Luego del derrumbe del Muro de Berlín y de la caída del Imperio Soviético, el liberalismo gana la batalla ideológica frente al socialismo, en función principalmente de los resultados históricos producidos por ambos contendientes. De ahí que algunos autores denominan como “posliberalismo” tanto a la actitud que adoptan, o deberían adoptar, los diversos sectores considerados liberales.
Estas actitudes van desde un “dormirse en los laureles” ante la evidente superioridad de las democracias política y económica (mercado) frente al totalitarismo socialista, hasta la sana postura de advertir los defectos o limitaciones de la propuesta liberal, como también la forma en que se la transmite a la ciudadanía. El sector "laureado" pareciera no advertir que el liberalismo deberá imponerse por medios democráticos, por lo cual deberá ser capaz de convencer, especialmente a los sectores poco adeptos, instruyéndolos adecuadamente sobre las ventajas que tal sistema político y económico ofrece.
Llama la atención el pobre resultado electoral logrado recientemente en la Argentina, en donde el candidato liberal (José Luis Espert) apenas alcanzó alrededor de un 3 o 4% de los votos, teniendo como principales rivales a dos sectores con pésimos desempeños en el gobierno (kirchnerismo y macrismo). Si bien muchos votantes prefirieron no “perder el voto” eligiendo al menos malo entre tales rivales, en las anteriores elecciones PASO (que en realidad no son sino una gran encuesta nacional), tampoco logró un caudal significativo de votos.
De ahí que el sector liberal debería preguntarse si falla la ideología o bien si fallan los "predicadores". Y aquí debe tenerse presente que, así como los cristianos se dividen entre católicos y protestantes, los liberales se dividen entre liberales clásicos y anarcocapitalistas, con importantes diferencias entre los mismos. Ambas posturas podrían sintetizarse de la siguiente forma:
Economía Social de Mercado = Ludwig von Mises + Ética natural
Anarco-capitalismo = Ayn Rand + Anarquismo de mercado
La Economía Social de Mercado fue adoptada exitosamente en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial, con fuerte participación estatal y bastante afinidad con el cristianismo (versión católica). El anarco-capitalismo no fue puesto en práctica todavía y es rechazado por varios sectores por cuanto aboga por la eliminación del Estado, promueve “la virtud del egoísmo”, aduciendo además que “el amor al prójimo es inmoral”.
La propia Ayn Rand se oponía al anarquismo propuesto por gran parte de sus seguidores y cometió, entre otros, el error de manifestar que el socialismo se basa en el altruismo, mientras que el altruismo es sólo un disfraz utilizado para encubrir el odio que caracteriza a los ideólogos marxistas. Además, al desconocer la “cooperación social” promovida por Ludwig von Mises (compatible con el amor al prójimo del cristianismo), y al asociarle a “toda religión” la actitud altruista, apoya sin quererlo la labor de los ideólogos marxistas ya que, si los más de 1.200 millones de cristianos en el mundo leyeran sus escritos, seguramente se les despertaría cierta simpatía por el marxismo. Sus seguidores rechazan tanto al marxismo como al cristianismo por su aparente altruismo compartido (que ni marxismo ni cristianismo lo predican, teniendo en cuenta los respectivos iniciadores de tales movimientos sociales).
Un error frecuente en casi todos los sectores liberales, o autodenominados liberales, es la postura economicista, compartida con el marxismo; y por la cual suponen que todos los problemas sociales y humanos se solucionarán mediante la economía. Sin embargo, si no existe una base ética adecuada, no será posible tal solución, ya que ni socialismo ni mercado traen una “ética implícita” incorporada. Si a ello se le agrega un grosero y despectivo rechazo de la ética cristiana, tales sectores liberales, y desde el punto de vista cristiano, serán considerados como “marxistas de mercado”.
El "marxista de mercado" ignora las intenciones y planteos de la Sociedad Mont-Pelerin, que destaca la necesidad de establecer una democracia política y una democracia económica (mercado) con la finalidad de mantener y afianzar la cultura occidental, amenazada por los totalitarismos, sin dejar de lado la base cultural de Occidente, como lo es la tradición judeo-cristiana.
Si hubiese que sintetizar el futuro del liberalismo, para que sea admitido masivamente, puede decirse que debe abandonar el economicismo y aceptar ser una parte de las ciencias sociales. Esto significa aceptar e incorporar una ética cooperativa extra-económica, esencial para el desarrollo humano. Tal ética a adoptar es esencialmente la cristiana, aunque desprovista de los misterios y de los aspectos sobrenaturales que impiden una aceptación generalizada. Simplemente se la debe adoptar teniendo presente el criterio de la ciencia experimental: “Porque funciona bien”.
Debe señalarse, además, que el amor al prójimo no es otra cosa que la “empatía emocional” (compartir las penas y las alegrías ajenas como propias). También debe tenerse presente que tal empatía “no pertenece con exclusividad" al cristianismo, sino que fue adoptada por esa religión. Tampoco la economía de mercado, como proceso autorregulado, “no pertenece con exclusividad" al liberalismo, ya que es un proceso natural que se establece en forma espontánea cuando distintos individuos actúan en libertad y los anima cierta empatía emocional. Tanto en uno como en el otro caso (cristianismo y liberalismo), empatía y mercado, respectivamente, son adoptados y perfeccionados, en el mejor de los casos, por tales sectores.
