Por lo general, los resultados logrados en cualquier actividad son consecuencias de la actitud y de la formación asociada a cada individuo. Así, el jugador de fútbol que sueña con participar en un campeonato mundial, se preparará en forma intensa para lograrlo. Sin embargo, es consciente que tal posibilidad es muy remota, pero esa preparación seguramente le permitirá acceder a un puesto en la primera división de su provincia o de su nación (si sus condiciones le ayudan).
Otro jugador de fútbol, que no tenga la ambición de participar de un mundial, seguramente se preparará en forma menos exigente. Y es por ello que, quizá, no llegue ni siquiera a integrar un equipo de su localidad. Es por esta cuestión que Arnold Schwarzenegger acostumbraba a preguntar, a quienes ingresaban a su gimnasio, cuánto de importante le significaba la práctica del fisicoculturismo ya que de ese interés dependía el esfuerzo que iba a mostrar en los entrenamientos.
En el ámbito de la economía ocurre algo similar. Es por ello que resulta conveniente prepararse laboralmente para lograr cierto nivel de riqueza, pero siendo consciente de que resulta difícil lograrlo. De esa manera, es posible que un individuo logre un adecuado nivel de vida. Esto ocurre con la persona "normal", para quien existen tanto los valores emocionales, como los intelectuales y los materiales. Por el contrario, quien sólo tenga en su mente lograr un elevado poder adquisitivo, como meta de su vida, posiblemente siempre se sienta un fracasado al no poder lograrlo, aun cuando acceda a un nivel económico adecuado para una vida normal.
Lo que resulta pernicioso es la tendencia a promover el "pobrismo", actitud que implica apuntar a un bajo nivel económico suponiendo que ello implicará lograr conjuntamente un elevado virtuosismo moral. Una vez aceptada la renuncia a lograr un importante nivel económico, la preparación para ganarse la vida será limitada. El individuo será dependiente de la sociedad, y del Estado, por lo que será incapaz de ofrecer una cooperación hacia otros individuos que lo necesiten. La sociedad pobre es el resultado de la irresponsabilidad, la vagancia, la corrupción o la simple desinformación de los mejores métodos para orientar la economía, pero nunca debería asociarse a una virtud generalizada.
Albert Einstein admiraba tanto a Franklin D. Roosevelt como al Mahatma Gandhi; al primero porque promovía la libertad individual a partir de una sólida posición económica, mientras que al segundo lo admiraba porque promovía la libertad individual renunciando a todo lo prescindible. Ambos promovían en cada individuo la independencia respecto de los demás, ya que de esa forma evitarían quedar atados mediante vínculos materiales para poder unirse a sus semejantes sólo mediante vínculos emocionales.
La solución ideal es aquella en la que cada individuo adopta el criterio de Gandhi; lo que ha de llevar a una disminución del consumo energético y otros inconvenientes generados a nivel planetario. Además, como factor de seguridad, debería adoptarse el criterio de Roosevelt, tratando de asegurar el futuro mediante una adecuada preparación laboral que conducirá a permitir inversiones productivas.
El pobrismo y la miseria generalizada son promovidas por los sectores de izquierda, por cuanto el ideal que los motiva es el de dirigir el Estado y desde ahí dominar a todo integrante de una sociedad miserable para dirigirlo a voluntad con premios y castigos, entregándoles una ración alimenticia diaria o negándosela en caso de desobediencia.
Si alguien piensa que tal apreciación es excesiva o inexacta, puede informarse de cómo han funcionado y funcionan los socialismos reales (no el teórico) y por qué estas sociedades fracasadas son tan promocionadas por quienes arribarían al poder en caso de materializarse el socialismo en una determinada nación.
En la Argentina actual no se combate la pobreza, sino la desigualdad. De ahí que la pobreza creciente no sea para el gobierno peronista un serio problema. Por el contrario, mientras más pobres haya, mayor ha de ser la necesidad de mendigar al Estado una ayuda de emergencia, consolidando la dependencia buscada a manera de venganza por los sectores que fueron rechazados militarmente en el pasado.
El cierre de empresas y el éxodo de empresas, capitales y gente capacitada no es un problema para el gobierno, que finge apoyar al sector productivo para no llamar la atención acerca del lento pero firme camino a la venezuelización del país.
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1 comentario:
En España actualmente los jóvenes profesionales suelen alcanzar entre un tercio y la mitad de las expectativas económicas que traían incorporadas al desembarcar en el mercado de trabajo. Pero no es por falta de ambición sino por deficiente preparación, fundamentalmente de la proveniente de las universidades públicas.
El pobrismo también se está difundiendo desde posiciones muy alejadas de la izquierda. El llamado globalismo propone un abandono casi total de la carne como alimento, de la movilidad entre distintos territorios y del gasto energético. El objetivo último que parece entrever es un mundo con una fracción de la población actual que permita a los descendientes de los privilegiados actuales una gestión cómoda de la realidad planetaria, sin miles de millones de pobres o clase media que tengan que alimentarse, viajar y que contaminen y gasten recursos.
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