Por cada $ 165 que una empresa destina a uno de sus empleados, éste recibe $ 100 y los $ 65 restantes van a parar al Estado y a los sindicalistas.
Cuando ese empleado realiza compras, deberá pagar nuevamente al Estado alrededor del 50% del monto gastado, ya que debe cubrir los impuestos de toda la cadena de producción y comercialización. De ahi que el Estado le quita a cada trabajador alrededor del 70% de los ingresos que debería disponer. Si bien recibe algunos beneficios estatales, sus impuestos no deberían sobrepasar el 10 o el 15%.
Un porcentaje tan alto de los impuestos, hace que estemos en la Argentina mucho más cerca del socialismo que de una economía capitalista.
Gran parte de lo que va al Estado se gasta en asistencia social, en mantener políticos, sindicalistas, piqueteros y vagos de toda calaña. Sin embargo, la "redistribución socialista" es considerada como una conquista social y apoyada por la mayoría de los partidos políticos (kirchnerismo, peronismo, macrismo, radicalismo).
Incluso se llega al extremo de que el calificativo de "liberal" es utilizado como un insulto a quienes pretenden salir del socialismo y orientar al país hacia una economía de mercado. Quienes promueven la "justicia social" asociada al redistribucionismo, en lugar del trabajo productivo, son los primeros en no soportar las consecuencias nefastas de las ideas a las que adhieren.
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