La economía capitalista, o economía de mercado, se basa en la especialización, o división del trabajo, para establecer a continuación el intercambio de productos y servicios. Tal intercambio entre las personas A y B se concretará bajo alguna de las tres actitudes o predisposiciones básicas:
a) El “otro” es lo más importante: otro-ismo (altruismo)
b) “Yo” soy lo más importante: yo-ismo (egoísmo)
c) “Nosotros” somos lo más importante: nosotros-ismo (cooperación)
Para que los intercambios entre A y B perduren en el tiempo, es imprescindible que en ellos predomine la cooperación. Por el contrario, si uno de los protagonistas tiene la predisposición a no contemplar las ventajas del otro, y piensa sólo en su propio interés, seguramente tales intercambios se verán interrumpidos; al menos esto es lo que sucede en la vida cotidiana. H. B. Acton escribió: “No se trata de que, persiguiendo cada uno su propio interés, una «mano invisible», para emplear la famosa expresión de Adam Smith, haga que ello resulte en beneficio de todos. Esa mano invisible no existe”.
“Lo que ocurre es que el sistema de libre mercado, en una sociedad con división del trabajo y recursos limitados, hace que cada cual produzca precisamente aquello que los demás desean adquirir a cambio de los bienes que, a su vez, ellos producen. Beneficiarse a sí mismo proporcionando a los demás lo que necesitan constituye la propia razón de ser de la economía de mercado”.
“No se trata en modo alguno de que el bien de los demás sea una derivación o un subproducto del egoísmo, sino de que nadie puede beneficiarse a sí mismo sin beneficiar al mismo tiempo a los demás. Naturalmente, puedo beneficiar a los demás sin beneficiarme a mí mismo, por ejemplo haciendo regalos o vendiendo a precios inferiores a los que fija el mercado. Pero con ello me excluyo del sistema, que sólo puede funcionar si los bienes y servicios son cambiados y no regalados” (De “La moral del mercado”-Unión Editorial SA-Madrid 1978).
Cuando los hombres se alejan de la cooperación social y piensan sólo en sus ventajas personales, pueden cometer el mayor “pecado económico”: el monopolio. Por lo general, los monopolios aparecen como consecuencia de la ausencia de competencia (monopolio involuntario), y la ausencia de competencia surge de la ausencia de suficiente cantidad de empresarios, en cuyo caso no existe una economía de mercado, sino una forma desvirtuada de capitalismo. Crane Brinton escribió: “Adam Smith, como Santo Tomás, cree en un «justo precio»; y cree, lo mismo que Santo Tomás, en que, detrás del proceso aparentemente caótico del vender y el comprar individuales, existe un orden natural al que los hombres debieran conformarse”.
“Si no se conforman es porque en el fondo, según Smith y Santo Tomás, ciertos hombres intentan perversamente trastocar el orden natural en beneficio de sus mezquinos intereses. Pero el orden natural está ahí, y el que los hombres aprendan algún día a conformarse a él es una autorizada esperanza cristiana. Cierto es que para Santo Tomás la naturaleza prescribía ciertos controles sociales, que a veces llegaban hasta el de la fijación de los precios, y que Smith repudiaba muy específicamente”.
“Ambos doctores creen en una fuerza curativa de la Naturaleza; y discrepan sobre la cantidad de ayuda que la Naturaleza necesita y sobre el mejor modo de administrar esa ayuda. También discrepan, pero no de una forma tan absoluta como parece a primera vista, sobre la naturaleza de la Naturaleza. Pero lo que constituye para ambos el elemento antinatural de mayor consideración es el monopolio, a través del cual un individuo o un grupo de individuos pueden controlar un mercado, en forma tal que obtienen beneficios personales de una situación de escasez artificial” (De “Las ideas y los hombres”-Aguilar SA de Ediciones-Madrid 1952).
José Ortega y Gasset define al egoísta nato: "Es un egoísta nato. Lo que le importa es salir adelante, hacer su negocio, pasarlo bien él y los suyos. Si es honrado, con decoro. Si no, con trampa. Como no le preocupa lo más mínimo el mundo ni nada en él, va a ocuparse tranquilamente de su propio interés, sea su persona o su familia o su partido político o su patria. Siempre y sólo lo suyo" (Citado en "Ortega y Gasset en la Cátedra Americana"-Varios Autores-Grupo Editor Latinoamericano SRL-Buenos Aires 2004).
