Por lo general, se supone que los antagonismos entre sectores provienen del pasado, lo que es parcialmente cierto, ya que las divisiones surgen también en el presente. Incluso estas últimas se proyectan hacia el pasado generando la necesidad de "revisionismos históricos", ya que las interpretaciones de un mismo hecho pueden no coincidir cuando surgen de bandos en conflicto. Las visiones ideologizadas tienden a enturbiar la realidad. Mariano Grondona escribió al respecto: "Ninguna nación tiene una visión homogénea de su pasado. Cada sector de intereses y cada corriente de pensamiento exalta, inevitablemente, a aquellas figuras o episodios que concuerdan con su posición fundamental. Pero esta actitud, que es general y constante, puede ser llevada en los momentos de división a un verdadero enfrentamiento histórico, a una verdadera ruptura de la memoria nacional. Surgen entonces, como interpretaciones opuestas del pasado, dos historias. Y entonces existen, de alguna manera, dos naciones".
La gravedad del asunto se advierte cuando los bandos en conflicto tergiversan los hechos recurriendo al ocultamiento de todo lo que tiende a invalidar sus posturas o bien a "crear" acontecimientos que nunca han existido. Mientras que, con cierto optimismo, se piensa que la verdad está a medio camino entre dos posturas en conflicto, seguramente esa verdad estará más cerca de una de ellas que de la otra. El citado autor agrega: "Los matices que separan habitualmente las versiones del pasado común se convierten en visiones antagónicas en los momentos de crisis. Así, cuando la Reforma protestante y el liberalismo escindieron el alma europea, se llegó a dos concepciones totalmente contradictorias de la Edad Media. Para algunos, la Edad Media pasó a ser la «edad oscura», ámbito y recinto de todos los errores y de todas las mistificaciones. Para otros, en cambio, la Edad Media fue una era de juventud y es a partir del Renacimiento y la Reforma que comienza el desvío y la crisis del hombre occidental. En este debate entre anticlericales y católicos -que ya ha llegado a su fin, pero arreció entre las dos guerras- no importaba tanto la verdad que, como siempre, estaba en un punto medio, sino la proyección hacia el pasado de opuestos sistemas de valores".
"Algo similar ocurrió con la Revolución Francesa, que fue para algunos el punto de partida de la liberación del hombre y, para otros, el lugar de encuentro de todas las maldades y todas las aberraciones" (De "La Argentina en el tiempo y en el mundo"-Editorial Primera Plana SRL-Buenos Aires 1967).
La lucha entre distintos bandos, en un mismo país, se debe, entre otras causas, a las proyecciones en el medio social de las actitudes individuales predominantes, como es la lucha entre el nacionalismo egoísta versus el internacionalismo liberal; lucha que predominó durante gran parte de la historia argentina. Mariano Grondona escribe al respecto: "Es forzoso admitir que la interpretación del pasado argentino se acerca mucho a estos dos ejemplos. No hay solamente perspectivas y ángulos diversos en la comprensión de nuestro pasado. Existen, en rigor, dos historias argentinas claramente determinadas y concretas y, también, simétricamente opuestas. Y éste es uno de los elementos más activos de la crisis nacional".
"Las dos historias argentinas están perfectamente estructuradas, con sus argumentos, sus villanos y sus héroes. Sólo que lo que es blanco en una, es negro en la otra. Y la verdad está aquí también, como en los debates sobre la Edad Media o la Revolución Francesa, en ese medio que sólo alcanza el desapasionamiento".
"Para la versión liberal de nuestro pasado, ésta era una colonia hundida en el atraso y en la incuria en que la suma de lo español y de lo indio la tenían sometida hasta que, trayendo consigo las ideas de renovación y de progreso propias de los países anglosajones y del liberalismo francés, un grupo de patriotas la despertó de su sueño y la echó a andar por la historia. Estos patriotas, hombres de letras y de espada, debieron luchar contra la pasividad del gaucho, contra la indocilidad del montonero y, también, contra la resistencia intermitente que los caudillos, salvajes y autoritarios, opusieron a su tarea. Y fue a partir de Caseros que la empresa comenzó a marchar hasta que los caudillos del siglo XX, Yrigoyen y Perón, la detuvieron otra vez".
