Si dejamos a varios seres humanos en completa libertad de acción, en un medio geográfico determinado, surgirá la necesidad del conjunto por sobrevivir. Es decir, la búsqueda de la supervivencia individual se establece en forma espontánea en todas las circunstancias posibles y en todas las épocas.
Es posible que, luego de varios intentos productivos, lleguen a la conclusión de que resulta más conveniente, respecto de otras alternativas, que unos se dediquen a la caza, otros a la pesca y otros a la agricultura, y luego establezcan intercambios entre los distintos productores.
Se ha establecido así una economía natural y espontánea, cuya base se mantendrá aún cuando se trate de economías aplicadas a zonas con millones de habitantes. La especialización por actividades se conoce como "división del trabajo" y el intercambio posterior como "economía de mercado".
Para la optimización del sistema se requiere que, en todo intercambio, se beneficien ambas partes intervinientes. De lo contrario, se interrumpirá. Además, para facilitar los intercambios, o trueques, se introduce el dinero. De otra forma, los intercambios se limitarían drásticamente.
Imaginemos que un agricultor, que cultiva papas, requiere de los servicios de un dentista. Si, para efectuar un trueque por un tratamiento dental, debería transferir unos 100 kg de papas al dentista, seguramente éste dirá que necesita mucho menos cantidad de papas, por lo cual el intercambio se hace dificultoso. De ahí que el dinero facilita y permite los intercambios.
Aunque esto resulta fácil de entender, muchas veces encontramos personas que abogan por la eliminación del dinero. Incluso Jorge Bergoglio, dirigente socialista a nivel mundial, calificó al dinero como el "estiercol del diablo", si bien no llegó a declarar públicamente en favor de su eliminación.
Si la economía natural se fundamenta en la propiedad privada, la división del trabajo, los intercambios libres y voluntarios en el mercado, a través de la utilización del dinero, luego, la antieconomía será la que promueve la abolición de la propiedad privada, la eliminación de la división del trabajo, el bloqueo de los intercambios libres y voluntarios y la abolición del dinero. Todo esto se denomina "socialismo".
Entre los argumentos esgrimidos por los socialistas aparece la supuesta inequidad en los intercambios por cuanto consideran que en ellos "siempre uno de los intervinientes se beneficia y el otro se perjudica", aunque cualquiera puede apreciar en la vida real que en todo intercambio cotidiano existe un beneficio mutuo y cuando uno se siente perjudicado, interrumpe el vínculo comercial.
Ante esta suposición errónea, se haría necesaria la existencia del Estado, de tal manera que A entrega su producción al Estado, lo mismo que hace B, y luego el Estado redistribuye equitativamente (según la teoría) entre A y B. Es decir, se prohíbe el intercambio directo, sin intermediación alguna, entre A y B.
Otro de los aspectos propuestos por el socialismo es el del valor de los bienes y servicios, a los que asocia la cantidad de trabajo que requirió su realización, algo que resulta poco efectivo en la cotidiana realidad. Por el contrario, en los intercambios libres se asocia, como valor de un bien o un servicio, su utilidad o preferencia otorgada en forma subjetiva por los usuarios o consumidores.
Para que la negación de la economía natural sea casi total, encontramos en la ideología marxista la negación de la división del trabajo. Al respecto Roger Garaudy escribió: "La consecuencia positiva fundamental de la división del trabajo consiste en un aumento gigantesco del poder del hombre sobre la naturaleza, es decir, de posibilidades infinitas para el hombre de transformación y desarrollo".
"Las consecuencias son múltiples. Ante todo, porque división del trabajo, cambio y propiedad privada de los medios de producción se implican en forma mutua".
"La división social del trabajo implica necesariamente el cambio y, con él, las relaciones de competencia entre los hombres, el enfrentamiento de las codicias. Por tanto, el interés privado de los individuos (o de grupos de individuos) ya no se identifica con el interés general, sino que se opone a él".
"En la maraña de los cambios, cada cual produce para sí y no para los demás: «La sociedad de este hombre alienado es la caricatura de su verdadera naturaleza social» (Marx)" (De "¿Qué es la moral marxista?"-Ediciones Procyon-Buenos Aires 1964).
Según el citado autor, cada cual produce para sí y no para los demás . Para advertir la verdad o falsedad de tal expresión, podemos preguntarle a un agricultor que produce varias toneladas de papas si acaso las produce para él mismo, según asegura el ideólogo marxista. Evidentemente, nos dirá que consume una pequeña parte de su producción y lo demás lo produce para otras personas, a través de intercambios.
En lugar de que los economistas, políticos y ciudadanos en general, discutamos las necesarias formas de mejorar y optimizar la economía natural, todavía estamos anclados discutiendo las propuestas de la antieconomía socialista, a pesar de los reiterados fracasos que produjo en el pasado y que produce en el presente en algunos países.
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1 comentario:
El marxismo y sus adláteres y mixtificaciones siempre han sostenido que la clase burguesa se enriquece porque detrae la plusvalía a la clase trabajadora, pero es justamente al contrario porque en una economía de mercado, aunque la motivación pueda ser personal y hasta egoísta, para que se dé el éxito buscado se necesita procurar por las necesidades y los gustos del prójimo, con lo que el resultado es un efectivo, aunque involuntario, altruismo.
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