Aun cuando Pablo Escobar fue un peligroso y despiadado delincuente, al que se asocian miles de asesinatos, siempre tuvo numerosos admiradores y defensores. Ello se debió a que, con parte del dinero que ganó con el narcotráfico, ayudó a muchas familias, y de ahí el agradecimiento eterno de tales beneficiados. A este fenómeno social podríamos denominarlo como "síndrome Pablo Escobar", que explica gran parte de los acontecimientos políticos en varios países.
Los políticos populistas no desconocen estos comportamientos inmorales, ya que gran parte de la población carece de empatía suficiente para compartir el sufrimiento ajeno. Al estar orientados en la vida por una actitud de egoísmo y odio, poco o nada les importa el origen del dinero o de las ventajas que reciben de un político a cargo del gobierno. De ahí que, con el dinero del Estado, los políticos irresponsables compran voluntades y votos aunque en el mediano y el largo plazo esas decisiones perjudicarán a toda la sociedad.
La Argentina atraviesa la crisis más severa de los últimos tiempos, lo que no es de extrañar ya que gran parte de la población comparte la idea de que el gobierno de turno tiene como principal misión quitarle dinero a los que más tienen para repartirlo entre el resto de la población. Pero entre "los que más tienen" aparecen los pequeños y medianos empresarios, por lo cual tal afición por el robo del Estado a los sectores productivos tiene amplia aceptación en la sociedad, con los trágicos resultados que esa postura produce en el largo plazo.
En cierta ocasión, Stalin le comenta a Churchill que la matanza de millones de campesinos ucranianos fue algo "necesario". La cifra estimada por Stalin era de unos 10 millones de individuos, aunque posteriormente se habló de "solamente" 6 o 7 millones de muertos. Actualmente es frecuente justificar, entre los socialistas, las atrocidades de Mao y de Stalin, aduciendo la necesidad de tales genocidios como etapa previa a la instauración del socialismo. Esta vez el "síndrome Pablo Escobar" no se debió al hecho de recibir algún beneficio material concreto, sino como un agradecimiento a tales líderes por haber cumplido el sueño de observar el avance socialista por el mundo.
Las palabras de Aldous Huxley reflejan la perversa prioridad de beneficios materiales o personales por sobre la vida de millones de vidas inocentes: “Varios millones de paisanos fueron muertos de hambre deliberadamente en 1933 por los encargados de proyectar los planes de los Soviets. La inhumanidad acarrea el resentimiento; el resentimiento se mantiene bloqueado por la fuerza. Como siempre, el principal resultado de la violencia es la necesidad de emplear mayor violencia. Tal es pues el planteamiento de los Soviets; está bien intencionado, pero emplea medios inicuos que están produciendo resultados totalmente distintos de los que se propusieron los primeros autores de la revolución” (De “El fin y los medios” de Aldous Huxley–Editorial Hermes–Buenos Aires 1955).
Para el citado autor, las matanzas fueron consecuencia de un "buen fin" aunque "fallaron los medios"; este absurdo equivale a decir que Hitler tenía "buenas intenciones", tales las de mejorar la raza humana, aunque eliminando a las razas que consideraba imperfectas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
A esa rapacidad egoísta vehiculada electoralmente hay que sumarle, normalmente, una mentalidad más que de aristócrata (lo que implicaría cierto buen desempeño general y un mínimo de ética) de rentista por herencia, de paso por la vida con el mínimo de esfuerzo, sea físico, intelectual o moral.
Publicar un comentario