A pesar de los pobres resultados que ha logrado el socialismo, en los procesos electorales se advierte una importante adhesión a los candidatos que proponen un retorno a ese tipo de economía, incluso sabiendo que los propios ex-países comunistas adoptaron la economía de mercado, o capitalista. También se advierte una generalizada preferencia por el capitalismo cuando los propios promotores del socialismo, en diversos países, optan por EEUU o Europa cuando realizan inversiones personales, lugar de residencia o de turismo, universidades para sus hijos, etc., mientras que casi nunca se dirigirán a Cuba o Venezuela.
Dejando de lado las antiguas formas de producción, con pocos intercambios, debido al predominio del autoabastecimiento, podemos encontrar cuatro formas principales de producción e intercambio, que se dan en la actualidad, aunque pocas veces se establezcan en una forma "pura", sino que en toda economía real aparecen estos tipos básicos aunque predominando alguno de ellos. Tales tipos básicos serán: feudalismo, precapitalismo, capitalismo y socialismo.
En las épocas del feudalismo europeo, predomina el vínculo entre el señor y el vasallo motivado esencialmente por un intercambio de protección por libertad. Es decir, el vasallo renuncia parcialmente a su libertad con tal de sentirse protegido por el señor feudal con la ventaja de no tener que preocuparse por las penurias cotidianas. Paul Janet escribió: "Es cierto que por derecho natural ningún hombre nace esclavo de otro; pero esta sujeción puede, sin embargo, tener lugar... Una causa es una convención libre entre el esclavo y el dueño; que no se puede negar que un hombre tenga el derecho de vender su libertad por su subsistencia".
"Es por esto mismo por lo que muchos pueblos se someten a otros, viniendo así a ser los súbditos, es decir, los siervos de otros pueblos más poderosos que ellos. «La perfecta servidumbre -dice Grotius-, consiste en estar obligados a servir toda la vida a un amo, porque él atienda a las cosas necesarias a la vida del siervo, y esta sujeción, así entendida, no es muy dura en sí misma, porque la obligación perpetua en que se halla el esclavo de servir a su dueño, está compensada por el beneficio de tener asegurado para siempre de qué vivir»" (De "Historia de la Ciencia Política"-Daniel Jorro Editor-Madrid 1910).
El pacto medieval se establecía entre hombres libres, por cuanto existía la posibilidad de darle término en el futuro. Marc Bloch escribió: "Buscarse un protector, complacerse en proteger: dos aspiraciones que son de todos los tiempos. Pero no acostumbran a dar origen a instituciones jurídicas originales más que en las civilizaciones donde los otros marcos sociales flaquean. Éste fue el caso en la Galia, después del hundimiento del Imperio romano".
"Entre los débiles que se buscaban un defensor, los más miserables se hacían simplemente esclavos, obligando, con ellos mismos, a su descendencia. Sin embargo, muchos otros, incluso entre los humildes, procuraban preservar su condición de hombres libres. A semejante deseo, los personajes que recibían su obediencia no tenían, por lo general, nada que objetar. En esa época en que los vínculos personales todavía no habían ahogado las instituciones públicas, disfrutar de lo que se llamaba libertad era esencialmente pertenecer, en cualidad de miembro de pleno derecho, al pueblo gobernado por los monarcas merovingios..." (De "La sociedad feudal"-Editorial Claridad SA-Buenos Aires 2016).
Si bien se dice que el vasallo sacrificaba bastante de su libertad para recibir protección y seguridad personal, también puede decirse que se trataba de un intercambio equitativo entre trabajo brindado y seguridad recibida. Ello se debe a que en la época medieval la inseguridad del desprotegido era muy grande. Robert Heilbroner y William Milberg escribieron: "Resulta difícil para nosotros reconstruir el ambiente de violencia que prevalecía en gran parte de la vida feudal, pero un investigador nos ha proporcionado estadísticas que sirven para explicar el punto: entre los hijos de los duques ingleses, 46% de aquellos que nacieron entre 1330 y 1479 tuvieron una muerte violenta. Su promedio de vida, excluyendo la muerte violenta, era de 31 años; incluyéndola era de sólo 24 años. El campesino, aunque no era un guerrero y, por tanto, en su trabajo no estaba expuesto a los peligros de combates continuos, asesinatos, etc., era a menudo víctima de los asaltantes, indefenso ante la captura, incapaz de proteger sus posesiones en contra de la destrucción. De esta manera, es posible entender por qué incluso los hombres libres se convertían en siervos «encomendándose» a un señor feudal quien, a cambio de su subordinación económica, social y política, les ofrecía una valiosa protección militar" (De "La evolución de la sociedad económica"-Prentice-Hall-México 1999).
