Por Horacio Rivara
Durante la Primera Guerra Mundial, 100.000 judíos combatieron en el Ejército Alemán; 12.000 murieron y 31.000 recibieron la condecoración de la Cruz de Hierro.
Sin embargo el relato que comenzó al finalizar la guerra decía que los judíos "se habían beneficiado con el conflicto y no habían combatido". Especialmente los políticos extremistas y los medios "políticamente correctos" repetían que no había pilotos judíos porque eran cobardes, y volar era muy peligroso.
Felix Thurbader, indignado, escribió en 1918 un libro sobre la historia de los 100 pilotos judíos que combatieron; un porcentaje enorme, ya que las fuerzas aéreas eran muy pequeñas.
Wilhelm Frankl fue el más exitoso de ellos, logró 20 derribos y fue condecorado, al igual que su compañero Hermann Göring, con la extraordinaria medalla Pour le Mérité.
Pero incluso antes de asociarse con Hitler, toda Alemania conocía y celebraba a Göring, muy pocos a Frankl. El libro sobre los pilotos judíos vendió 100 ejemplares en 10 años.
Mucho antes de perder la batalla de las calles contra los nazis, los judios, los demócratas y liberales en general, habían perdido la batalla cultural. El libro Tempestades de Acero, de Jünger, una excelente obra, pero glorificadora de la guerra, vendió 680.000 ejemplares.
Los judíos pensaron que no valía la pena ponerse a discutir con esos brutos, si era tan claro que era todo una mentira. Pues las poblaciones están más que dispuestas a consumir mentiras mientras quienes las digan lo hagan con energía y convicción, y les den una excusa para culpar a alguien de la silenciosa desesperación de sus vidas.
Durante años los demócratas y liberales rehusaron discutir con los izquierdistas, pues era tan claro que el comunismo había fracasado en todos lados, generando hambrunas y asesinatos. Pués no dimos la batalla cultural, los izquierdistas fueron copando la educación, el 85% de los docentes son de izquierdas, el periodismo, las editoriales, la cultura. Sus autores son publicitados y venden de a millones.
Pese a ser la ideología más criminal de la historia de la humanidad, goza de un aura de virtud, de generosidad. Chávez y Maduro pudieron destruir a un rico país y provocar el éxodo más grande de occidente gracias a que antes la izquierda ganó la batalla cultural. Las salas de torturas del Chavismo tienen a millones de cómplices en toda América Latina y Europa. Cada docente de escuela o universidad que defiende al chavismo y hace proselitismo buscando lavar la mente de sus alumnos, es su cómplice.
Hoy la izquierda sale a destruir y a quemar todo país que intente alejarse de su prédica. Pero las batallas que hoy libra la Constitución y la República contra los terroristas izquierdistas en Santiago, en Ecuador, en Perú, se debe ganar antes, en la cultura. Y vamos a darla, porque hasta entonces viviremos en libertad condicional.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
La batalla cultural, la de las ideas, es la principal a dar. Renunciar a intentar ganarla por goleada es perderla y con ella todas las demás. El humano es ante todo un ser simbólico, espiritual.
Creo que el liberalismo tiene pocas probabilidades de tener una aceptación generalizada mientras siga con "la virtud del egoísmo" y "el amor al prójimo es inmoral" (Ayn Rand).....Los marxistas de mercado dominan al liberalismo auténtico. Creo que lo más conveniente es seguir la línea de la Economía Social de Mercado....
Anterior al tipo de mensaje de corte liberal que se dé está el hecho de que no se explica ninguna lógica profunda en las medidas concretas de este tipo que se proponen, más allá de justificaciones puramente coyunturales, y se dejan de contraatacar los infundios que la izquierda difunde desde sus terminales mediáticas acerca de las mismas, es decir, no se hace ningún tipo de verdadera pedagogía. Se entra de lleno en un cortoplacismo que supone aceptar las reglas que el adversario marca unilateralmente.
Publicar un comentario