En toda época y en todo lugar se advierte la existencia de una lucha por el poder, por cuanto pareciera que el deporte universal del ser humano consiste en ubicarse por encima de los demás para dominarlos, desafiando los designios establecidos por las leyes naturales que rigen todo lo existente.
No todo poder ha de ser negativo para los demás, como es el promovido por quienes están motivados por un espíritu de cooperación; de ahí que la lucha entre el Bien y el Mal siempre ha de estar presente. El Bien será el resultado de aceptar el gobierno de las leyes naturales sobre todo ser humano mientras que el Mal será el resultado de promover un gobierno humano que ignora tales leyes.
En nuestros días se advierten dos tendencias que aspiran a dominar el planeta: globalización económica, por una parte, y globalismo, por otra parte. La primera tiende a promover una economía libre, o de mercado, en toda la Tierra, con las ventajas y desventajas que ello puede producir, siendo las desventajas las dificultades que todo pueblo tiene para adaptarse a ese proceso. La segunda busca establecer un gobierno supranacional cuyas decisiones sean acatadas por todos los Estados.
De la misma manera en que, en todo país, existe una lucha ideológica entre liberalismo (promotor de la democracia política y económica), y socialismo (promotor de un gobierno material y mental ejercido desde el Estado), a nivel global se reproduce esta tendencia, si bien esta vez el gobierno supranacional está promovido por grandes capitales, formados en economías libres, aliados a sectores históricamente socialistas. César Vidal responde algunas preguntas al respecto:
¿En qué consiste la agenda globalista?
"Lo que primero hay que decir es que no es lo mismo que la globalización. Hay gente que lo confunde pero son dos realidades totalmente distintas. La globalización es un fenómeno extraordinariamente positivo que hace que tú y yo podamos estar hablando ahora mismo con un océano entre medias y que hace que tú puedas tener en formato electrónico un libro mío publicado en EEUU y podríamos añadir millones de ventajas. La agenda globalista, por el contrario, es un plan de dominio mundial. En mi libro cito un pasaje de las memorias de David Rockefeller, que ha sido uno de los grandes impulsores de la agenda globalista, donde comienza diciendo «se nos ha acusado a mi familia y a mí de actuar en contra de los intereses nacionales de EEUU y defender por el contrario un gobierno que derive de una cábala secreta de financieros y de intelectuales y que vaya hacia un nuevo mundo, hacia un nuevo orden mundial» y entonces escribe que si esa es la acusación se confiesa culpable y está orgulloso de ello. Esa agenda globalista existe, tiene unos objetivos muy concretos y tiene muchísima más influencia de la que pudo tener en su día, por ejemplo, la Internacional Comunista, que fue extraordinariamente influyente".
Se decía del Parlamento inglés que lo podía todo salvo convertir al hombre en mujer cosa que ya puede hacer cualquier parlamento gracias a la ideología de género…
"Lo han conseguido, efectivamente. La agenda globalista es un proyecto absolutamente prometeico, con una capacidad sobrenatural de cambiar todo, de cambiar el orden, la economía, la política, hasta la naturaleza humana. Y en ese sentido es algo verdaderamente impresionante. Es una agenda que por un lado pretende reducir drásticamente la población mundial pero cree también en un control económico del planeta. Y esos instrumentos de control económico del planeta van desde endeudar en la medida de lo posible a todas las naciones de tal forma que dejen de ser entidades soberanas e independientes. Resulta revelador que en una entrevista de hace unas semanas Georges Soros asegurase que la crisis de su vida era la crisis del Coronavirus y una de las medidas que proponía con auténtico entusiasmo era la de endeudar perpetuamente a la Unión Europea".
"Frente a la agenda globalista hay una serie de políticos a los que yo denomino patriotas, van desde gente que sostiene posiciones democráticas a dictaduras durísimas como China. El patriotismo lamentablemente no sólo es democrático y ha habido muchos momentos en la historia donde ese patriotismo no tenía nada de democrático, en distintos países y en distintas épocas. Incluye desde políticos como un Orban, un Trump o un Bolsonaro que son democráticos aunque los medios de comunicación estén atizándolos día y noche. Hay políticos que no se pueden definir como democráticos pero que tampoco puede decirse que sean dictadores tipo Putin en Rusia. Y luego hay dictaduras claras como la de China. China no se quiere sumar a la agenda globalista aunque hay intentos desde hace décadas por incorporarla. Lo que pasa es que China tiene su propio programa de expansión global que choca con la agenda globalista y pasa por la nueva ruta de la seda que, para que la gente se haga una idea, incluiría un tren de alta velocidad que saldría de Beijing y acabaría en Madrid. El plan de China es celebrar el centenario de la victoria de la revolución china en 2049 siendo la primera potencia global. Lo pueden conseguir y no es imposible. De hecho algunas de las batallas que se están desarrollando entre EEUU y China en los últimos tiempos son batallas de hegemonía aunque nos estén contando que sólo es una cuestión económica o que les importa la libertad de Hong Kong. Es mentira porque no les ha importado nunca ni siquiera cuando aquello era una colonia británica. Aquí el problema de fondo es que China puede ser una potencia hegemónica, que se adelante a EEUU y que lo haga además fundamentalmente por razones tecnológicas".