Incluso los mercaderes, que promueven intercambios comerciales en las sociedades feudales, caracterizadas por una economía de autoabastecimiento, viajan con escoltas armados. Los citados autores escriben: "Encontramos la primera de estas fuerzas del cambio bajo un disfraz inesperado. Se trata de una pequeña procesión irregular de hombres armados, que avanzan por uno de los caminos rudimentarios de la Europa medieval: a la cabeza del portador de un estandarte de colores, le sigue un jefe militar, después un grupo de jinetes con arcos y espadas y, por último, una caravana de caballos y mulas cargados con barriles, fardos, sacos y pacas".
El auge de los mercaderes implica el fin de la época feudal y el inicio de la economía capitalista; en realidad, precapitalista, por cuanto no siempre se establecen mercados competitivos. En la actualidad, en los países subdesarrollados principalmente, tiene vigencia tal precapitalismo, por cuanto la mentalidad antiempresarial impide la formación de un número suficiente de empresas para que exista la competencia propia de una economía de mercado propiamente dicha.
Aun cuando se establezca una economía capitalista verdadera, ésta requiere de individuos activos, con fuertes motivaciones personales que materialicen la fuerza vital necesaria para una adecuada adaptación a tal economía. Debido a que en épocas de crisis social y moral, las motivaciones personales se debilitan, poco atractivo se presenta el sistema capitalista, por lo que grandes sectores de la población aspiran a intercambiar libertad por protección. Esta vez, es el Estado el que ocupa el lugar del señor feudal, mientras que el nuevo vasallo es esencialmente vago e irresponsable.
El atractivo del socialismo presenta dos aspectos; por una parte resulta atractivo para el que tiene ilimitadas ambiciones de poder y muy pocas aptitudes para el trabajo y la producción. En el socialismo advierte la posibilidad de estar entre la clase dirigente con todas las ventajas que ello implica. Por otra parte, están los faltos de motivaciones, como se dijo antes, a los que hay que agregar los envidiosos, que aspiran a la igualdad económica pero a un bajo nivel, al cual quisieran ver a todos los por ellos envidiados.
En cuanto a las motivaciones por las cuales muchos aceptan el socialismo, puede hacerse una síntesis teniendo presente las ventajas para el interesado como las desventajas para el resto:
a) Socialista que aspira a integrar la clase dirigente: Le atrae el socialismo pensando en su futura posición de poder sobre el resto; le atrae la dependencia mental y material a la que verá sometida a la burguesía.
b) Socialista que aspira a integrar la clase proletaria: Le atrae el socialismo por cuanto ya no tendrá que preocuparse en cómo ganarse la vida por cuanto deberá limitarse a obedecer. Le atrae el socialismo pensando en los padecimientos que padecerán todos aquellos que, por el momento, lo superan, económicamente hablando.
Se observa que el socialismo es un retroceso respecto del feudalismo, ya que, mientras en el feudalismo se establecía una servidumbre voluntaria, el socialismo implica una servidumbre obligatoria, que no es otra cosa que una forma de esclavitud.
Los promotores de una aparente igualdad social o económica, que apuntan a dirigir la futura sociedad socialista, tienen en mente principalmente la desigualdad de la que ellos saldrán beneficiados y sus enemigos perjudicados.
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1 comentario:
Magistral exposición que deja claro el verdadero carácter que tienen los autodenominados progresistas. Y es que no son tales sino partidarios de una vuelta atrás, a fórmulas antiguas de relaciones sociales y personales que habían logrado desprestigiar y derruir casi totalmente las revoluciones burguesas, tanto las acaecidas antes (en especial la independencia norteamericana), pero sobre todo después, de la Revolución Francesa. Y encima esa vuelta atrás tiene una componente lacayuna en sus partidarios "pasivos" que no se daba en los atemorizados, violentados y hambreados pobres de la Edad Media.
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