Por Ludwig von Mises
Características de la economía de mercado
La economía de mercado es el sistema social de la división del trabajo en régimen de propiedad privada de los medios de producción. Todo el mundo actúa en provecho propio, pero los actos de todos concurren a la satisfacción de las necesidades de otras gentes, así como a la satisfacción de las propias de cada cual. Cada uno de nosotros sirve, con su acción, a sus conciudadanos. Por otra parte, cada uno de nosotros es servido por sus conciudadanos. Todos los hombres son un medio y un fin en sí mismos; un fin para si mismos y un medio para los demás en su intento por alcanzar sus fines propios.
Este sistema está regido por el mercado. El mercado dirige las actividades del individuo hacia los cauces en que puedan servir mejor las necesidades de sus semejantes. En el funcionamiento del mercado no hay compulsión ni coerción alguna. El Estado, el mecanismo social de compulsión y coerción, no interfiere el mercado ni las actividades de los ciudadanos dirigidas por el mercado. Utiliza su poder para inculcar sumisión al pueblo únicamente para impedir actos dañosos a la salvaguarda y buen funcionamiento de la economía de mercado. Protege la vida del individuo, su salud y su propiedad contra agresiones violentas o fraudulentas por parte de atracadores en el interior del país o de enemigos exteriores. Así, pues, el Estado crea y mantiene el medio en que puede operar sin tropiezos la economía de mercado.
El slogan marxista de la «producción anárquica» caracteriza adecuadamente esta estructura social como sistema económico que no está dirigido por un dictador, un zar de la producción, que asigne a cada cual una tarea y le obligue a obedecer sus órdenes. Todos los hombres son libres; nadie está sujeto a un déspota. Por propia decisión, el individuo se integra en el sistema de cooperación. El mercado le dirige y le revela en qué forma puede promover mejor su propio bienestar, a la vez que el bienestar de otras personas. El mercado es supremo. Sólo él pone en orden el sistema social entero y le da un sentido y un significado.
El mercado no es un lugar, una cosa o una entidad colectiva; es un proceso puesto en marcha por el juego cruzado de la acción de los diversos individuos que cooperan con arreglo a la división del trabajo. Las fuerzas que determinan el estado –continuamente cambiante- del mercado son los juicios de valor de esos individuos y sus actos, orientados por esos juicios de valor. El estado del mercado en un momento dado es la estructura de los precios, esto es, la totalidad de los tipos de cambio establecidos por la interacción de los que desean comprar y de los que desean vender. No hay nada de inhumano o misterioso en el mercado. El proceso del mismo es un resultado de los actos humanos. Todo fenómeno de mercado puede rastrearse hasta hallar en su origen las elecciones concretas de los miembros de la sociedad de mercado.
El proceso del mercado es el ajuste de las acciones individuales de los diversos miembros de la sociedad de mercado a las exigencias de la cooperación mutua. Los precios de mercado dicen a los productores lo que han de producir, cómo lo han de producir y en qué cantidad. El mercado es el punto focal en que convergen las actividades de los individuos. Es el centro del cual irradian las actividades de los individuos.
La economía de mercado debe diferenciarse estrictamente del segundo sistema concebible –aunque no realizable- de cooperación social, partiendo de la división del trabajo: el sistema de propiedad social o estatal de los medios de producción. Este segundo sistema es comúnmente llamado socialismo, comunismo, economía planificada o capitalismo de Estado. La economía de mercado o capitalismo, como suele llamársele, y la economía socialista se excluyen una a otra. No hay combinación posible o imaginable de los dos sistemas; no existe una economía mixta, un sistema que fuese en parte capitalista y en parte socialista. La producción es dirigida, o bien por el mercado, o bien por los decretos de un zar de la producción o de un comité de zares de la producción.
Si en el seno de una sociedad, basada sobre la propiedad privada de los medios de producción, algunos de estos medios pertenecen y son manejados públicamente –esto es, por el Estado o por uno de sus organismos-, esto no contribuye a que exista un sistema mixto que combine socialismo y capitalismo. El hecho de que el Estado o los municipios posean y dirijan unas determinadas instalaciones no altera los rasgos característicos de la economía de mercado. Estas empresas de propiedad y dirección pública están sujetas a la soberanía del mercado. Estas empresas han de ajustarse, como compradores de materias primas, equipo y trabajo, y como vendedores de bienes y servicios, al esquema de la economía de mercado.
Están sujetas a las leyes del mercado y, por consiguiente, dependen del consumidor, que puede o no ser su cliente. Deben esforzarse por obtener beneficios o, al menos, por evitar las pérdidas. El Estado puede cubrir las pérdidas de sus industrias o comercios con los fondos públicos, pero esto no elimina ni atenúa la supremacía del mercado; simplemente la desvía a otro sector. Porque el medio de cubrir las pérdidas puede ser la imposición de tributos. Pero estos tributos producen efectos en el mercado e influyen sobre la estructura económica a través de las leyes del mercado. Es la acción del mercado y no la acción del gobierno, recaudando sus impuestos, la que decide sobre quién recaerá la incidencia de los tributos y cómo van a afectar a la producción y al consumo. Así, pues, el mercado y no un organismo gubernamental es el que determina el funcionamiento de estas empresas de propiedad pública.
(De “La acción humana”-Editorial Sopec SA-Madrid 1967).
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1 comentario:
Sí que existe de hecho la economía mixta, y hasta el punto de alterar sustantivamente el funcionamiento del mercado al menos de una forma bastante clara: impidiendo la entrada de nuevos operadores en determinado ámbito por medio de la regulación.
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