novedades metodológicas.
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1 comentario:
El contenido de la información sobre el mundo es cosa de la ciencia y por lo tanto es objetivo. En el inevitable proceso humano de dar significado a esa objetividad entran en juego la subjetividad, sea como filosofía, cosmovisión o religión, y en ello usa conceptos distintos a la ciencia, siendo campo abonado para discursos que van más allá de la realidad, pasando a teorizar y a valorar nuestras emociones sobre ella.
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