El denominado "humanismo" implicó la incorporación del saber greco-romano al acervo cultural de Occidente, que fuera relegado un tanto por la Iglesia medieval. En esa época, el humanismo integral implicaba compatibilizar el cristianismo con el saber de la antigüedad. En la actualidad, el humanismo integral debería compatibilizar ciencia social, filosofía y religión, aceptándose lo que produce buenos resultados y rechazándose lo que los produce malos.
La esencia de este humanismo implica la realización de una ideología planetaria que favorezca una mejora ética generalizada, que ha de ser la base y fundamento para una mejora social y económica posterior. Todos los intentos de mejoras sociales que se tratan de imponer por fuera de una ideología de aceptación generalizada, tienden a fracasar por cuanto los resultados óptimos sólo se alcanzan cuando todo individuo adopta libremente las sugerencias concretas que provienen de una visión del universo compatible con las leyes naturales existentes.
Se aduce, generalmente, que la religión debería ser dejada de lado por cuanto se trataría de una cuestión de misterios e incoherencias lógicas. Sin embargo, la ética cristiana, con sus mandamientos, es algo concreto con consecuencias concretas e inmediatas una vez que se pone en práctica.
La unificación o compatibilización entre filosofía aristotélica y cristianismo, establecida por Tomás de Aquino, vislumbra la tendencia hacia la difusión de una única verdad, en lugar de suponer la existencia de una verdad filosófica diferente de una religiosa. En la actualidad se presenta la necesidad de compatibilizar ciencia social, filosofía y religión, como se dijo, en lugar de seguir con los reiterados llamamientos hacia la paz desprovistos de todo intento unificador.
Mientras todo ser humano se mueve por la vida orientado por la cooperación y la competencia, se advierte que la competencia para una mejor cooperación tiende a mejorar tanto al individuo como a la sociedad. Por el contrario, cuando predomina una competencia desligada de toda posible cooperación, o bien predomina la indiferencia, la sociedad resultante se encontrará en crisis o en decadencia. Cuando predomina la competencia asociada a los perdedores, los envidiosos, la sociedad se desnaturaliza por completo, ya que tan sólo desean destruir o usurpar lo logrado por los ganadores.
Además de las tendencias individuales, algunos autores encuentran tendencias sociales, que en realidad son consecuencias de las ideas y sentimientos predominantes a nivel individual. Oliver L. Reiser escribió: "Parece que en esta coyuntura de la historia humana el mundo está atrapado entre dos fuerzas contrarias. La primera fuerza es una vis a tergo, una inercia que nos ata al pasado. Se trata de una fuerza conservadora que está dispuesta a mantener las diversidades políticas y teóricas tradicionales, fundadas en pautas regionales y provinciales de pensamiento y doctrina".
"En sus mejores expresiones, esta fuerza está asociada con una «democracia étnica», un pluralismo cultural de sistemas locales que se «toleran» mutuamente. En sus peores formas, esta fuerza produce rivalidades entre religiones, «razas», naciones e ideologías, que periódicamente estallan en conflictos francos".
"La segunda fuerza es una vis a fronte , una fuerza de succión que nos lleva a la unificación, una síntesis de la variedad cultural en la unidad ideológica. Esta integración social e intelectual de las naciones y las clases, con el tiempo culminará en una civilización mundial fundada en una filosofía mundial aceptada por todos -siempre que entretanto los grupos locales no se destruyan unos a otros" (De "El humanismo en el arte y la ciencia"-Varios autores-Ediciones Hormé SAE-Buenos Aires 1968).
En lugar de intentar imponer nuestras creencias o nuestros conocimientos buscando objetivos personales o sectoriales, debemos limitarnos a ofrecerlos para colaborar con la realización de una ideología unificada que contemple las imperiosas necesidades materiales y espirituales requeridas por gran parte de la humanidad. El citado autor agrega: "Abrigo la convicción de que los seres humanos ya no tenemos mucho que elegir entre la pluralidad ideológica o la unidad ideológica. Las exigencias económicas y políticas, los procesos de desarrollo de la energía nuclear y el desgaste de las barreras culturales nos están llevando al punto en que, si deseamos que haya un mundo -sea éste de la clase que fuere- tendrá que ser un mundo más unificado. En ese sentido, la única opción real que aún perdura consiste en la selección del tipo particular de unidad ideológica que adoptaremos".
"Quien pretenda pensar con seriedad debe ocuparse de los métodos de construcción de una civilización mundial apropiada para el hombre en su condición de especie planetaria. El problema supremo del mundo contemporáneo es el modo de crear una nueva simplicidad, un sistema unitario de ideas basado en el núcleo mínimo de creencias, valores e instituciones que cumplirá en relación con nuestro tiempo la misma función que el escolasticismo cumplió para el mundo medieval de Occidente, y que presuntamente el marxismo ha desempeñado en el experimento ruso".
"El defecto del escolasticismo y el marxismo no consiste en que aspiran a la posición de ideología mundial, sino en que procuran alcanzar su objetivo de manera errónea y en que se fundan en presupuestos equivocados y envejecidos. Ninguno de ellos se ajusta a los requerimientos del método científico -la democracia del pensamiento- y por el contrario ambos son autoritarios, y por consiguiente anticientíficos en el procedimiento. No es posible obtener una ideología mundial mediante revelaciones, vengan éstas de Moisés o de Marx. Sólo la ciencia y la imaginación científica pueden aportar los métodos y los materiales de la síntesis filosófica".
Por lo general, se aduce que las ciencias naturales describen "lo que es" mientras que las ciencias sociales sugieren "lo que debe ser" estableciéndose una injustificada separación entre unas y otras. En realidad, si consideramos "lo que debe ser" como una optimización de "lo que es", se advierte el error de aquella aseveración. Por otra parte, sería absurdo intentar promover "lo que debería ser" sin antes conocer "lo que es", algo que tristemente se advierte en muchos casos, especialmente entre los políticos totalitarios y las religiones paganas o paganizadas.
Desde el punto de vista de la Psicología social, luego de describir la conducta humana en función de las cuatro componentes emocionales y las cuatro componentes cognitivas de nuestra actitud característica, la optimización mencionada consiste en elegir las que mejores resultados producen, tal el caso del amor (empatía emocional) y de la realidad, con sus leyes naturales, como referencia para valorar todo conocimiento, respectivamente.
Oliver L. Reiser sintetiza la estructura básica del humanismo integral de la siguiente manera:
Una ideología general = (Los hechos de todas las ciencias) + (Los valores complementarios para toda la humanidad)
Agregando al respecto: "Es evidente que la ética y el humanismo naturalista o científico exalta el valor de la inteligencia -en oposición a una moral no inteligente que exige obediencia ciega a mandatos absolutos «de las alturas». El deber humano incluye la obligación de ser tan inteligente y estar tan bien informado como lo permiten la herencia biológica y el medio social".
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1 comentario:
El concepto de humanismo integral es muy sugerente porque se refiere a la compatibilidad de dos aspectos muy destacados del ser humano, por un lado el conocimiento, el saber objetivado que nos da la ciencia y su método y por otro el religioso o ético, esta vez no basado en mandamientos inapelables y absolutos sino en principios deducidos de una realidad natural previamente escudriñada científicamente, y todo ello sin eludir los aspectos morales y afectivos que nos caracterizan como especie.
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