Por lo general, lo vinculado con la economía presenta dificultades para su comprensión a pesar de constituir aspectos evidentes y cotidianos. Así, mientras que a muchos les parece sencillo solucionar el problema de la pobreza con la simple redistribución de la riqueza ajena, pocas veces se han puesto a pensar que el capital es la principal herramienta para la producción, y que redistribuir las herramientas de la producción implica destruir parte del sector productivo de una sociedad. De ahí que tanto la redistribución de la riqueza de los ricos como la "justicia social", entendida de esa manera, implican una segura manera de promover la pobreza y la miseria.
Debido a que los sectores liberales tienen presente estos aspectos. maliciosamente se les atribuye una predisposición a querer "favorecer a los ricos", y de ahí también una predisposición a "perjudicar a los pobres", como atributos indiscutibles asociados a las creencias de las masas dirigidas por pseudointelectuales que lo que menos les interesa es la verdad. Además, tales partidarios de la izquierda política se vanaglorian por sus "elevados atributos morales" cuando apuntan a redistribuir los capitales ajenos, aunque nunca hablan de generar riquezas por sus propios medios para luego repartirlas a los demás.
Como esa es la mentalidad predominante en muchos países, e incluso en la Iglesia Católica, se establece una generalizada discriminación social contra el empresario, el inversor y el sector liberal que los apoya. La "obra cumbre" de la izquierda política es la destrucción de las economías nacionales de países como Cuba, Venezuela y también la Argentina. Con algunas variantes, estos países han promovido la vagancia generalizada y los malos hábitos como el de promover la satisfacción de las necesidades personales a costa del trabajo ajeno.
La formación de capital se logra principalmente mediante el ahorro, que por lo general se considera una buena costumbre. De ahí que la riqueza de una nación se mide en función del capital invertido per capita. Sin embargo, la acumulación de la riqueza, en forma de capital productivo, es mal vista por la izquierda política, asociando la formación de capitales al egoísmo, la perversidad y, posiblemente, a los siete pecados capitales. Debido a que en Cuba no existe esa posibilidad de "acumular riquezas en forma perversa y egoísta", Bergoglio siente una gran simpatía por Raúl Castro, llegando incluso a decir que "son los comunistas los que se parecen a los cristianos", en su permanente misión de producir la masiva conversión de los católicos al comunismo.
El intercambio comercial, que favorece a ambas partes, es rechazado por la izquierda política, aduciendo que siempre se beneficia una parte a costa de la otra. De ahí que el comercio internacional también sea mal visto considerando como "imperialista" al país que promueve la producción y el intercambio posterior. Todos estos "problemas" se solucionan como lo hacen en Cuba, prohibiendo toda actividad productiva fuera del Estado, ya que la creación de riquezas en forma individual es perversa ante los ojos socialistas y ante los ojos católicos bergoglianos.
En la Argentina peronista-kirchnerista se ha "solucionado" el problema de la desocupación con el ingreso al Estado de casi dos millones de empleados nuevos en los últimos años. Para mantener a tantos individuos que poco o nada producen, mientras que sus principales actividades están asociadas a controlar y a entorpecer al reducido sector productivo, el Estado gasta bastante más de lo que recibe en forma de impuestos. A ese gasto hay que agregarle las cuantiosas pérdidas que generan las empresas estatales. Para cubrir gastos y pérdidas, el Estado emite dinero generando una elevada inflación, que empobrece principalmente a los que menos recursos poseen.
Como los gobernantes izquierdistas suponen que el aumento de la cantidad de dinero circulante habrá de favorecer la demanda y así también la oferta y la producción, mantienen la perversa situación inflacionaria, culpando luego a "los formadores de precios" por los aumentos casi cotidianos de los mismos. Esta creencia es mantenida por una tercera parte de la población, que piensa apoyar con sus votos al actual gobierno a pesar del desastre económico que ha desatado.
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1 comentario:
Si fuese cierto que con la creación de dinero de la nada se pudiera aumentar la demanda, la oferta y la producción ¿por qué no proponen dar desde el gobierno millones a todo el mundo los que afirman tal cosa? ¿Acaso no se asegurarían ganar las siguientes elecciones con esa promesa?
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