Los seres humanos en libertad, tienden a establecer intercambios que benefician a ambas partes. Sin embargo, tales intercambios equitativos, como gran parte de las costumbres del pasado, son puestos en discusión. Se supone que todas las generaciones anteriores vivían en el error permanente y que es necesario hacer todo lo contrario a lo que siempre se hizo. Faustino Ballvé escribió: "El hombre es incapaz de satisfacer por sí mismo todas sus necesidades. La economía de autarquía individual o autística es imposible. Jamás se ha encontrado en la vida de la humanidad esa clase de economía que sólo aparece en las utopías como la vida de Robinson Crusoe".
"Los hombres tienen que recurrir a otros hombres para obtener las cosas o servicios que les faltan, a cambio de otras cosas o servicios que pueden ofrecer".
"El intercambio -para decirlo más sencillamente, el cambio- se opera en el mercado. La familia que tiene huevos de sobra, los cambia por carne con otra familia que necesita huevos y tiene carne de sobra. Pero esto no basta. A veces una familia que tiene huevos, necesita carne que no tiene la familia vecina, pero sí tiene ésta pescado que aquella puede cambiar por carne".
"El cambio de las cosas se facilita cuando se inventa la moneda, la cual aparece primero en forma primitiva, hasta llegar a la moneda acuñada que todos usamos y conocemos. Entonces las cosas o servicios se cambian por dinero y viceversa" (De "Diez lecciones de economía"-Víctor P. de Zabalía Editor-Buenos Aires 1960).
En el intercambio equitativo, ambos intervinientes se benefician por cuanto las valoraciones subjetivas de lo que ofrecen y de lo que reciben son interpretadas en forma favorable por cada uno de ellos. Al ofrecer lo que a cada uno le sobra y recibir aquello de lo que cada uno carece, se hace evidente que se produce un beneficio simultáneo, lo que asegura la continuidad de los intercambios.
Si, como muchos aducen, en todo intercambio alguien se beneficia y otro se perjudica, entonces los intercambios comerciales estarían destinados a fracasar y a interrumpirse en el futuro, lo que a veces ocurre, pero no siempre. El citado autor escribe: "Es un error creer que el que compra una cosa quiera dar por ella un equivalente o sea
que el que da mil pesos por una vaca crea que una vaca y mil pesos valen lo mismo y viceversa. En el mercado tanto el comprador como el vendedor dan menos de lo que obtienen. El que da mil pesos por una vaca es porque, para él, la vaca que obtiene vale más de los mil pesos que da. Y el que da una vaca por mil pesos es que, para él, los mil pesos valen más que una vaca. Si no fuera así no harían el cambio; cada uno de ellos se quedaría con lo que ya tiene".
Esta situación, que se repite desde tiempos inmemoriales, es descrita aceptablemente por quienes sostienen que se produce un beneficio simultáneo en los intercambios con continuidad en el tiempo. Sin embargo, muchos sostienen que es el egoísmo humano el que favorece tales intercambios, lo que implica que cada actor apunta a su propio beneficio sin apenas interesarse por el beneficio del otro, algo que niega la experiencia.
Este beneficio unilateral también se promueve, en forma inversa al egoísmo, con el altruismo, mediante el cual todo individuo debería concentrarse en el beneficio del otro aún a costa de un perjuicio propio, lo que resulta absurdo, al menos comparado con el ventajoso intercambio que favorece a ambas partes.
El intercambio equitativo resulta natural en quienes adoptan la ética cristiana, o similar. Lanza del Vasto escribió: "Ninguna economía seria se funda en el robo. El beneficio rápido y de uno solo no es perdurable".
"El juego del beneficio mutuo no es un pasatiempo facultativo ni una divertida fantasía, sino una rama importante de la Ciencia-del-Bien-y-del-Mal y constituye la ley fundamental del mundo civil, del mismo modo que la de gravitación y gravedad es la del mundo físico".
"En semejante juego gana el hombre suficientemente inteligente para no considerar el beneficio del otro como un inconveniente inevitable sino como el señuelo de una ventaja a más largo plazo; gana el hombre que siempre vela, en los mejores negocios que se le presentan, porque el otro se vaya contento para que tal vez vuelva a ofrecerle sus mercancías o su clientela" (De "Las cuatro plagas"-Editorial Sur-Buenos Aires 1961).
Los detractores de la economía de mercado aducen que el comercio es una actividad parasitaria; una intermediación que no produce algo positivo o concreto. Lanza del Vasto escribe al respecto: "Los planteos de Marx sobre los principios del comercio y sobre la razón de las ganancias llevan el sello de la misma ignorancia de la naturaleza de las cosas".
"Cuando afirma que el comerciante no tiene más función y profesión que la de vender bienes a un precio más caro del que valen, le atribuye un arte de prestidigitador o poderes mágicos de que carece".
"Si gracias a engaños burdos vive a expensas del público, cabe preguntarse cómo, desde hace cuarenta siglos y aún más que dura la maniobra, ningún hombre (exceptuado Marx) no haya descubierto sus trucos. Es falso decir que el comerciante no haya introducido ninguna modificación en el objeto que revende a un precio superior a aquél en que lo compró".
"Lo hizo cambiar de lugar.
-¡Un detalle! ¡Una contingencia!
- Sí, gran pensador, economista político, realista perfecto: ¡Un detalle!".
"El espacio y el tiempo: ¡dos detalles! (Pero, ¿no habías olvidado otro hace un momento: el Creador). Al hacer cambiar el objeto de lugar en el momento preciso, el mercader lo dotó de una cualidad nueva sin la cual sus otras cualidades nada valen: la oportunidad".
"Al haber trasladado el objeto de lugar, todo se ha cambiado. Si el comerciante ignorara, como nuestro filósofo, esta verdad, quebraría (pero los filósofos tienen la ventaja de quebrar sin advertirlo). Al llevar más rápidamente la mercancía al punto donde más se la reclama, el comerciante es el estímulo más fuerte de la circulación de bienes y el más sensible regulador de los precios".
"Su ventaja -en contra de lo que podría creerse- consiste generalmente en vender a los precios más bajos".
"La mercancía y el dinero son riquezas muertas si permanecen detenidas. Llevarlas a su destino del modo más expeditivo equivale a hacerlas vivir y ser".
"Es tan falso ver en el comercio una gordura enfermiza, una excrecencia parasitaria, como decir que el corazón que, porque no secreta la sangre que atrae a sí y despide, es un chupador de sanguijuelas y una hinchazón" (De "Las cuatro plagas").
Cuando se califica al socialismo como una economía planificada desde el Estado, puede decirse también que se trata de una economía sin intercambios y sin comercio. De ahí surge el origen de las tradicionales filas de espera socialista, que promueve millones de horas-hombre de trabajo productivo perdidas. En cada propuesta socialista en contra de la economía de mercado se puede apreciar que el remedio propuesto resulta peor que la enfermedad que se quiere subsanar.
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1 comentario:
El beneficio rápido y unilateral sí es perdurable, pero a condición de que sea privativo de unos pocos, que no se generalice. Y la tentación de ser de esa minoría es muy fuerte, tal como demuestra la historia y la sociología.
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