domingo, 25 de julio de 2021

La opresiva corrección política

Por Agustín De Beitia

"Hay una dictadura de lo políticamente correcto. Si uno se sale de eso es sancionado, no solo en términos legales sino sancionado y repudiado socialmente", advierte Marcelo Gullo.

Marcelo Gullo sostiene que la corrección política es uno de los componentes más relevantes del mecanismo de control social que se aplica en Occidente, y que ese recurso será usado cada vez con mayor potencia.

"Hay una dictadura de lo políticamente correcto. Si uno se sale de eso es sancionado, no solo en términos legales sino sancionado y repudiado socialmente", remarca Gullo.

Es lo que sucedió en los últimos días en Estados Unidos, en un ambiente de ánimos caldeados por las protestas en torno al racismo, con las personas que fueron despedidas de sus trabajos por publicar en las redes sociales cosas que sus patrones consideraron insensibles. Un caso paradigmático es del de un relator de partidos de los Kings que fue despedido tras un tuit en el que apenas matizaba que "todas las vidas importan", frente al movimiento Black Live Matters.

"Es que lo políticamente correcto impide pensar", explica Gullo. "Porque donde se produjo esa terrible muerte la policía depende de la autoridad del condado, es decir, de la ciudad, no de las autoridades federales. Y el gobierno de ese condado es demócrata, no republicano. Pero en lugar de repudiar a la autoridad de esa ciudad, se echó la culpa a la autoridad federal, y comenzaron las manifestaciones contra Trump, que no tiene ninguna injerencia sobre esa policía".

"Decir algo en contra de ese movimiento es hoy políticamente incorrecto. Ahí tiene una forma de control social por el miedo. Las personas tienen miedo de manifestar lo que piensan porque pueden perder el trabajo, perder amistades, ser calumniados", continúa.

"La dictadura de lo políticamente correcto tiene varios ingredientes: el fundamentalismo indigenista, el aborto serial e indiscriminado, el alcance es terrible", manifiesta Gullo.

El analista cree que el uso del pánico social "va a ir creciendo porque demostró ser exitoso". Y a la pregunta de si se puede imaginar de qué medios se valdrá Occidente, distintos de los de ahora, para ejercer ese control social, afirma que alcanza con leer Un mundo feliz para ver cómo será.

Un mundo feliz nos da las claves para saber cómo será ese control, que tendrá como centro lo políticamente correcto. Será más de lo mismo. Peor de lo mismo, en realidad. En definitiva, lo que se puede apreciar es que lo políticamente correcto aniquila la democracia. "Porque liquida el pensamiento. Los ciudadanos ya no son libres de pensar ni de expresarse, que es el principal componente del sistema democrático", concluye.

(De www.laprensa.com.ar)

Comentario: El hombre-masa es el que adopta como referencia para su vida lo que los demás piensan o hacen, rechazando la realidad. De esta forma, renuncia a su individualidad careciendo de personalidad definida y de pensamiento propio. De ahí que se va construyendo un colectivismo autogestionado, dirigido por el que "grita más fuerte" o por el que dispone de mejores medios para dirigir una mentalidad generalizada carente de toda posibilidad de llegar a la verdad.

1 comentario:

agente t dijo...

Este fenómeno de lo políticamente correcto es la demostración del control que ha conseguido la izquierda tanto del sistema educativo como de los medios de comunicación masivos y de cómo con ello está logrando convencer a muchos de principios y hechos que consisten en invenciones o tergiversaciones de lo real que favorecen sus intereses políticos. Por otra parte, que tantas personas se las crean es realmente decepcionante y muestra de lo gregario de la especie, del plegamiento que muchos individuos hacen para adaptarse a la mayoría y evitarse problemas, es decir, de su cobardía, o cuando menos, de su falta de sentido crítico e interés en conocer mínimamente la realidad de las cosas. Pero el asunto puede ser reversible mientras esos principios falsos puedan seguir siendo discutidos y atacados sin que la legislación contemple esa actitud crítica como motivo de sanción, algo que ningún sistema democrático debería permitir, ni tampoco que su ambiente social lo acepte o tolere, porque es contrario a la libertad de pensamiento y de expresión. Afortunadamente a esa última etapa todavía no hemos llegado aunque parece que es la tendencia que se quiere implantar desde instancias de poder.