Se ha llegado al extremo de que existe cierta incompatibilidad entre los liberales de los años 80, seguidores de Álvaro C. Alsogaray, y el anarco-capitalismo actual. Ello se debe al rechazo, por parte de los "viejos liberales", a varias propuestas defendidas por el sector anarco-capitalista, como el anarquismo (ausencia del Estado), el aborto, el egoísmo racional, el anticristianismo, el economicismo extremo, el relativismo moral (todo vale dentro de la libertad individual), etc.
La ética del anarcocapitalista no apunta tanto a "hacer el bien" a los demás (cooperar), sino a "no hacer el mal", es decir, recomienda hacer todo lo que no perjudique a los demás, suponiendo que con ello basta y sobra para llegar a algo similar a la cooperación social. En cierta forma se identifica con la ética del Antiguo Testamento y los Diez Mandamientos (No matar, No robar, No mentir, etc.), dejando de lado el Nuevo Testamento con el mandamiento, mucho más exigente, de adoptar la actitud o predisposición a "amar al prójimo" (compartir las penas y las alegrías ajenas como propias). Mariano Grondona escribió al respecto: "El cristianismo obliga a pensar primero en el otro, en alteración profunda de nuestra lógica natural. Antes viene el reclamo monoteísta de amar a Dios sobre todas las cosas y luego el de amar al prójimo como a sí mismo".
"El judaísmo riguroso, prohíbe incluso nombrar a Dios: hacerlo es blasfemia, una pretensión de humanizarlo. Para judíos y cristianos, yo soy pero además está el otro o la otra y tengo que pensarme desde él o ella, lo que desestabiliza mi auto complacencia".
"Aun en un mundo liberal capitalista donde casi todos estuviéramos bien, un hombre desamparado me alteraría como cristiano. Cristo está ahí, ya no puedo gozar de toda mi riqueza y mi éxito porque esta persona a la cual debo amar como a mí mismo está mal. Esto es desestabilizante, la impugnación, el dedo de Dios. El golpe a nuestra conciencia es: tienes que pensar en el otro, que es un «tú», otro «yo», que te reclama".
"Por supuesto que en el cristianismo está implícito el amor propio: «ama al prójimo como a ti mismo», quiere decir que te amas a ti mismo y si no lo haces no puedes amar al prójimo, pero esto viene como segunda reflexión, se lo da por supuesto. En concreto, la sabiduría del mundo es que te ames a ti mismo y la otra sabiduría, que ames al prójimo como a ti mismo porque supone que te amas a ti mismo".
"El liberalismo parte del yo. «Yo» reclamo libertad, que me respeten. Después tengo que respetar al otro que es como yo, pero el punto de partida inicial es distinto del tronco judeocristiano"
"Ayn Rand, liberal, hace el elogio del egoísmo. El egoísmo es virtud. Esto no lo puede decir un cristiano. Ella dice que la solidaridad se usa para que algunos tengan poder en nombre de ella y te sometan. Si quieres ganar dinero, vendrá alguien que te diga que debes pensar en el otro pero el que representa «lo otro» no es «el otro» sino un poder falsario que te quita el dinero. Así, el egoísmo que ella propone es la liberación del «yo» que dice: tengo derecho a mí mismo, a mi carrera, a mi vocación y a mi ambición, no me las pueden quitar. Esto es estrictamente liberal. Pero la reacción contra esto, esa puntada que uno siente, es cristiana" (De "El posliberalismo"-Editorial Planeta Argentina SAIC-Buenos Aires 1992).
La actitud cristiana también permite la realización personal, tal como la propone el sector liberal, pero sin anular los aspectos emocionales de nuestra naturaleza humana para regirnos casi exclusivamente por las leyes económicas del mercado.
La mencionada novelista desconoce totalmente el principal proceso de supervivencia que posee el ser humano: la empatía emocional. De ahí que proponga, como vínculo entre los seres humanos, el libre intercambio de bienes y servicios en el mercado. Las sociedades en crisis, en donde el sentido de la vida, predominante entre sus integrantes, parece ser la compra, la venta y el consumo, coincide bastante con el ideal de Ayn Rand, mientras que el vínculo empático, propuesto por el cristianismo, coincide bastante con la principal ley de supervivencia impuesta por el proceso evolutivo.
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2 comentarios:
La propuesta de Ayn Rand tiene sus bases en la realidad concreta de los cinco sentidos y el razonamiento para conceptualizar lo procedente. . . . El cristianismo "soporta" su propuesta en los dichos de un inexistente, de un fantasma en el que, dicen, es requisito indispensable creer . . . ¡ABSURDO!
La mejor crítica siempre se llevará a cabo estudiando lo criticado y eso no hace Pompilio. Solamente entresaca "frases convenientes" para la retorica de sus pobres argumentos.
Tiene Ud. que leer un poco mejor para advertir que la "empatía emocional" es parte de la realidad, tanto como el odio y el egoísmo. El problema del randismo, como del marxismo, es que proponen, respectivamente, al egoísmo real y al odio real, como actitudes o predisposiciones que orientarán la vida de las personas. El problema no es cuánto de real o no son las actitudes, ya que son todas "reales", sino los efectos que provocan en la gente que las adopta. Es para mí algo positivo que un "marxista de mercado" difiera de lo que expreso. Ya la Iglesia Católica "pertenece" al marxismo-leninismo, gracias a los randianos y principalmente gracias a Bergoglio.
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