En una sociedad encontramos dos actitudes extremas en cuanto al comportamiento económico: la del consumista y la del inversor, dando lugar a la "sociedad de consumo" el primero, y a la "sociedad capitalista" el segundo. En realidad, casi no existen los casos puros, ya que toda persona real tiende a mostrar una mezcla de ambas actitudes, en diferentes proporciones.
El consumista es el que prioriza el presente sobre el futuro; es el que vive endeudado ya que el crédito implica sacrificar el futuro en beneficio del presente. El inversor, por el contrario, es el que ahorra e invierte, priorizando el futuro sobre el presente.
El consumista tiene a vivir beneficiando las comodidades del cuerpo, adquiriendo ropa de calidad con una tendencia hacia el lujo. El inversor tiende a vivir en forma modesta, beneficiando la tranquilidad de conciencia, manteniendo esa vida aun cuando disponga de dinero suficiente para vivir lujosamente.
El consumista es el que ambiciona disponer de mucho dinero y en su escala de valores aparece el millonario en el lugar más alto, aunque su orientación económica nunca lo va a llevar a ese nivel económico. El inversor generalmente no tiene proyectos de grandeza, ya que la riqueza obtendida es una consecuencia de su forma de vida, sin descartar los casos en que pierde de vista su antigua actitud para caer en la competencia por alcanzar mayores niveles de riqueza en una disputa casi "deportiva".
Cuando en una sociedad predominan netamente los consumistas, la sociedad tiende a la pobreza, por cuanto hay pocos empresarios y pocos inversores. Como ejemplo puede mencionarse el caso de una estudiante de Sistemas de Información, para quien una computadora resultará esencial para su futuro trabajo. Sin embargo, priorizó un viaje a Miami en lugar de comprar tal herramienta, siendo un ejemplo de la mentalidad subdesarrollada que predomina en la Argentina.
El consumista es el que trata de "disfrutar de la vida" sin dejar ningún rastro de su paso por la vida, para luego afirmar con orgullo: "¿quién me quita lo bailado?". Además, mira en menos al inversor que "por acumular riquezas, no vive la vida". Así, llega al extremo de aconsejar "sabiamente" que alguien debe dejar de invertir para "vivir la vida" como si toda actividad productiva, que beneficia a la sociedad, ha de ser necesariamente un impedimento para lograr la felicidad.
El consumista tiende a adoptar una actitud egoísta, pensando todo el tiempo en qué gastar para tener mayores comodidades, mientras que el inversor, o el empresario, tiende a pensar en lo que necesitan los demás en vista a establecer una producción que los satisfaga; bajo un principio de cooperación social e intercambio.
Por lo general se identifica la "sociedad de consumo" con la "sociedad capitalista", o con la sociedad promovida por el liberalismo. Sin embargo, la palabra "capitalismo" debe asociarse a "capital", que es esencialmente ahorro personal, que es justamente lo opuesto al prioritario consumo. Mientras la sociedad de bienestar es la que promueve un prioritario consumo, el liberalismo promueve un prioritario ahorro o capitalización personal.
El lema de la sociedad de consumo sería: "La felicidad se adquiere mediante la adquisición de comodidades para el cuerpo", mientras que el lema de la sociedad capitalista sería: "Ahorra e invierte, y vive con sencillez, que los medios para vivir cómodamente vendrán por añadidura".
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2 comentarios:
Las nuestras no son sociedades capitalistas sino de consumo porque no sólo los particulares recurren al crédito para consumir por encima de sus posibilidades razonables, sino que el Estado recurre a la deuda pública para gastar por encima de las suyas.
Impecable, gracias
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