Ante el auge de las comunicaciones y el transporte entre naciones, se han establecido las condiciones favorables para avanzar hacia el establecimiento de un necesario orden mundial que garantice la seguridad de todo habitante del planeta. Sin embargo, los conflictos siguen vigentes, como casi siempre ha sucedido, por lo que todavía estamos lejos de establecer dicho orden.
Si bien desde épocas remotas han surgido intentos unificadores, éstos sólo lograban unificaciones parciales, debido a las lejanías insalvables para la época. Además, las conquistas y los imperialismos se establecían, por lo general, más por cuestiones de poder que por intentos de beneficiar a los pueblos conquistados.
Entre las condiciones que deben cumplirse para llegar a establecer un orden mundial, se encuentra la necesidad de respetar las diferencias culturales y las libertades individuales, por lo que debería ser un orden aceptado por la mayoría de los habitantes del planeta. Henry Kissinger escribió: "Para triunfar en esta empresa se requerirá un enfoque que respete la multiplicidad de la condición humana como la arraigada y también humana búsqueda de libertad".
"En este sentido, el orden es algo que debe ser cultivado; no puede imponerse. Sobre todo en nuestra era de comunicación instantánea y de continuo cambio político revolucionario. Cualquier sistema de orden mundial, para poder sostenerse, debe ser aceptado como tal; no sólo por los dirigentes, sino también por el ciudadano de a pie".
"Debe reflejar dos verdades: el orden sin libertad, aunque se mantenga por efecto de la exaltación momentánea, tarde o temprano crea su propio opuesto; pero la libertad no puede garantizarse ni sostenerse sin un marco de orden que mantenga la paz. Orden y libertad, aunque a veces se describen como polos opuestos en el espectro de la experiencia, deberían comprenderse como factores independientes. ¿Los líderes de hoy pueden superar las urgencias cotidianas para lograr este equilibrio?" (De "Orden mundial"-Debate-Buenos Aires 2016).
La búsqueda de propuestas para un orden mundial debe contemplar dos aspectos principales: las propuestas deben estar constituidas por ideas, o información, convincentes, para que puedan ser aceptadas por la gran mayoría de los habitantes del planeta. Deben, además, contar con la buena predisposición de los distintos adeptos a religiones e ideologías vigentes cuyas creencias seguramente diferirán de toda propuesta unificadora.
Debido a que la población mundial crece en más de 100 millones de habitantes por año (exceso de nacimientos sobre mortalidad), se debe primeramente convencer a todo individuo que la existencia de un orden mundial es una prioritaria necesidad para asegurar la supervivencia de la humanidad. Pero, "supervivencia" no sólo implica "estar vivo", sino resguardar los atributos esencialmente humanos como los emocionales y los intelectuales. Una supervivencia que renuncie a tales atributos no sería propiamente una supervivencia humana.
En la actualidad existen dos procesos unificadores, denominados globalización y globalismo, respectivamente. La globalización económica implica un aumento de vínculos de intercambio entre los distintos países y, al menos en el largo plazo, resulta constituir un importante progreso. También existe el globalismo político que, al intentar ser impuesto en forma involuntaria a sus destinatarios, no parece ofrecer solución alguna.
Todo orden es el resultado previo de la existencia de leyes; ya que sin leyes que se cumplan, no existe orden posible. Este ha sido el caso del Imperio Romano, que pudo establecer un orden mundial parcial, si bien con las limitaciones propias de la época. El citado autor agrega: "Durante quinientos años, el gobierno imperial de Roma garantizó un conjunto único de leyes, una defensa común y un nivel de civilización extraordinario".
"Con la caída de Roma, tradicionalmente fechada en el 476 d.C., el imperio se desintegró. En la época que los historiadores llaman Edad Oscura (Edad Media) floreció la nostalgia por la universalidad perdida. La visión de armonía y unidad se concentró cada vez más en la Iglesia. Para esta visión del mundo, la cristiandad era una sociedad única administrada por dos autoridades complementarias: el gobierno civil, los «sucesores del César», que mantenían el orden en la esfera temporal, y la Iglesia, los sucesores de Pedro, que cultivaban principios absolutos y universales de salvación".
Un orden mundial estable y duradero, no se fudamentará en el poder militar de algún país, ni en la economía, ni en la política, sino en la ética individual derivada de la empatía emocional, es decir, fundado en la principal ley de supervivencia que tenemos disponible. Si bien hasta ahora sirvió para unir familias y, parcialmente, a pueblos, esta vez deberá servir para unir a toda la humanidad.
Todo orden existente surge de la previa existencia de alguna forma de ley. De ahí que el orden mundial ha de surgir de las únicas leyes comunes a todos los seres humanos: las leyes naturales. Esto equivale a decir que el orden mundial ha de ser también un orden natural, distinto a los diversos órdenes artificiales propuestos a lo largo de la historia de la humanidad.
Las leyes naturales son aquellas que estudia y describe la ciencia experimental, y son las las leyes de Dios aceptadas por la religión moral, y no por las religiones paganas o las religiones morales paganizadas en un proceso de descomposición. Equivale también a la definitiva unión de ciencia y religión; es decir, de la ciencia social con la religión natural no revelada, sino establecida por seres humanos que intentan descifrar el orden natural.
El vínculo de unión entre los seres humanos ha de ser lo emocional o ético, en respuesta a la empatía emocional, algo bastante distinto a vincularnos mediante los medios de producción, que en realidad atan y esclavizan.
El orden mundial se ha de establecer, no a partir de un gobierno mundial asociado a un Estado, ya sea nacional o multinacional, sino al autogobierno que surge de cada individuo que intenta adaptarse a las leyes naturales que rigen nuestras conductas individuales.
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1 comentario:
Muy oportuna y conveniente esta aclaración acerca del concepto “orden mundial”. Entenderlo según los términos expuestos en este hilo lo diferencia claramente del homónimo proveniente de los postulados globalistas, cuyo contenido no tiene el carácter desinteresado y ecuménico del primero.
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