El fatalismo, o determinismo individual, por el cual lo que le ha de acontecer en la vida a cada individuo viene “escrito” en alguna parte, siendo ese destino independiente de lo que haga, presenta semejanzas con el determinismo histórico, o determinismo colectivo, por el cual, lo que le ha de suceder a la humanidad, también viene “escrito” en alguna parte y sucederá en forma independiente de lo que los individuos hagamos.
Esta idea es una de las consecuencias de suponer que el Dios creador interviene en los acontecimientos humanos y que ha diseñado un plan para todos y cada uno de los mortales, quienes desempeñaríamos un papel previamente establecido en la gran comedia, o tragedia, de la humanidad. John H. Randall Jr. escribió: “Es costumbre considerar el curso de la historia como un gran río, con sus fuentes en algún riachuelo del lejano pasado, que nace en las llanuras de Asia y baja lentamente a través de siglos, recogiendo agua de nuevos tributarios en su camino, hasta que en nuestros días se ensancha majestuosamente por todo el mundo”.
“Esta corriente ha sido personificada por los seres humanos; se ha hecho de ella un ser que se desarrolla de acuerdo a su propia voluntad, que sigue sus propias leyes para lograr una meta preconcebida. Se ha hablado de la dialéctica de las ideas, y se ha considerado que hombres y civilizaciones enteras son instrumentos pasivos que este gran Ser utiliza en la realización de sus designios”.
“El observador que todavía no ha comprometido su fe en semejante interpretación encuentra difícil discernir un movimiento tan firme en el curso de los sucesos humanos, y, sobre todo, cree que considerar a la humanidad como instrumento pasivo, que recibe acciones y es utilizado para alcanzar ciertos fines, es una falsificación del hecho cardinal de que son los hombres quienes han hecho la historia y no la historia quien ha hecho a los hombres”.
“Los hombres han construido una civilización, los hombres han hallado, con paciencia y laboriosidad, todos los modos de hacer las cosas y han elaborado trabajosamente cuanta idea es parte de la herencia que debemos al pasado. Naturalmente que en cada caso los hombres trabajan bajo las influencias de su ambiente y con los materiales disponibles, y que se trata siempre de hombres individuales y de razas, y no de un ser que puede llamarse la humanidad. El complejo de creencias e ideales de que vive el mundo moderno, y con el que trabaja, no es un don de los dioses, como lo quería el antiguo mito, sino la hazaña de una larga sucesión de generaciones” (De “La formación del pensamiento moderno”-Editorial Nova-Buenos Aires 1952).
Si una persona tiene éxito en la vida, se supone que ello se debe a la voluntad de Dios ("Dios lo quiso así"). Si, por el contrario, muere muy joven, se supone también que esa fue la voluntad de Dios.
Al asociarle a Dios algunos de los atributos humanos, se deduce posteriormente que "hemos sido creados a imagen y semejanza" de Dios. De ahí que, entre las "virtudes" que se le asocian está su capacidad para decidir sobre la vida o la muerte de las personas, como en el caso de los poderes que disponía un Hitler o un Stalin. Sin embargo, la Biblia prohíbe toda forma de gobierno del hombre sobre el hombre aceptando sólo el gobierno de Dios a través de la ley natural.
En principio, Dios no interviene en los acontecimientos humanos ya que debería suspender momentáneamente la ley natural por él establecida, siendo esa ausencia la que conlleva a la libertad y la responsabilidad que dispone todo ser humano, De todas formas, la validez de un razonamiento como el expresado no garantiza que se adapte a la realidad, pero es importante mencionarlo como una posibilidad.
El marxista supone que el socialismo llegará tarde o temprano y que, para acelerar su llegada, el adepto o creyente debe colaborar con la destrucción del capitalismo, o de todo sistema que se le parezca. No debe tener en cuenta los resultados que el socialismo produce, ya que ello implicaría aceptar el postulado básico de la ciencia experimental: verificar los resultados obtenidos. Por el contrario, su única referencia deben ser los "libros sagrados" de Marx, Engels, Trotsky, etc.
