Bajo la denominación de “populistas” se caracteriza a determinados gobiernos en función de sus acciones en un conjunto de aspectos, con una tendencia al engaño; uno de ellos es el de la inflación. De ahí que pueda decirse que un gobierno es populista, en ese aspecto, cuando tiende a tergiversar estadísticas, o bien culpar a los empresarios para imponer controles de precios y salarios, llegando al extremo de penalizarlos y encarcelarlos (en cuyo caso se los podría denominar “totalitarios”). Cuando un gobierno dice la verdad y asume ser el responsable de la inflación, o no la puede controlar, se dice simplemente que se trata de un “gobierno inepto” para resolver tal situación.
El proceso inflacionario es casi tan viejo como el mundo. La secuencia general es la siguiente: exceso de gastos por parte del Estado, emisión monetaria compensatoria, aumento de precios y salarios, control de precios y salarios, escasez de productos, penalidades a los “formadores de precios”, desabastecimiento, hiperinflación. Si bien existen otras causas de inflación (emisión de bonos estatales), varios son los políticos que aducen que “la emisión monetaria no produce inflación”. Si bien no produce inflación la emisión que acompaña el aumento de la producción, cuando la supera la ha de generar (de lo contrario existiría la posibilidad nada despreciable de emitir dinero en grandes cantidades para que todos fuésemos ricos).
Para ilustrar la secuencia mencionada, puede citarse el caso del emperador romano Diocleciano. Los economistas R. Schuettinger y E. Butler escribieron: “El más famoso y el más extensivo intento de controlar precios y salarios ocurrió durante el reinado del Emperador Diocleciano quien, lamentablemente para sus súbditos, no fue el más atento estudioso de la economía griega. Dado que tanto las causas de la inflación que Diocleciano intentó controlar y los efectos de sus esfuerzos están bastante bien documentados, es un episodio que vale la pena considerar en detalle”.
“Poco después de su asunción al trono en el año 284, «los precios de las mercancías de todo tipo y los salarios de los trabajadores alcanzaron niveles sin precedentes». Los registros históricos para determinar las causas de esta notable inflación son limitados….Nos dicen que la mayoría de los problemas económicos se debieron al vasto incremento que Diocleciano dispuso de las fuerzas armadas (hubo varias invasiones de tribus bárbaras durante ese periodo), a su enorme programa de construcciones (reconstruyó gran parte de Nicomedia, que eligiera como su capital, en Asia Menor), a su consiguiente elevación de los impuestos y al empleo de más y más funcionarios gubernamentales y, finalmente, a su uso de mano de obra forzada para cumplir gran parte de su programa de obras públicas”.
“Diocleciano en su Edicto atribuyó la inflación enteramente a la «avaricia» de mercaderes y especuladores” (De “4000 años de Controles de Precios y Salarios”-Editorial Atlántida SA-Buenos Aires 1987).
El emperador no sólo culpó a los mercaderes por la elevación de precios (fase populista), sino que incluso decretó la pena de muerte para ellos y para quienes no vendían sus productos, desabasteciendo a la sociedad (fase totalitaria). En su Edicto aparecen párrafos como el siguiente: “Y a causa de la avaricia de aquellos quienes siempre están prestos a obtener beneficios personales aun de las bendiciones de los dioses, a contener la ola de prosperidad general, y quienes, en un año improductivo, negocian con la siembra de la semilla y el comercio del minorista; a causa de aquellos quienes poseen fortunas tan inmensas que podrían haber enriquecido satisfactoriamente a pueblos enteros y aun así buscan obtener ganancias personales y ruinosos porcentajes de beneficio a su avaricia, hombres de nuestras provincias, la atención que merece la humanidad nos impulsa a fijar un límite”.
En la Argentina, el proceso inflacionario y el control de precios comienza con la llegada del peronismo, llegando Perón a encarcelar a empresarios que “elevaban los precios” más allá de lo permitido por el gobierno. Álvaro C. Alsogaray escribió: “Es con el advenimiento de Perón en 1946 cuando verdaderamente comienza un largo periodo de más de cuarenta años, durante el cual las experiencias de control de precios y salarios se suceden en la Argentina, perdurando hasta el día de hoy [escrito en 1987], con sólo dos breves interrupciones: 1959 a 1962 y 1967 a 1968 (esta última muy parcialmente)” (Del Apéndice de “4000 años de Controles de Precios y Salarios”).
Incluso durante la presidencia de Arturo Illía, considerado como uno de los mejores presidentes, se estableció la Ley Nacional de Abastecimiento (1964), con las siguientes cláusulas (entre otras):
“Mientras rija el estado de emergencia económica el Poder Ejecutivo estará autorizado por la presente ley para establecer normas a las cuales deberán ajustarse la producción, distribución, comercialización y consumo de bienes y servicios. A tal efecto el Poder Ejecutivo nacional podrá:
a) Establecer para las etapas del proceso económico y respecto de cualesquiera de las mercaderías, bienes o servicios, márgenes de utilidad, fijar precios y sus marcaciones, disponer la estabilización o congelación de precios de venta en los niveles, porcentajes, proporciones o cifras existentes en determinada época u ocasión, así como determinar cuotas de producción o elaboración de cumplimiento obligatorio.
b) Fijar precios de sostén y de fomento, inclusive por medio de subsidios, con los recursos que el honorable Congreso arbitrará a requerimiento del Poder Ejecutivo nacional.
c) Disponer, como medida precautoria, la retención o indisponibilidad de mercaderías o productos comprendidos en la presente ley, así como la suspensión del uso o ejercicios de patentes, permisos, concesiones, preferencias o toda clase de privilegios o autorizaciones especiales. A los efectos de la primera parte de este inciso, podrá disponer allanamientos de locales o establecimientos comerciales e industriales.
d) Requerir a los jueces competentes órdenes de allanamiento de domicilios particulares y de secuestro” (Citado por Á. C. Alsogaray).
Puede decirse que, en la Argentina, el control de precios y salarios (como remedio contra la inflación) es lo permanente y no la excepción, incluso hasta llegar al extremo de justificar el fracaso económico del macrismo al sostener que “siempre fue así”. Nunca, por el contrario, en los últimos años, a los gobernantes se les ha ocurrido intentar reducir el enorme derroche estatal de recursos económicos. El espíritu del peronismo sigue orientando el destino y el fracaso de la nación,
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1 comentario:
Una causa añadida al aumento de la inflación en la Roma de Diocleciano fue el empobrecimiento físico de la moneda, que, manteniendo su valor nominal, pasó de estar formada fundamentalmente por plata a no ser más que una aleación de cobre y latón. Las manipulaciones monetarias actuales no son tan burdas pero acabarán por destruir a las sociedades como hicieron los emperadores arbitristas con el Imperio romano.
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