La actitud egoísta se manifiesta, a nivel empresarial, en la prioritaria búsqueda de ganancias, en lugar de apuntar a producir bienes y servicios de buena calidad y buenos precios. En aquel caso se establece una competencia empresarial que tiene como objetivo final el monopolio voluntario y el poder económico asociado. El éxito económico, en el caso del empresario no egoísta, es la consecuencia necesaria de haber actuado bajo una actitud orientada hacia la cooperación social.
Quienes sostienen que es el egoísmo necesario e imprescindible para el funcionamiento del capitalismo parecen ignorar que las empresas más exitosas y las que más perduran en el tiempo, han sido justamente aquellas que han buscado afianzar sus capacidades productivas en lugar de sus apetencias económicas. Sin embargo, el mito de la prioridad monetaria sigue teniendo varios adeptos. James C. Collins y Jerry I. Porras niegan el siguiente mito: “Las compañías de mayor éxito se concentran principalmente en superar a la competencia”. Por el contrario, aducen que: “Las compañías visionarias se concentran principalmente en superarse a sí mismas. El éxito y el superar a la competencia les vienen no tanto como la meta final sino como resultado residual de plantearse constantemente la pregunta: «¿Cómo podemos mejorarnos a nosotros mismos para hacer mejor mañana lo que hicimos hoy?». Y se han hecho esta pregunta día tras día como una disciplina normal de vida, en algunos casos durante más de 150 años. Por más que realicen, por mucho que hayan dejado rezagados a sus competidores, nunca creen que «con eso basta»” (De “Empresas que perduran”-Grupo Editorial Norma-Bogotá 2002).
Se mencionan algunas opiniones acerca de empresas exitosas. John Young, ex presidente de Hewlett-Packard expresó: “Nuestros principios básicos han permanecido intactos desde que los concibieron nuestros fundadores. Distinguimos entre valores centrales y prácticas; los valores centrales no cambian pero las prácticas sí pueden cambiar. También hemos tenido siempre muy claro que las utilidades, a pesar de ser tan importantes, no son la razón de la existencia de Hewlett-Packard Company; ella existe por razones más fundamentales”.
En la Guía Interna de Merck & Company se lee: “Estamos en el negocio de conservar y mejorar la vida humana. Todas nuestras acciones tienen que medirse por el éxito que logremos en la realización de esta meta”.
Don Petersen, ex presidente de Ford, expresó: “Anteponer las personas y los productos a las utilidades fue algo mágico en Ford” (Citas en “Empresas que perduran”).
Como una conclusión, Collins y Porras escriben: “La rentabilidad es una condición necesaria para la existencia y un medio de alcanzar fines más importantes, pero no es un fin en sí misma para muchas de las compañías visionarias. Las utilidades son como el oxígeno, el alimento, el agua y la sangre para el organismo; no son el objeto de la vida, pero sin ellos no hay vida”.
Puede decirse que el capitalismo puede funcionar bien “a pesar del egoísmo” y no “gracias al egoísmo”. Quienes piensan que el egoísmo es necesario e imprescindible para la economía capitalista, deberían interiorizarse acerca del comportamiento de las empresas reales existentes, para advertir que el egoísmo no es necesario ni imprescindible, ya que, si no está limitado o controlado por la competencia, puede degenerar en monopolios voluntarios motivados por ambiciones unilaterales ilimitadas.
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2 comentarios:
¿EN ESTE FORO NO SE VALE DISENTIR? . . . ¡Qué simpático!
Antes respondiendo comentarios con un seudónimo y ahora censurando después de aceptar y publicar mi opinion OBJETIVISTA sobre el tema . . . ¡Absurdo!
¿Una farsa más de Pompilio en este foro?
Primero aceptan el comentario y luego lo eliminan.
Pero a propósito, Pompilio, de tus bases en un ente inexistente: Tanta fe, si, TANTA FE EN EL MUNDO Y EL COVID-19, SARCÁSTICAMENTE, PONIÉNDOLES EN EVIDENCIA.
😅😅😅 Prejuicios (y prejuiciosos) contundentemente rebasados por la escalofriante realidad de la pandemia. La fe evidenciada cual PLACEBO PARA INGENUOS.
Pompilio, ¿Esas son las bases de tus leyes naturales?
Ya te imagino protegiendote con puras oraciones a ese inexistente . . . No te lo recomiendo Zigrino.
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