Las diversas éticas propuestas, por lo general, apuntan a afianzar el grado de felicidad logrado a través de una optimización a partir de una situación más o menos normal. También es posible la existencia de éticas que apuntan a evitar las incomodidades y los sufrimientos asociados a situaciones en que predomina un pobre nivel de felicidad, como le aconteció a Epicteto en su condición de esclavo durante la época del Imperio Romano.
La propuesta ética de Epicteto presenta coincidencias con la ética bíblica asociada al cristianismo, por lo que también es posible afirmar que dicha ética bíblica también presenta la posibilidad de favorecer la supervivencia aún en condiciones extremas. En las coincidencias entre la moral estoica y la moral cristiana, se advierte la relativamente fácil aceptación posterior del cristianismo por parte de los romanos.
Puede decirse, además, que las condiciones extremas de la esclavitud en cierta forma favorecen el surgimiento de una ética eficaz, tanto en el caso de Epicteto como en el caso del habitante de un país comunista, como fue afirmado por Alexander Solyenitsin, si bien no toda la población aprovecha tales condiciones para crecer espiritualmente, ya que muchos se abandonan ante la adversidad.
A continuación se transcribe una breve biografía del filósofo romano:
NOTICIA SOBRE EPICTETO
La biografía de Epicteto, a quien se ha llamado la figura más grande del estoicismo, sólo es conocida en sus líneas generales. Se sabe que nació en Hierápolis (Frigia) a mediados del siglo I de la era cristiana y que fue esclavo de Epafrodito, el favorito y secretario de Nerón, el que lo acompañara en su fuga, ayudándolo a darse muerte después. Su condición de súbdito costó la vida al patricio, puesto que Domiciano lo hizo degollar por haber osado poner la mano en el emperador.
Había sido para Epicteto un amo cruel, y el esclavo recobró la libertad con la muerte del amo, dedicándose desde entonces a predicar su filosofía en Roma primero y en Epiro más tarde. Se sabe, también, que el emperador Adriano lo distinguió con su amistad y que sus máximas ejercieron gran influencia en la formación moral de Marco Aurelio, aunque es poco probable que el hijo adoptivo de Antonino llegase a conocer personalmente al maestro, puesto que la fecha que aproximadamente se da como la de su muerte, la tercera década del siglo II, coincide con la del nacimiento de Marco Aurelio.
No hay duda de que las penosas circunstancias de su vida influyeron en el espíritu de Epicteto, orientándolo hacia la filosofía del Pórtico, que enseñaba el desprecio de los hombres y de sus riquezas y hacía consistir la felicidad en el triunfo de la razón y de la voluntad sobre las pasiones.
La vida de Epicteto fue ejemplo vivo de la doctrina, hecho que contribuyó a aumentar su prestigio. Su refugio en Epiro se debió a la persecución ordenada por Domiciano contra los filósofos y sirvió para acrecentar una reputación ya sólida. El cinismo de Epicteto se enriquecía con ciertas virtudes que posteriormente se han llamado cristianas: la resignación al destino, la renuncia a los bienes del mundo, la comprensión y la tolerancia de los defectos ajenos y la fe en una divinidad que rige el Universo.
Para Epicteto hay dos clases de cosas en el hombre: las que dependen de él (formación moral) y las ajenas (cuerpo, riquezas, honores). Por consiguiente, el elemento realmente propio es la voluntad de obrar bien o de obrar mal, entendiéndose por obrar bien el hacerlo conforme a la naturaleza humana y a su razón. Y la voluntad de obrar bien se apoya en el conocimiento y la aceptación de Dios, invocándolo para obtener su ayuda.
Vemos como de este modo el estoicismo de Epicteto se aparta del epicureísmo de Zenón, pura especulación metafísica. Y en la distinta corriente seguida por los continuadores de la escuela del Pórtico en Roma hallamos las características del ingenio romano, que se aparta de las lucubraciones mentales para inclinarse, con sentido realista, a su aplicación en la existencia.
También en lo relativo a la filosofía fueron los romanos codificadores y la transformaron en tratados de moral práctica. Se atribuye también como causa de la transformación la influencia del naciente cristianismo con su fundamento de solidaridad social que los individualistas griegos ignoraban y del que surgen ciertas virtudes tales como la humildad, el amor al prójimo y la abnegación.
En tanto que los maestros del Pórtico negaban el dolor y repudiaban la piedad, proponiéndose llegar a una felicidad contemplativa, aislando al hombre de sí mismo, Marco Aurelio y Epicteto cifraron el progreso espiritual del hombre en el olvido de sí mismo y dieron a la Moral un valor de ciencia en sí misma y no de simple rama de la Física como sus antecesores, los estoicos griegos.
Exalta Epicteto el sentimiento de la libertad y de la dignidad del hombre, subordinándolo al amor al prójimo, la caridad, la abnegación de sí mismo, el perdón de las injurias, el sacrificio y la piedad y el respeto a la propia vida. Deriva de Sócrates por su poca inclinación a las especulaciones físicas, la tendencia práctica de la doctrina y el fundamento de la moral. Epicteto no escribió sus lecciones, que fueron recogidas por Arriano, su discípulo, en un compendio llamado “Disertaciones o Discursos”.
En cuanto a las sentencias que se le atribuyen, están contenidas en los escritos de Estrobel, Antonio y Máximo y pueden ser consideradas como un reflejo fiel de una enseñanza conservada por la tradición y como prueba de la huella que dejó en los espíritus. De esta enseñanza y sus efectos es ejemplo la influencia ejercida en Marco Aurelio, así como en los últimos poetas latinos, Claudio y Rutilio, cuyas obras están impregnadas de estoicismo. Por otra parte, si bien la doctrina de los estoicos desapareció como escuela y fue absorbida por el neoplatonismo, su moral persiste y es aceptada hoy como ayer como la filosofía de la aristocracia pensante.
(De “Grandes pensadores”-Librería “El Ateneo” Editorial-Buenos Aires 1959).
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1 comentario:
Otra cosa que ayudó mucho a la aceptación del cristianismo por parte de la sociedad romana es la aceptación que de la esclavitud se hace por parte de Pablo de Tarso, según se explicita en alguna de las cartas que se le atribuyen.
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