EL TERREMOTO DEL VACUNA GATE
Por Alfredo Leuco
El terremoto social y político que produjo la vacunación ilegal y clandestina, era lo único que faltaba para confirmar que este, es el peor gobierno desde el retorno de la democracia. Es cierto que todavía tienen 3 años por delante. Y que pueden mejorar.
Pero también pueden empeorar porque el gabinete está lleno de mediocres y no de científicos. Y porque el pacto espurio que firmó Alberto con Cristina es de imposible cumplimiento y eso genera batallas internas feroces a cada rato.
Cristina le ofreció el sillón de Rivadavia a cambio de su impunidad y la de su familia. Pero eso no se puede hacer sin romper el régimen democrático. Por eso Alberto va y viene todo el tiempo. Por eso se contradice a la velocidad de la luz.
Alberto ni siquiera pudo suturar con eficacia la herida que produjo la confesión de Horacio Verbitsky. Porque no alcanza con la tarjeta roja para Ginés.
La crisis que se desató, incluso entre la militancia K, es de tal dimensión que no se calma con solo entregar la cabeza del ministro.
Quedaron desnudos ante la opinión pública como ladrones de las vacunas que eran para los más viejos y los más vulnerables. Y demostraron un nivel de insensibilidad social comparable solamente con las tiranías más reaccionarias. Por eso se abren muchas preguntas que pronto tendrán respuestas.
¿Alberto Fernández no sabía nada? Si sabía fue cómplice. Y si no sabía, fue un inútil que vive en un frasco. Se vacunó Juan Pablo Biondi, su vocero. Julio Vitobello, su secretario general.
¿Y Cristina, recién se enteró de todo esto? Hasta Carlos Zannini se vacunó y malversó descaradamente en un documento público, porque dijo que era personal de salud.
¿Seguirá en su puesto el monje negro de Cristina? ¿Sergio Massa no sabía nada? ¿No tuvo nada que ver para que se vacunaran sus suegros, los padres de Malena?
Hay dos ministerios que son claves en estos tiempos de cólera. Economía y Salud. Son las dos carteras en donde los Fernández tenían que poner la lupa de su mirada.
Por eso cuesta creer que no supieran que el joven ministro Martín Guzmán se vacunó ni de las estafas a la esperanza que se hacían delante de sus narices. Eduardo Valdés un muchacho muy cercano a la oreja de ambos.
¿No les contó a Alberto y Cristina que se iba a vacunar en forma delictiva? ¿Horacio Verbitsky es el jefe de la inteligencia informal de Cristina.
¿No le avisó a Cristina? Carla Vizzotti sabía todo y es una cómplice con su silencio o la tomaron de tonta porque vacunaban al lado de su oficina. Esta hemorragia política del gobierno no se calma con aspirinas.
El gesto debe ser relevar a todos los funcionarios de Salud implicados, echar del Congreso a todos los legisladores que se aplicaron la vacuna K y en forma urgente, dar a conocer la lista completa de todos los que se inocularon.
Hoy mismo tienen que dar a conocer la nómina completa. Cada vacuna tienen que estar registrada en una planilla. El pueblo, quiere saber de qué se trata.
El pueblo está que arde y no se calma con la crónica de un final anunciado para Ginés, un chanta que no pegó una desde que comenzó la pandemia. Es un milagro que no lo hayan expulsado antes de su cargo. Fue una máquina de torpezas y de meter la pata.
Sin embargo Alberto, dice que le duele, que fue un gran ministro y, encima, condena al periodismo siguiendo el manual K de comportamiento. Dijo que se montó “un escenario mediático de escarnio público”.
En lugar de agradecer al periodismo que iluminó esta oscuras operaciones antipopulares y anti democráticas, se queja por las críticas que recibe su gobierno.
¿Qué sugiere Alberto que hagan los medios de comunicación? ¿Quiere que se callen? ¿Qué se pongan el barbijo como mordaza? Nadie puede silenciar todo esto sin convertirse en cómplice de una bajeza denigrante para la condición humana.
Se robaron todo durante más de 12 años, pero esta vez cruzaron todos los límites morales porque se robaron lo único que puede garantizar a los más vulnerables que no se mueran, o que por lo menos le puedan pelear al virus de la muerte.
Todas las encuestas confirman el desplome de la imagen de Alberto, Cristina y su gobierno de ladrones de vacunas. Hasta Mario Wainfeld, en Página 12, lo escribió con claridad.
El periodista preferido de Néstor Kirchner aseguró que “es la peor crisis política desde que asumió el gobierno” y que se trata de un problema “autogenerado, imperdonable, dañino para la reputación del oficialismo y su legitimidad”.
Incluso a Lisando Bonelli, lo caracteriza como “un muchacho poco confiable. Es el sobrino, socio comercial, ignorante en temas sanitarios y mano derecha de Ginés. El caradura hizo vacunar a casi todos sus amigos de San Nicolás.
Wainfeld reveló que Verbitsky, (o Serviski, como le dice Pajarita, una estrella tuitera), sacó pecho y dijo “La mojé la pólvora a Clarín”, porque se había adelantado a una publicación del diario. A confesión de partes, relevo de pruebas.
