En los sistemas totalitarios, el líder pretende establecer la uniformidad de sus dirigidos, respecto tanto a las ideas como a las acciones. Para él, la libertad individual sólo consigue perturbar la uniformidad, por lo cual se dificulta su función de planificador social, que ha de ser el único que ha de preservar el derecho a la libre elección de acciones y pensamientos. De ahí la pregunta que, con cierta sorpresa, hace Lenin respecto de la libertad de sus dirigidos, ya que la libertad individual atenta contra la esencia del socialismo. Georges Bernanos escribió: “«La libertad, ¿para qué?» es, como saben ustedes, una célebre frase de Lenin y expresa con brillo y lucidez terribles esa especie de desapego cínico hacia la libertad que ya ha corrompido a tantas conciencias. La peor amenaza para la libertad no es que nos la dejemos tomar –pues el que se la ha dejado robar siempre puede reconquistarla- sino que se desaprenda a amarla o que ya no se la comprenda” (De “La libertad, ¿Para qué?”-Librería Hachette SA-Buenos Aires 1955).
En las sociedades democráticas, por otra parte, la libertad individual es un valor rechazado por quienes no la necesitan por cuanto sus mínimas ambiciones y proyectos consisten solamente en vivir condicionados a un mínimo esfuerzo mental y laboral y prefieren ceder una posible libertad personal a alguien que tome por él todas las decisiones de importancia para su vida. De ahí que la libertad ha de ser un valor importante para quienes proyectan el futuro bajo la orientación de un sentido de la vida personal.
El negligente, que ha abandonado todo proyecto personal, desea ser parte del colectivismo para no sentirse relegado por los más activos y entusiastas. Si él no quiere, o no puede, alcanzar algo valioso, tratará de impedir que otros lo logren; el socialismo lo protegerá de la envidia y le dará una falsa sensación de igualdad, aunque sabe interiormente que su actitud es propia de un ser inferior que manifiesta su bajeza e inferioridad en la forma más perversa.
No todo el que carece de ambiciones personales ha de tratar de impedir que otros que las tengan las alcancen, por cuanto sabe que impedir la realización personal de quienes tienen capacidad emprendedora, reducirá las posibilidades del sector empresarial y por ello se verá perjudicado por la pobreza generalizada de la sociedad. Mientras que el socialista prefiere sentirse rodeado de personas pobres, pero "igualmente pobres", la persona honesta no tendrá inconvenientes en sentirse rodeada de gente con mayores recursos si tales recursos fueron logrados como frutos del trabajo productivo en un ámbito de cooperación social.
La libertad, considerada como un derecho, deberá existir junto a la responsabilidad, que ha de constituir el deber correspondiente. De lo contrario, si no existe dicho vínculo, la libertad se desvirtúa y se llega al "libertinaje". Es por ello que la libertad ha de ser una condición necesaria para el éxito individual y social, aunque no será una condición suficiente, como muchos optimistas suponen. En una sociedad en la que la mayoría busca lograr un puesto laboral en el Estado, incluso si tal trabajo poco le sirve al resto de la sociedad, de nada servirá predicar las ventajas de la libertad si antes no se revierte tal predisposición generalizada. Guido de Ruggiero escribió: "En efecto, sólo pocos individuos, dotados de rica vida interior, están en condiciones de apreciar el valor constructivo de la libertad y la exigencia de una continua e interna reconquista de ella; para la mayoría, en cambio, la libertad no es otra cosa que ausencia de impedimentos, potestad o arbitrio de ser lo que se quiere, aun cuando sea en el ámbito de las leyes".
"Todos los juicios corrientes sobre la libertad y el liberalismo se resienten de esta mutilación y contribuyen, a su vez, a agravarla. Así, se oye continuamente hablar de «atomismo», de «individualismo» liberal, de insuficiencia del liberalismo, de necesidad de superarlo mediante alguna fórmula social más comprensiva, siempre con el tácito presupuesto de que toda la función de la libertad se compendia en asegurar al individuo una zona intocable, a resguardo de la ingerencia ajena. ¡Cómo si los individuos no tuvieran nada mejor que hacer como no sea cuidarse recíprocamente los pies y no dejárselos pisar por algún vehículo más embarazoso y pesado!".