"En la versión revisionista («revisionista» porque nació después, como una desmentida y una rectificación de la historia liberal que, a partir de las obras de Mitre, fue la historia oficial), las cosas sucedieron exactamente al revés. Aquí había una vigorosa colonia española que, con el resto de las posesiones hispanas del Nuevo Mundo, había formado una suerte de «mercado común» de incipiente industrialización. Un grupo de teóricos ligados a los intereses del puerto de Buenos Aires quebró entonces, con las barreras aduaneras, las posibilidades de desarrollo, mientras se alineaba cultural y económicamente con el imperialismo británico. La lucha heroica de los montoneros y, sobre todo, de Juan Manuel de Rosas fue, al fin, inútil: subordinado a los intereses brasileños, el general Urquiza abrió el país a las ideas liberales y permitió la destrucción de la cultura y las posibilidades nativas. La inmigración masiva desbordó, por fin, los esquemas tradicionales, reemplazando a la población criolla por nuevas clases ávidas de dinero y carentes de sentido nacional".
En cuanto a los artífices de ambas historias, o visiones de la Argentina, el citado autor agrega: "Estas dos historias argentinas, por efecto de su áspera polémica, se opusieron en cada detalle y en torno de cada hombre: se llegó así a la perfecta simetría de un anverso y un reverso en la explicación del pasado común. Los canales de expresión de las dos historias, sin embargo, no fueron idénticos. La corriente liberal tuvo por voceros a nuestros mejores prosistas y a nuestros escasos pensadores políticos".
"Ya Mariano Moreno, en su severa condenación del sistema de gobierno español, adelanta una cierta «leyenda negra» sobre la colonia. La cumbre de la condenación de la Argentina criolla se alcanzaría en el magistral «Facundo» de Sarmiento. Y, si bien su posición es matizada y converge hacia una unificación que nunca se alcanzó, Alberdi sueña también con la Argentina migratoria y eficiente cuya contrapartida es la Argentina heroica que debe dejarse atrás".
"El revisionismo, en cambio, sólo logró expresión ideológica en las últimas décadas, merced a la corriente nacionalista que inspiró a historiadores como Manuel Gálvez y, más recientemente, Ernesto Palacio y José María Rosa. El nacionalismo constituye un movimiento intelectual reflejo y tardío: la elegía de algunos intelectuales inspirados en pensadores europeos como Charles Maurras -igual mimetismo cultural, al fin, que los liberales- por esa Argentina criolla que no existía".
"La intelectualización del revisionismo tuvo, así, carácter póstumo. Las expresiones originales del antiliberalismo deben buscarse en otras vías que las del pensamiento político e histórico. En la poesía gauchesca -el «Martín Fierro», por encima de todo-, en los cantos tristes del folklore y en las letras quejosas de ciertos tangos. Pobre en sistematizaciones intelectuales, el revisionismo halló, en cambio, fuertes canales políticos. La trayectoria Rosas-Yrigoyen-Perón no es solamente un «slogan». Es el esfuerzo nunca abandonado para reemplazar los esquemas liberales por otros que se ajusten a la originalidad de un pueblo antiguo, doliente y relegado, al que han venido a sumarse las capas menos afortunadas de la inmigración".
Respecto a la magnitud de la inmigración, cabe destacar que, en 1914, "cuatro de cada cinco varones mayores de veinte años eran extranjeros en la ciudad de Buenos Aires. Once de cada veinticuatro, en el interior. El «pueblo» original, así, fue casi totalmente «reemplazado» por un nuevo «pueblo», a su vez fragmentado en colectividades diferentes".
La división entre nacionalismo y liberalismo fue decayendo para ser reemplazada por el antagonismo entre peronismo y anti-peronismo. En las últimas décadas predomina el conflicto ideológico entre socialismo y democracia, encolumnándose gran parte del peronismo en el primer sector y el antiperonismo en el segundo. De todas maneras, el primer paso que debe darse para intentar salir de la severa decadencia en la que estamos inmersos, ha de implicar un mejoramiento moral individual, sin el cual tiene poco sentido todo tipo de discusión ideológica. En todo caso, tales discusiones han de tener sentido una vez que se haya establecido ese primer paso.
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1 comentario:
La existencia de dos escuelas diferenciadas a lo largo de un vasto período hace probable que se haya dado y se dé un exceso de teoría interpretativa en defecto de método histórico y estudio multifactorial a la vez que riguroso y crítico. Circunstancia que seguro no es exclusiva de Argentina.
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