Mientras que las profecías bíblicas anuncian la aparición futura de algún profeta, se limitan a ese anuncio sin prever el contenido que traerán sus prédicas. Por el contrario, las profecías de Marx son profecías de autocumplimiento, por cuanto la incitación a la violencia y a la destrucción llevan asociado el resultado esperado. Además, como Marx razona en base a clases sociales, y no en base a individuos, será una clase social (el proletariado) quien habría de cumplir con las profecías establecidas. Sin embargo, hasta ahora, han sido individuos burgueses, como Marx y como Engels, quienes han llevado adelante el proceso por el cual, aparentemente, la historia determina la vida de los individuos.
Cuando no se tienen en cuenta las leyes naturales y, por el contrario, se adopta como referencia la opinión de un ser humano, se produce el fenómeno del alejamiento mental respecto de la realidad, ya que la ideología la reemplaza en el cerebro del creyente. Supuestamente, el marxismo intenta evitar la alienación mental del ser humano. Por lo que cabe la siguiente afirmación: "Dime de qué te jactas y te diré de qué careces".
Desde el punto de vista de la ciencia experimental y de la religión natural, se advierte un universo regido por leyes naturales invariantes, a las cuales nos debemos adaptar. Ya sea que tales leyes sean, o no, de nuestro agrado, la adaptación a las mismas es nuestra única alternativa.
Puede decirse que tales leyes nos presionan a adaptarnos a ellas, siendo el sufrimiento humano una medida de nuestro grado de desadaptación. Así, el frío y el calor, por ejemplo, nos obligan a abrigarnos y a refrigerarnos oportunamente, siendo ésta una adaptación de bajo nivel. Por el contrario, la conducta moral necesaria para nuestra supervivencia requiere de conocimientos de mayor dificultad interpretativa, ya que la ley natural no viene escrita en ninguna parte.
Desde este punto de vista puede decirse que la humanidad no está determinada por la ley natural, ya que depende de lo que los seres humanos hagamos, o dejemos de hacer, pudiendo en el futuro sobrevivir todos en un aceptable nivel de felicidad o bien podemos perfeccionar el camino que conduce a la miseria, el hambre o el sufrimiento generalizado, incluso este último inmerso en un ambiente de prosperidad material y abundancia plena.
Puede hacerse una síntesis de las principales posturas. En el primer caso tenemos el determinismo sobrenatural, por el cual el creyente permanece pasivo e inactivo esperando que algo bueno suceda "desde arriba". Para él, las profecías bíblicas están más cerca de la magia que de las leyes naturales. El Dios que interviene en los acontecimientos humanos permanece indiferente ante las desgracias y las catástrofes que afectan a la humanidad.
El marxismo propone un falso determinismo natural. La profecía marxista no tiene en cuenta las leyes naturales comprobadas y establece la "ley de Marx", de dudosa validez, ya que la historia de la humanidad no sería la historia de la adaptación del ser humano al orden natural, sino la historia de la lucha de clases y de una posterior adaptación a la "ley de Marx".
Desde el punto de vista de la religión natural, existe un indeterminismo esencial. Sin embargo, muchos aducen que si todo está regido por leyes naturales, ello conduciría a un estricto determinismo. Por el contrario, lo que ha de suceder en el futuro depende del estado del presente (condiciones iniciales) y de la ley natural respectiva:
Determinismo = Condiciones iniciales + Ley natural
Por ejemplo, el estado futuro de una piedra ha de depender de las condiciones iniciales (ubicación, masa, velocidad) y de las leyes del movimiento. En el caso del ser humano, cada individuo establece las condiciones iniciales en toda secuencia de causas y efectos, asociándose a este proceso la denominada "libertad de elección". Los vínculos invariantes entre causas y efectos, o leyes naturales, determinarán adicionalmente el estado futuro.
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1 comentario:
...hablando de libros sagrados, Marx sólo publico en vida el tomo I de El Capital, siendo muy probable que las críticas que dicha obra suscitó y la contestación intelectual que la rebatió fundamentadamente en sus puntos básicos le llevaran a no publicar los tomos II y III que tenía prácticamente ultimados, aunque hay que añadir a este respecto que de ser así calló, dejando que sus partidarios y seguidores continuaran en el error, convirtiéndose así en precursor de numerosos episodios sangrientos realizados en buena medida bajo su inspiración.
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