Las diversas etapas históricas, por las que atraviesa la humanidad, se caracterizan por lo que cree, hace, piensa y dice la gente. Luego se establecen comparaciones para advertir progresos, estancamientos o retrocesos culturales. Sin embargo, la valoración objetiva de toda etapa debería establecerse adoptando como referencia las leyes que conforman el orden natural, especialmente aquellas leyes naturales que rigen nuestras conductas individuales.
Así como todo puente debe construirse teniendo presente las leyes de la estática y de la resistencia de materiales, para resistir el paso de vehículos, las diversas civilizaciones deberían fundamentarse en las leyes que favorecen nuestra supervivencia, como lo es la que establece la empatía emocional, ya que permite constituir vínculos entre individuos para dar lugar a sociedades verdaderamente humanas.
Para realizar nuestras vidas en base a la cooperación social y a la competencia que la favorece, el proceso evolutivo nos ha provisto de una capacidad para compartir penas y alegrías ajenas. Si este proceso no se respeta, ya que estaríamos ignorando la empatía mencionada, la sociedad se derrumbará al igual que todo puente mal construido.
Cuando todo individuo se interesa sólo en sí mismo, ignorando a los demás, se interrumpe el vínculo empático, o no llega a establecerse, desnaturalizándose el fundamento de lo que debería ser una sociedad, constituyendo sólo un conjunto de seres humanos, pero no una sociedad verdaderamente humana. Esta actitud predominante es el egoísmo.
Cuando en este conjunto de seres humanos, la alegría ajena se traduce en pena propia y la pena ajena en alegría propia, no sólo se desnaturaliza la sociedad, sino que tiende a autodestruirse. Esta actitud predominante es el odio, que ha sido promovido por los diversos totalitarismos (fascismo, nazismo, comunismo, peronismo, etc.).
En base a la existencia de tales actitudes o predisposiciones, es decir, de la empatía emocional (amor al prójimo), del egoísmo y del odio, podemos intentar establecer una valoración de las distintas sociedades humanas e, incluso, de las distintas épocas y civilizaciones, si bien las descripciones que de ellas hacen los historiadores no son del todo objetivas debido a las dificultades propias de la investigación histórica. Sin embargo, si nos aseguran que en tal sociedad predominaba tal o cual costumbre, quizá podamos asociarla con alguna de las actitudes mencionadas.
Si consideramos, por ejemplo, el caso de los romanos, se debe tener presente un factor adicional, que es la creencia en la existencia de un orden natural que nos impone "las reglas del juego" a las que nos debemos adaptar. Toda forma de religión implica una aproximación a la evidencia de dicho orden, constituyendo el principal factor que determinará la actitud predominante en la sociedad. R. H. Barrow escribió: "A través de toda su historia, los romanos sintieron de un modo intenso que existe una «fuerza» ajena al hombre, considerado individual o colectivamente, que éste debe tener en cuenta. Necesita el hombre subordinarse a algo".
"Si rehúsa, provoca el desastre; si se somete contra su voluntad, se convierte en víctima de una fuerza superior; si lo hace voluntariamente, descubre que puede elevarse a la categoría de cooperador; por medio de la cooperación puede vislumbrar la dirección e incluso la finalidad de la fuerza superior. La cooperación voluntaria da a su obra un sentido de dedicación; las finalidades se hacen más claras, y el hombre se siente como agente o instrumento en su logro; en un nivel más alto, se llega a tener conciencia de una vocación, de una misión para sí y para los hombres que, como él, componen el Estado" (De "Los romanos"-Fondo de Cultura Económica-México 1995).
La descripción de toda época, o de toda civilización, implica la descripción de los principales atributos en cuanto a ideas y creencias predominantes. Luego, resulta conveniente vincularlos a las tres posibilidades mencionadas: sociedad de la cooperación (empática), conglomerado humano (egoísta) o bien conglomerado humano autodestructivo (basado en el odio).
