Los seres humanos tenemos necesidades básicas, como es el caso de los alimentos, si deseamos mantenernos vivos. De ahí que asignemos valor a todo lo que permite satisfacerlas. Como, además, tenemos necesidades de tipo personal o afectivo, junto a las apetencias materiales, surge también en cada persona una escala de valores, o de prioridades, especialmente cuando advertimos la escasez de nuestros medios de compra o la escasez de bienes.
Mientras que los bienes útiles y escasos, y sus intercambios, constituyen el objeto de estudio de los economistas, al existir valores de tipo espiritual, agregados a aquéllos, juntos constituyen el objeto de estudio de los psicólogos. Wilhelm Röpke escribió: "A todas las deliberaciones y actos económicos cabe referirse a la postre con la palabra «administrar», en su sentido popular de aquello a lo que nos vemos forzados siempre que no podemos disponer de cantidad ilimitada de algo que de algún modo nos parece importante y útil".
"Cuando no se poseen recursos en abundancia, hay que disponer de ellos con arreglo a un plan para no «dilapidar», es decir, para no proceder de un modo antieconómico. Como, por desgracia, no vivimos en el país de Jauja, son muy pocas las cosas que no podemos agotar ni aún si nos lo proponemos (bienes libres). Entre éstos figura, como el más importante de todos en circunstancias normales, al aire atmosférico".
"Para el lugar de cualquier bien en nuestra escala de valores es decisiva, desde luego, la utilidad, pero no una utilidad general, derivada del carácter vital del bien, sino la utilidad específica, concreta, de una determinada cantidad de un bien. Pero a ello hay que agregar que cuanto mayor sea la cantidad de que dispongamos de un bien, tanto menor será el placer que nos produzca cada unidad y tanto más bajo será también el lugar que ocupe dicho bien en nuestra escala de valores".
"Ocurre esto porque, al aumentar la satisfacción de una necesidad, disminuye la utilidad (placer) de cada dosis. Como si se produce la pérdida de una unidad sólo hemos de renunciar a la utilidad mínima en cada caso, la utilidad de cualquier unidad no puede ser mayor que esa utilidad mínima. Por tanto, la utilidad de la última dosis, esto es, la utilidad mínima, determina la utilidad de cualquier otra dosis y por ello la de la totalidad de las existentes".
"A esta utilidad de la última dosis la denominamos utilidad marginal, y ahora podemos formular la siguiente tesis:
1- La utilidad marginal disminuye al aumentar las existencias, esto es, al acrecentarse la posibilidad de satisfacer la necesidad.
2- La utilidad marginal determina, sin embargo, la utilidad que atribuimos a todas las otras dosis.
3- Al aumentar la cantidad, desciende el lugar que ocupa un bien en nuestra escala de valores, supuesto que entre tanto no hayan variado nuestros gustos (escala de necesidades).
4- La utilidad de las existencias todas (utilidad total) aumenta al aumentar la cantidad, pero en grado cada vez menor, ya que la utilidad marginal, considerada en absoluto, disminuye. Sin embargo, si la utilidad marginal disminuye en medida mayor que la que corresponde al aumento de la cantidad, puede ocurrir que la utilidad total descienda incluso de un modo absoluto".
(De "Introducción a la Economía Política"-Alianza Editorial SA-Madrid 1966).
Mientras que el proceso anterior se establece en el caso de las sociedades libres, en la que cada individuo administra su dinero y elige según su propia escala de valores, en el socialismo este proceso se ve entorpecido por cuanto la escala de valores es impuesta desde el Estado, ya que el burócrata marxista aduce saber lo que necesita cada uno, dejando el Estado de producir lo que el planificador considera superfluo o inútil.
Cuando se incorporan los valores de tipo espiritual, o afectivo, son los psicólogos quienes intentan describir los comportamientos individuales. Joseph W. Newman escribió: "Los psicólogos dinámicos, fundándose en sus estudios generales y clínicos, han identificado ciertas necesidades básicas o fines hacia los cuales se dirige el comportamiento del ser humano. Estas son las necesidades con las que comienzan su vida todos los hombres. El que sean satisfechas o no en los primeros años determina en gran parte la clase de persona que será como adulto" (De "Investigación motivacional y dirección de mercados"-Sagitario SA de Ediciones y Distribuciones-Barcelona 1964).
Una teoría psicológica es acertada en cuanto describe el comportamiento real de los seres humanos. Sin embargo, puede resultar incompleta si no sugiere, además, una corrección si tal comportamiento resulta inadecuado, o poco efectivo. Quienes aducen que la psicología debe ser descriptiva, y no normativa, sugieren en realidad que no deben ser los especialistas quienes promuevan las correcciones, sino que deberán hacerlo quienes poco conozcan del tema (como ocurre frecuentemente).
Una de esas teorías es la presentada por Abraham H. Maslow, quien establece una escala de valores, o de prioridades, que se establecerían en las sociedades actuales. Las necesidades básicas serían:
1- Las necesidades fisiológicas
2- Las necesidades de seguridad
3- El sentido de pertenencia y las necesidades de amor
4- Las necesidades de estima
5- La necesidad de autorrealización
6- Los deseos de saber y de entender
7- Las necesidades estéticas
(De "Motivación y personalidad" de A. H. Maslow-Ediciones Díaz de Santos SA-Madrid 1991)
La secuencia mostrada resulta compatible con las posturas economicistas, para quienes la economía y los alimentos del cuerpo son prioritarios para, luego de obtenerlos, alcanzar los restantes. Sin embargo, para las posturas culturalistas, deberían considerarse los valores afectivos antes que los demás, o al menos compartiendo el primer lugar, coincidiendo con la sugerencia cristiana al respecto: "Primeramente buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura".
Esta expresión resulta compatible con el hecho de que, en el caso de un niño pequeño, su vida correrá peligro tanto si carece de alimentos como si carece de afectos, como se ha comprobado en muchos casos. Tal búsqueda del Reimo de Dios queda materializada con la predisposición a compartir las penas y las alegrías ajenas como propias.
Las personas con pocos vínculos afectivos, o con una reducida predisposición hacia ellos, es la menos dispuesta a la lucha cotidiana por la existencia. De ahí que tales vínculos resulten prioritarios para esperar luego que el arduo trabajo permita la creación y la adquisición de los alimentos para el cuerpo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Una necesidad de la que se habla poco es la de comprender las cosas y el mundo, desde lo más concreto a tener una imagen general bien trabada y consistente de la vida y la sociedad (el punto 6 de la escala de Maslow). Y una consideración que suele hacerse al respecto por parte de personajes de primera fila, como en su momento el filósofo Spinoza, es el del interés de los poderosos, que suelen ser a su vez lo que tienen acceso a un mayor conocimiento, en que la gente permanezca ignorante porque así es más fácilmente manejable y por lo tanto mejor para sus minoritarios intereses.
Publicar un comentario