(De www.lagavetaeconomica.com)
Entre las figuras de mayor relieve internacional, promotora del globalismo, aparece Jorge M. Bergoglio, quien aspira a que un gobierno supranacional establezca lo que él considera como “la sociedad ideal”: Cuba, pero con creencia religiosa. César Vidal comenta que tal postura aparece explicitada en el prólogo de Bergoglio a un libro que relata el encuentro entre Juan Pablo II y Fidel Castro. En la última encíclica, o publicación papal, “Fratelli tutti”, Bergoglio confirma esta posibilidad al oponerse a la economía de mercado, al individualismo, a la propiedad privada, al dinero, etc.
Como se sabe, la idea central del cristianismo es el denominado Reino de Dios, es decir, el gobierno de Dios a través de las leyes naturales, o leyes de Dios, con prohibición expresa de todo gobierno del hombre sobre el hombre. El cristianismo auténtico se opone al gobierno del Estado como figura representativa de los gobiernos humanos. De ahí que el jefe de la Iglesia Católica promueve un gobierno totalitario y universal en oposición al autogobierno individual asociado al cumplimiento de los mandamientos bíblicos.
La feroz lucha contra el liberalismo se debe a que éste “no ha resuelto” todos los problemas sociales, como supuestamente proclama. Puede decirse que tanto el cristianismo auténtico como el liberalismo, desde ese punto de vista, han fracasado (aunque no tanto como el socialismo). Sin embargo, debe considerarse como fracaso de todo sistema, los resultados una vez que son acatadas sus prescripciones. Así, si una sociedad “acepta” el cristianismo sin apenas cumplir con los mandamientos bíblicos, en realidad lo está rechazando. También, si en una sociedad surgen muy pocos empresarios, no se establecerán mercados competitivos ni tampoco “economías de mercado”.
Desde sectores “cristianos” se critica el hedonismo y el materialismo reinante en las diversas sociedades, apuntando contra el liberalismo, ignorando que la economía de mercado es un sistema efectivo para traducir las demandas de la gente en bienes y servicios. Si el nivel moral no es el adecuado, ello se debe principalmente a que, desde la religión, no se ha sabido predicar la moral bíblica, ya que los supuestos predicadores “cristianos” han optado por promover el socialismo, que poco o nada tiene que ver con las prédicas cristianas.
El socialista, siempre "generoso" para repartir lo ajeno, nunca de lo propio, también trata que todos los países abran sus fronteras para proteger a los que emigran desde otros países. También en este caso se advierte la "generosidad" para con los derechos de residencia de países ajenos. Bergoglio propone la abolición de las fronteras, en cuyo caso se produciría un éxodo desde sus "sociedades ideales" (Cuba y Venezuela) y de países con gobiernos ineptos y populistas, hacia los países desarrollados (capitalistas).
De ahí que EEUU y Europa duplicarían o triplicarían sus poblaciones por lo que se les crearían serios conflictos a esos países y continentes. En lugar de promover el capitalismo en todas partes del mundo para que nadie tenga la necesidad de emigrar, con gran irresponsabilidad Bergoglio propone la aceptación de una masiva inmigración desde los países que hacen mal las cosas para perjudicar a los que las hacen mejor.
Si los países europeos abrieran sus puertas al inmigrante, sin ninguna exigencia, los musulmanes pronto serían mayoritarios y de inmediato impondrían las leyes y costumbres islámicas a los pobladores originarios. En lugar de exigir soluciones a los países que rechazan a sus propias poblaciones, Bergoglio exige "solidaridad" para que otros se hagan cargo de los errores de tipo socialista o totalitario.
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1 comentario:
Otra novedad de Francisco: los homosexuales tienen derecho a su tipo de familia, a que el Estado regule mediante una ley sus uniones civiles. No se atreve a llamarlo matrimonio pero en el fondo esa es la idea. Es dudoso que la Iglesia no se encamine a un nuevo cisma.
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