Tal vez quien con mayor profundidad analizó el mamarracho del gobierno fue el columnista Luciano Román, en La Nación. Habló de que este robo de vacunas fue “la fase superior de la corrupción”.
Y el hit en las redes sociales, por paliza, fue la definición que hizo Alejandro Borensztein: “Queda el gusto amargo de la decepción por el Perro Verbitsky. No se merecía este final. Ver a un alto jefe Montonero como él, que se cansó de mandar a asesinar gente, salteándose la cola de las vacunas porque le tiene miedo a un virus, es un papelón. Semejante criminal mendigando un antiviral. Se nos cayó un ídolo”.
Fue en su columna titulada “Verbitsky, sos el número uno/ cuando pueda te vacuno”. Habla de “Las jeringas para la liberación” y fantasea con una película de terror mezcla de los bolsos de López con el disparate picaresco de Sofovich.
Los Fernández no paran de profanar valores con los que se llenan la boca. Vinieron a distribuir la riqueza y la distribuyeron entre ellos.
Vinieron a vacunar a todas y todos y se vacunaron entre ellos. Dicen la Patria es el otro pero es una mentira grande como la Patagonia: la patria son ellos. Eso es lo que creen y aquí está la explicación de todos los males y daños que le causaron a la Argentina.
Cristina está convencida de que ella tiene superioridad moral. Por eso tanta altanería y soberbia. Por eso ella dice “A mí ya me absolvió la historia”. Por eso Verbitsky dice “Yo decidí vacunarme”.
Por eso Ginés le echa la culpa a su secretaria. Como solo ellos son la patria, no se sienten inquilinos por cuatro años de la Casa Rosada.
Se sienten propietarios. Dueños del poder, dueños de la Argentina y dueños del destino de millones de tontos que somos casi todos los argentinos. Por eso se manejan con tanta impunidad. Por eso se llevan todo por delante. Porque se auto perciben propietarios del país.
Esta es la explicación de muchas de las estafas que han cometido y siguen cometiendo. Y el otro motivo se puede encontrar en la lógica de construcción histórica del cristinismo chavista.
Toda su vida, desde Río Gallegos, armaron una orga con la dicotomía de “Látigo o billetera”. Así era Néstor y así es Cristina. Su lema es “Comprar al que pueden y castigar al que no se vende”. Siempre la persecución a opositores, o jueces o periodistas que no se rinden.
Y pauta publicitaria, coimas y dinero sucio para el que se suma. El objetivo es someter la voluntad crítica del comprado. Por eso ningún K critica nada de su gobierno.
Es mucho más que la omertá de la mafia. Es complicidad porque también son parte de la corrupción, las prebendas y los privilegios.
La billetera o la chequera esta vez fue la vacuna. Vale una fortuna. La vacuna no tiene precio como no tiene precio la vida de nadie. Y esa fue la moneda de cambio. Andaban ofreciendo vacunas para sobornar y comprar adhesiones y silencio.
A Beatriz Sarlo, a Enrique Pinti y a muchos más le ofrecieron colocarle la vacuna en forma ilegal. ¿Qué esperaban recibir a cambio?
Por eso digo que es el peor gobierno. Peor, incluso que el de Fernando de la Rúa que fue un desastre. Porque De la Rúa tuvo impericia en la gestión, pero no sembró la cultura de la avivada, la trampa y el combate a la meritocracia.
Los Fernández y su “ineptocracia”, están trabajando para quedarse toda la vida en el poder. Es la única manera de que Cristina no vaya presa. Es la única posibilidad de que Máximo, Lázaro, Boudou o Milagro Sala sean declarados inocentes y eviten la prisión.
Cristina eterna fue mucho más que un blooper de Diana Conti. Ella se siente eterna y por encima de todos. Por eso la vacunó un vice ministro y por eso ella dijo con toda claridad que hay que tenerle miedo a Dios, y “un poquitito a mí”.
El miedo es el principal enemigo de la libertad. Y la libertad es el aire que respira la vida. El nuevo lema es, “A los amigos todo y a los enemigos, ni vacunas”. Y pensar que se la pasaron acusando a cualquiera de “anti vacuna”.
Hay 51 mil muertos y 51 mil familias que están mirando todo esto con horror y un agujero negro en el alma. Lo sintetizó bien Juan José Campanella en las redes: “Aplaudiste el avión, tus padres lloraron con la azafata, tus abuelos se emocionaron con Víctor Hugo. Te afanaron las vacunas. Se cagaron en vos, en tus padres y en tus abuelos”.
(De Radio Mitre)
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2 comentarios:
Este Vacunagate o sistema paralelo para privilegiados con fondos públicos es una muestra de corrupción social difícilmente superable porque abarca no sólo a los políticos de la administración central, sino también a los de las provincias, a sus altos funcionarios, a los correspondientes empresarios ligados estrechamente a esos núcleos de poder y a dirigentes sindicalistas, todo ello cuando todavía no todos los sanitarios han sido vacunados y apenas el uno por ciento de los ancianos han recibido su vacuna.
Por otra parte, lo de "cultura de la avivada" me ha llegado a emocionar por lo descriptivo.
"La deshonestidad, o viveza criolla, goza de veneración general..." diría Jorge L. Borges
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