Por lo general, los analistas políticos y económicos describen el nazismo en función de sus proyectos y realizaciones en esos ámbitos, sin considerar sus fundamentos míticos y las creencias de tipo ocultista que lo caracterizaron. En ese sentido, existen similitudes respecto de las diversas sectas o religiones paganas que invocan a ciertas fuerzas sobrenaturales y a los respectivos vínculos entre ellas y algunos seres humanos. Hannah Arendt escribió: “El nazismo y el bolchevismo deben más al pangermanismo y al paneslavismo (respectivamente) que a cualquier otra ideología o movimiento político”.
“Los pan-movimientos predicaban el origen divino del propio pueblo contra la creencia judeo-cristiana en el origen divino del hombre. Según ellos, el hombre, perteneciente inevitablemente a algún pueblo, recibía su origen divino sólo indirectamente a través de su pertenencia a un pueblo. El individuo, por eso, poseía su valor divino sólo mientras que perteneciera al pueblo que estaba diferenciado por su origen divino. Y quedaba desposeído de semejante valor allí donde decidía cambiar su nacionalidad, en cuyo caso cortaba todos los lazos a través de los cuales estaba dotado su origen divino y era como si quedara sumido en un desamparo metafísico”.
“La ventaja política de este concepto era doble. Hacía de la nacionalidad una cualidad permanente que ya no podía ser afectada por la Historia, sea lo que le sucediera a un determinado pueblo –emigración, conquista, dispersión-. De impacto más inmediato resulta, empero, el hecho de que, en absoluto contraste con el origen divino del propio pueblo y todos los demás pueblos, desaparecían todas las diferencias entre los miembros individuales del pueblo, tanto sociales como económicas o psicológicas. El origen divino transformaba al pueblo en una masa «elegida» y uniforme de arrogantes robots” (De “Los orígenes del totalitarismo” (II)-Aguilar-Buenos Aires 2010).
Mientras que en la actualidad se tiende a buscar fundamentos científicos respecto de la conformación de las diversas sociedades y naciones, el ocultismo prevalece en algunos pueblos. Nicholas Goodrick-Clarke escribió: “Los orígenes del ocultismo encuentran su base en un modo de pensamiento religioso cuyas raíces se remontan a la Antigüedad y que puede ser descrito como el canon de la tradición esotérica occidental. Sus componentes principales han sido identificados como el gnosticismo, los tratados herméticos de magia y alquimia, el neoplatonismo y la Cábala: todos nacidos en el Mediterráneo oriental en los primeros siglos después de Cristo” (De “Las oscuras raíces del nazismo”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2005).
En cuanto al ocultismo, Donald Watson escribió: “El ocultismo tiene que ver con la evolución moral, intelectual y espiritual de la humanidad. Esta evolución significa progresar desde lo imperfecto hasta estados superiores de existencia física y espiritual. En el progreso del individuo esto implica reencarnación. La concepción ocultista es que esta evolución es dirigida por Inteligencias Superiores que ya han alcanzado los estados superiores. Ellas operan desde niveles de realidad que son perceptibles solamente para el ocultista entrenado” (Del “Diccionario de la Mente y el Espíritu”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1997).
Cada vez que aparecen conceptos sobrenaturales, que sólo pueden ser percibidos y comprendidos por “seres humanos superiores”, surge en éstos la necesidad de gobernar mentalmente al resto. Esto se ha observado en gran parte de las religiones y en los diversos totalitarismos políticos, con graves consecuencias para la humanidad. Uno de tales “iluminados” fue Guido von List, antecesor del nazismo en Austria y Alemania. Al respecto, Goodrick-Clarke escribió: “Fue el primer escritor popular que combinó la ideología völkisch [populista] con el ocultismo y la teosofía”.
“List ubicaba a las tribus austriacas yendo al asalto de Roma. Luego, su relato sugería que esas tribus de la Austria prerromana y los reinos bárbaros posromanos de la Edad Negra constituían una ocupación nativa continua de la patria. Su alta civilización, para usar los términos de List, había sido interrumpida apenas dos veces en toda su historia: una por la colonización romana de Pannonia que duró desde 100 hasta 375, y luego con el advenimiento de la cristiandad, o «la otra Roma». Esta versión reflejaba la aversión de List por el establishment católico contemporáneo de Austria. El orden político y su principal confesión religiosa demostraban ser ilegítimos, derivaban de la imposición de un yugo extranjero y la supresión de la cultura germana muchos años antes”.
Mientras que la religión judeo-cristiana trata de conformar un individuo que responda a la voluntad de Dios, como es el caso del “hombre nuevo” del cristianismo, los movimientos totalitarios han actuado como falsas religiones al intentar conformar seres humanos a imagen y semejanza de los ideólogos y de los líderes respectivos. Mientras el marxismo-leninismo proponía al “hombre nuevo soviético”, el nazismo proponía al hombre ario en desmedro de los restantes tipos humanos. Goodrick-Clarke escribió: “Se cita a un psiquiatra francés, quien dice que «el verdadero objetivo de Hitler era protagonizar un acto de creación, una operación divina…una mutación biológica que podía ser una exaltación sin precedentes de la raza humana y la ‘aparición de una nueva raza de héroes y semidioses y dioses-hombres’». De este modo, el racismo iba unido a la mitología ocultista de una teocracia oriental, y el «vril» [reservorio enorme de energía dentro del organismo humano, inaccesible para los no iniciados] forzaba a la evocación de una imagen milenarista del futuro nazi que se pretendía alcanzar”.
“Desde 1960 un buen número de libros populares han representado al fenómeno nazi como el producto de influencias arcanas y demónicas. La sorprendente historia del ascenso del nazismo queda unida implícitamente al poder de lo sobrenatural. Según esta mitología, el nazismo no pudo haber sido un mero producto de factores socioeconómicos. Ninguna tesis empírica o puramente sociológica puede contribuir a este pernicioso proyecto y a su éxito sostenido. La historiografía ocultista prefiere explicar el fenómeno nazi en términos de un poder último y arcano, que alentó y controló a Hitler y a su entorno. Este poder ocultista se caracteriza o bien como una fuerza desencarnada (por ejemplo, «las fuerzas negras», «las jerarquías invisibles», «los superiores desconocidos»), o bien como una elite mágica de una edad remota y un lugar distante, con la cual los nazis estaban en contacto”.
Tanto el marxismo-leninismo como el nazismo, se oponen a la religión, y al cristianismo en particular, con las intenciones de reemplazarlo por una falsa religión revestida de movimiento político y social. Sin embargo, el cristianismo, al tener en cuenta las leyes naturales, o leyes de Dios, se encuentra mucho más cerca de la ciencia experimental que las ideologías totalitarias, que pretenden suplantarlas por objetivos y preferencias personales de personajes nefastos con diversos grados de desequilibrio mental.
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1 comentario:
La cualidad que tiene la religión nacionalista de borrar la percepción de las diferencias individuales es de suma rentabilidad política y económica para las élites que consiguen inculcarla en la mayoría social a la que pastorean, pues logra derivar hacia un enemigo exterior, o pretendidamente ajeno a esa nación impóluta y superior a la que se dice representar y defender, todo tipo de frustraciones y rozamientos internos originados en un desarrollo individual, social o político deficiente.
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