"Ahora bien; no niego que también esta libertad sea algo muy importante, merecedor de la mayor consideración; pero afirmo que ésta no es toda la libertad, y que ni siquiera es el fin más alto que con la libertad puede proponerse el hombre. La remoción de todo impedimento exterior es, en efecto, sólo un medio, la premisa o la condición que permite a una fuerza interna del espíritu dearrollarse y tender hacia un fin apropiado a su naturaleza. En otros términos, la libertad de algo se entenderá como encaminamiento o trámite a la libertad para alguna otra cosa. Libertad negativa y libertad positiva son los nombres que doy a estos dos momentos de un concepto más comprensivo" (De "El retorno a la razón"-Editorial Paidós-Buenos Aires 1949).
Podría sintetizarse la idea anterior diciendo que "libertad negativa" es aquella, adoptada como finalidad, que ha de permitir que cada individuo se separe del resto de la sociedad bajo el "supremo ideal" del egoísmo. Por otra parte, "libertad positiva" ha de ser aquella, adoptada como medio, para alcanzar la plena inserción social en el marco de la cooperación social.
La libertad, como una finalidad en sí misma, es valorada por quienes tratan de no depender de nadie, incluso algunos hasta pretenden que los demás dependan de ellos. La verdadera libertad, que surge del acatamiento y gobierno de las leyes, se establece simultáneamente con la igualdad. Así, si la persona A no gobierna a B, ni tampoco B gobierna a A, puede decirse que existe cierta igualdad social entre ambos. Además, al no haber gobierno personal de uno sobre el otro, también existe la libertad de ambos. Si esta situación se generaliza a toda la sociedad, se está en camino de lograr la libertad junto a la igualdad.
Todos los ataques al liberalismo se deben a la debilidad asociada a la "libertad negativa". Los predicadores de la libertad como finalidad última de nuestra acción, son los que abren las puertas de par en par a los precursores del "postcapitalismo" u otras versiones que apuntan, esencialmente, hacia alguna forma de socialismo.
Así como la decadencia de la religión se debe esencialmente a la masiva adopción del camino más cómodo, tal el de idolatrar a Dios sin intentar lograr una mejora ética individual, los idólatras de la libertad suponen que su objeto de devoción consiste en la ausencia de impedimentos para manifestar lo que cada uno piensa y siente sin un previo examen de su validez moral. Guido de Ruggiero agrega: "¿Creen ustedes que el mayor valor de la libertad de conciencia o de palabra o de imprenta consiste en dar el gusto a cualquier holgazán de creer, de decir, de imprimir cuanto le pasa por la cabeza? No; esto no es sino el inevitable peso muerto de cada una de tales libertades; su verdadera fuerza viva, en cambio, consiste en la oportunidad que ella ofrece de despertar desde lo interior una actividad espiritual espontánea, de templarla en la prueba frente a otras actividades, de hacer triunfar a través de una natural selección de lo mejor".
"¿Creen ustedes que el único fin de la libertad de asociación es el de permitir a varios individuos reunirse para hacer lo que quieren, dentro de los límites de lo lícito, y no, más bien, para hacer lo que es conforme a la naturaleza humana y sociable, es decir, para cooperar juntos, mediante lazos consensuales que multiplican sus fuerzas y aunan los ánimos más durable y eficazmente que cualquier lazo externo y coactivo?".
"¿Creen ustedes que la libertad del miedo o de la necesidad no tiene otro fin que el de asegurar a cada individuo contra el peligro de los demás aislando a cada uno en su propia esfera de suerte que quede egoístamente satisfecho con ello? Tal fin es, desde luego, apreciable; pero no se trata del más alto que podamos y debamos aspirar. Asimismo, para lograrlo en el interés de todos precisa librarlo de las angustias del egoísmo, porque implica la realización de planes más amplios de seguridad y de trabajo, en los cuales todos son llamados a participar y que quieren dar a cada uno su tranquilidad y su chance. Así, también en este caso vale el principio: todos para uno, uno para todos".
"Y, en fin, creen ustedes que la libertad política sirve para crear en los individuos la ilusión de ser una partícula de la autoridad y del poder y de ejercer arbitrariamente un derecho propio? No, ella sirve para algo mejor: para formar hombres responsables, para desarrollar en ellos el sentido del interés público y adiestrarlos para diversos grados de funciones de gobierno, para darles la experiencia viva de la reciprocidad entre los derechos y los deberes, entre mandar y obedecer".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
La libertad es un fin porque ella consiste en que podamos elegir nuestros fines, no en la ausencia de cualquier impedimento, incluidos los razonables (los que protegen a los demás de nuestras arbitrariedades), para conseguirlos efectivamente, pues en este último caso sí sería un medio, un medio arbitrario.
Publicar un comentario