Existe un proceso bastante similar para conducir a los seres humanos hacia la paz o bien hacia la guerra. Ello implica
establecer una ideología como punto de partida. Le sigue una etapa de difusión, o adoctrinamiento en base a dicha ideología y, finalmente, se logra como efecto la humanización o bien la deshumanización de las personas afectadas por el proceso.
Cuando la ideología presenta una validez universal, en el sentido en que va dirigida a todo ser humano, sin exclusiones, pueden lograrse buenos resultados, ya que tal universalidad está asociada a la existencia de leyes naturales comunes a todos los seres humanos. Implica una ideología de adaptación al orden natural.
Cuando la ideología va dirigida hacia algún sector de la sociedad, o de la humanidad, con exclusiones importantes, se logran malos resultados, como es el caso de los nacionalismos, de las religiones incompatibles con el orden natural, del nazismo, del marxismo, etc. Pueden sintetizarse las alternativas mencionadas de la siguiente manera:
Camino de la paz:
Ideología universal + Adoctrinamiento = Humanización
Camino de la guerra:
Ideología sectorial + Adoctrinamiento = Deshumanización
Este proceso resulta bastante evidente. Sin embargo, es conveniente indagar acerca de los procesos que motivan las acciones de las personas que reciben la influencia de las distintas ideologías. Y ello nos conduce al proceso de la empatía emocional, fundamentado hace algunos años con el descubrimiento de las neuronas espejo por parte de Giacomo Rizzolatti y colaboradores.
El mencionado científico advierte que ciertas ideologías pueden debilitar el proceso empático ya que, por lo general, resulta ser selectivo, a pesar de la sugerencia cristiana del amor generalizado al prójimo. En realidad el mandamiento cristiano induce a una predisposición favorable hacia la empatía emocional generalizada, tratando de limitar tal selectividad. Rizzolatti expresó acerca de Adolf Eichmann: "Cuando este oficial nazi fue deportado a Israel y lo llevaron a juicio, le hicieron toda serie de análisis psicológicos y el resultado fue sorprendente. Era un tipo normal, parecía buena persona, amaba a los animales, amaba la naturaleza, un hombre de familia, perfecto".
"Durante el instituto tenía amigos judíos, pero después algo cambió. Leyendo la propaganda de Joseph Goebbels, se convirtió en nazi y se convenció de que los judíos no eran seres humanos. Por lo tanto, para él ya no debía sentir empatía hacia ellos. Su biología podría entender que eran personas, pero la ideología modificaba esa percepción. Es algo que se repite en muchas guerras, se intenta deshumanizar al enemigo para que nadie empatice con él".
También la empatía emocional puede bloquearse parcialmente, como es el caso de los cirujanos que deben afrontar diariamente su trabajo sin que les afecte su ánimo, sin que por ello deban carecer de sentimientos humanos. La médica Rita Levi Montalcini comentaba que se dedicó a la investigación principalmente por haber sufrido bastante al no poder salvar la vida de una joven paciente, advirtiendo que no podría continuar ejerciendo la medicina debido a la conexión empática que no podía bloquear.
Los diversos conflictos entre seres humanos pueden asociarse a la ignoracia de ideologías adecuadas a la adaptación cultural al orden natural, o bien al predominio de ideologías que tienden a la deshumanización de los extranjeros, de quienes son de etnias diferentes, de clases sociales diferentes, de creencias distintas, etc, etc.
A continuación se transcribe algo al respecto:
LA DESHUMANIZACIÓN DEL OTRO
Por Roberto Vivo Cháneton
El proceso de organización social de la humanidad vino acompañado de un aumento de la rivalidad entre pueblos. Esta rivalidad estuvo generalmente alimentada por el desprecio y el miedo hacia el otro, hacia lo desconocido. Cada grupo social debió identificar un enemigo y deshumanizarlo, es decir, quitarle sus atributos humanos y negarle su individualidad. La deshumanización despoja al otro de sus aspectos que lo hacen interesante o «digno de conocimiento», y de cualquier característica que pueda inspirar simpatía, compasión o sensibilidad.
En muchos casos la deshumanización ha sido alentada desde los poderes, las religiones y otras organizaciones sociales, fomentando un «racismo de hecho» y promoviendo la enemistad entre etnias, nacionalidades, razas, etc. Las sociedades extremadamente cerradas en particular dirigen los esfuerzos de deshumanización contra todo «extranjero», sin mayor distinción.
En el caso de las confrontaciones armadas, los poderes beligerantes deshumanizan al oponente sembrando sospechas y desconfianza respecto del «enemigo», extendiendo el temor a un ataque de ejércitos extranjeros. Mark Twain, con su acostumbrada sinceridad, describe este fenómeno recurrente: «...los estadistas inventarán mentiras baratas, culpando a la nación que está siendo atacada, y los hombres estarán todos contentos con esas falsedades que apaciguan conciencias, y las estudiarán con toda presteza, y se negarán a examinar cualquier mentira al respecto; y así se convencerán finalmente de que la guerra es justa, y darán gracias a Dios por el sueño que disfrutan gracias a este proceso de grosero autoengaño».
En tiempos de guerra todo esfuerzo general por promover la comprensión entre los pueblos es rechazado y la gente común de ambos lados del conflicto es incentivada a despreciar a toda persona perteneciente al grupo enemigo, a ver la población de la nación adversaria como un enemigo y a resistir identificación alguna con cualquier individuo del bando hostil.
Este modo de proceder ha sido aplicado generalmente en tiempos de guerra por la sencilla razón de que las guerras no pueden llevarse a cabo sin que se produzca, en primer lugar, una transformación de los encargados de portar armas o de disparar un dispositivo. Los que mandan y los que obedecen son sometidos en todos los ejércitos del mundo a un proceso de adoctrinamiento para que puedan convertirse en «máquinas para matar».
El duro entrenamiento que este proceso involucra va acompañado de una cuidadosa instrucción ideológica para la cual la violencia es presentada no sólo como necesaria sino también como deseable. Un paso esencial en este camino hacia el adiestramiento es la deshumanización del otro, del supuesto enemigo, quien pierde sus atributos como persona por su condición de enemigo y, por eso, puede ser eliminado.
Esta etapa de adoctrinamiento extendida en distintas sociedades a lo largo de la historia explica que ciudadanos comunes, que dicen seguir altos principios morales y que no ejercerían la violencia contra los demás en su vida cotidiana, se transformen en seres sin limitaciones en el campo de batalla. A pesar de esto, la prueba de que el ser humano no está preparado para comportarse como un asesino y para vivir en su conciencia con el recuerdo de los horrores cometidos la dan los miles de soldados que al volver de una guerra recurren al alcohol, las drogas y hasta al suicidio en su búsqueda de la paz perdida.
(De "El crimen de la guerra"-Distal SRL-Buenos Aires 2013).
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1 comentario:
Durante los enfrentamientos bélicos además de la animalización del enemigo otro factor que es decisivo para que los contendientes colaboren cumpliendo las órdenes recibidas es el miedo a las represalias procedentes del propio bando. Probablemente es el más influyente, patentizando que se parte de la base de que la conciencia propia no es del todo vencible pese a la mucha propaganda, porque, en resumidas cuentas, los soldados y oficiales tienen sobre su cabeza constantemente la aplicación de las leyes de guerra por las que la no colaboración es considerada traición y castigada muy duramente, con facilidad con la pena de muerte.
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