Adviértase que, de esta forma, se intenta nuestra adaptación al orden natural y no tanto al orden social vigente. En realidad, quien forme parte de una sociedad totalitaria, deberá adaptarse a la misma si quiere sobrevivir, pero deberá hacerlo siendo consciente de que la adaptación prioritaria deberá establecerse respecto del orden natural con sus leyes invariantes.
Por lo general, se produce una realimentación entre lo que cree y piensa la gente, por una parte, y lo que proponen los ideólogos y los intelectuales, favoreciendo lo que caracteriza a una época o a una cultura determinada. Este es el proceso de masificación por el cual se adopta la cómoda postura de adherir a creencias e ideas vigentes, siendo lo "políticamente correcto" un síntoma de esa masificación.
La posmodernidad surge como una reacción contra la modernidad, rechazando sus principales objetivos. Al respecto, Esther Díaz escribió: "El espíritu de las luces dieciochesco -es decir, la Ilustración o madurez moderna- defendió la idea progresista de la historia. Concibió la cultura conformada por tres esferas: la ciencia, la moralidad y el arte. Estas esferas se validaban, respectivamente, por medio de la verdad, el deber y la belleza. Además, convergían al orientarse por el ideal de unidad de la ideología del Progreso" (De "Posmodernidad"-Editorial Biblos-Buenos Aires 2005).
Se pueden considerar algunos aspectos del proceso contracultural posmoderno en función de observaciones hechas por diversos autores. Así, para Mario Bunge, lo posmoderno se caracteriza por la "irracionalidad" y la "anticiencia", advirtiendo que, desde un punto de vista cognitivo, se opone a dos de los principales medios que disponemos para el conocimiento del orden natural, ya que la ciencia es, precisamente, la actividad cognitiva que tiene como meta la descripción de leyes naturales.
Armando Roa destaca el "relativismo moral" y el abandono del cumplimiento de "deberes" al contemplar tan sólo los "derechos" individuales. Esto último caracteriza al hombre-masa descrito por Ortega y Gasset. De ahí que esta mentalidad predominante no parece conducir a otra cosa que a un conjunto de seres humanos orientados por un egoísmo extremo, que se oponen a la formación de una sociedad empática y cooperativa.
El individuo posmoderno prioriza placeres y comodidades del cuerpo (hedonismo) relegando lo emocional (empatía) y lo cognitivo, estableciendo una especie de mutilación de las potencialidades que nos ha provisto el proceso evolutivo.
Al ignorarse toda forma de religión y toda ciencia, se produce un distanciamiento respecto del orden natural, y de ahí se pierde la principal posibilidad de encontrar un sentido objetivo de la vida. La ausencia de sentido, luego, es considerada por Viktor Frankl como la principal causa de los desórdenes emocionales y existenciales del individuo integrante de las sociedades actuales (por no decir "conglomerados humanos posmodernos").
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Una de las consecuencias de la posmodernidad y de su divisa de que no existe una realidad objetiva es el papel central que se da a la autopercepción de los individuos. Algo que, por ejemplo, permite cambiar de sexo por mera voluntad y dejando de lado el ADN impreso en cada una de las células del cuerpo del protagonista de la autopercepción, dando carta de realidad al supuesto género en el que se autopercibe, y dejando de manifiesto también la fuerza prescriptora irracional de tal principio, pues debe ser aceptado como verdadera realidad por el resto de la sociedad, orillando todo criterio científico (y por lo tanto contrastado y compartido), deviniendo un medio por el que se impone el capricho individual, constitutivo por tanto de privilegio, y por el que se restaura la arbitrariedad de los poderes públicos que amparan tal cosa.
El colmo de la estupidez es la pretensión de que los demás acepten la visión que cada uno tiene de sí mismo. Esta es una época de "locura normal y legítima", definiendo la locura como la deficiencia mental de quienes observan e interpretan el mundo real de una manera diferente de lo que es....y para colmo niegan que exista una realidad independiente de las opiniones humanas.
Publicar un comentario